
Muchas empresas compran costosos
sistemas computacionales que ven funcionando en otros sitios, para solucionar problemas propios, netamente humanos
y organizativos. Después de una gran pérdida de tiempo, apenas les queda la
enorme deuda, mucho equipo subutilizado y el problema agravado. ¿Por qué? Porque en la desesperación y el
apremio, intentan romper la nuez con un mazo.
Y no pocas veces terminan cogiéndose la mano, mientras la nuez permanece
parcial o totalmente intacta. Luego, cuando
la primera solución empieza a dar problemas de escalabilidad (producto de los
mismo emparches que forzaron su implementación) reinvierten en otro sistema, igual
o más oneroso que el anterior.
Así pasa con los buses nuevos y
los piratas. Como la primera solución (que trajeron de otros sitios, e impusieron
sin aclimatar siquiera) no se adapta a la realidad ni es escalable, tuvieron que
legalizar a los piratas. De este
comensalismo o simbiosis, han podido responderle mediocremente al
panameño. Y la autoridad del tránsito,
muy lejos de resolver el problema de raíz, ahora ha acogido un papel de “garante
del equilibrio” Como una especie de
antibiótico o antiviral, para que los diablitos piratas no proliferen hasta
robarle el mandado a la gran concesionaria extranjera.
Pero el problema infeccioso
subsiste y subsistirá agravado, en el
fondo o en la superficie: Hacinamiento, desorden vial, exceso de velocidad,
imprudencia en el manejo, impunidad y corrupción. Para resolverlo requerimos un gobierno con
suficiente solvencia moral, no uno que compre y cambie el problema por otro
peor. Mientras los gobernantes sigan
intentando resolver nuestros temas sociales, sin análisis ni compromiso
racional, sin considerar la escalabilidad de las soluciones propuestas, imitando modelos ajenos e impuestos a la
brava…los problemas, lejos de solucionarse, se multiplicarán.
En las empresas, el costo
organizacional de las malas soluciones es algo que se nota de pequeño a mediano
plazo, pero en el país puede demorar mucho tiempo. El costo social que hemos pagado eligiendo
gobiernos mediocres, se traduce a la larga en lo que ya todos conocemos como
mala distribución de las riquezas y empobrecimiento en la calidad de vida. Urge que cambiemos el enfoque de nuestros
problemas, pensemos un poco más antes de correr a resolverlos, y convirtamos la
imitación en emulación sin perder de enfoque nuestra propia realidad.
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