MASLEIDOS

viernes, 9 de noviembre de 2012

La más pura esencia de la mediocridad panameña


La educación pública en Panamá, otro ente satanizado por todos los gobiernos… ¿Pero qué hay de cierto tras el odio que le tiene el pueblo a los maestros huelguistas?  Dicho de otra forma, un pueblo que no espera más de la educación, que un tiempo-espacio para que otro les cuide a sus hijos “porque ellos trabajan demasiado” (o fiestean demasiado).  Para ser honesto, y no quiero decir que todos seamos así, mis previas y muy sinceras disculpas a quienes puedan ofenderse, pero en la educación panameña hay demasiada hipocresía involucrada, de los docentes, de los padres de familia y  autoridades. ¿Qué padre está verdaderamente al tanto de lo que estudian sus hijos?, tal vez muy pocos.  Peor aún, los que nos confiamos al pagarles “una escuela privada” a nuestros hijos, como si eso fuera garantía de: 1-Forjar de la mejor forma al chiquillo 2-Educar de la mejor forma al chiquillo 3-Cuidar de la mejor forma al chiquillo 4-Entretener de la mejor forma al chiquillo 5-Amar de la mejor forma al chiquillo.  ¡Santo milagro!, muchos panameños no quieren maestros, sino niñeros de alto perfil.  Cualquier cosa menos afrontar la responsabilidad en la educación y formación de nuestros hijos, independientemente  a la escuela en que los metamos (pública o privada).  Peor aún, si hay maestros mediocres (de preferencia huelguistas) sobre los cuales achacarles nuestros fallos formativos como padres.  Sólo habría que ver la disciplina, que ni los disciplinamos, ni dejamos que nos lo disciplinen los maestros, porque somos padres para consentir, regalar y relajear con nuestros hijos. Siempre con la excusa perfecta del proveedor incansable, que no tiene tiempo de calidad, ni de cantidad para sus hijos.  Porque en el fondo no quiere, y le cuesta aceptar que ser padre también implica dejarnos importunar por la intranquilidad, irritabilidad,  tozudez, y desobediencia de nuestros hijos (por y para lo cual, obviamente, necesitamos compartirles tiempo).  Luego, ¿Quién paga el plato roto?...lo primero que tengamos a mano: Los maestros.



Pero qué decir de aquellos maestros y profesores (públicos o privados) que bajo el amparo de las leyes protectoras de menores, sólo se dedican a embutir el cerebro a sus educandos, sin ejercer  la disciplina como factor formativo, sino  como antesala a la expulsión (el camino más fácil).  Aquellos maestros que no exigen, ni explotan la creatividad intelectual de los alumnos, apenas suscritos a un temario arcaico que no acepta variabilidad, ni diversidad de criterios.  Aquellos maestros y profesores que cuentan los minutos para que termine la hora (igual o más que sus propios alumnos), llegue el fin de semana o el día de pago.  Que no incentivan el diálogo, la discusión, la confrontación racional, los foros, las tertulias, la libertad y diversidad de opinión.  ¿Luego, cómo exigirles a los estudiantes que dejen de aspirar únicamente al pase, o a un pueblo que exija sus derechos y participe activamente de la democracia, cómo exigir la excelencia ciudadana cuando toda la vida nos han forjado como mediocres?  ¿Para qué crear estudiantes, si no forjamos humanos primero, para qué hacer profesionales si no creamos ciudadanos primero?.  Sin embargo,  hay un punto  insoslayable, tan eterno como los piojos en nuestra educación: La mala paga.  En Panamá, dada la pésima distribución de riquezas, la escala salarial no es muy buena.  A medida que pasa el tiempo (por ser Panamá un país de alto consumo y poca producción) las profesiones tradicionales se van estancando salarialmente, y las nuevas  (de preferencia tecnológicas-económicas) las van reemplazando.  Antes, ser docente era tremendo orgullo y estaba muy bien remunerado.  En nuestros tiempos, y bajo este gobierno peor, los maestros disputan su nivel salarial con las hormiguitas (que recogen basura en la calle) ahora que se les va a aumentar a quinientos dólares.  También lo disputan con taxistas, choferes de metro bus, operadores de callcenter, mensajeros y policías.


¿Estamos verdaderamente conscientes de la importancia que se le da a la educación de nuestros hijos? ¿Luego, cómo exigir excelencia educativa, o peor aún, cómo imponer una transformación curricular?... eso es ser demasiado hipócrita (acudientes y autoridades educativas). Sin embargo,  ello no justifica la mediocridad, por más que se martirice a “la vocación”.  La salida más digna sería buscar otra profesión.  Y así está ocurriendo y ocurrirá, hasta que se privatice completamente el sector educativo, o “alguien” (llámese pueblo o gobierno) reaccione.  A mí me parece que nuestras autoridades desean reemplazar la educación por el entrenamiento, so pretexto de la “bendita modernidad”,  dado el énfasis de esta administración por el uso de las computadoras y el inglés.  Caso tal, no habrá más químicos, matemáticos, físicos, ni biólogos.  Y en algún lapso de tiempo-espacio, saldrían arquitectos, ingenieros y médicos panameños, educados por otros arquitectos, ingenieros y médicos.  Y así hasta la obsolescencia, o colapso total del sistema educativo nacional.  A no ser que, nuestro flameante gobierno, decida también importar la educación (dada la tendencia a importarlo todo)…  o terminemos (todos) viviendo como comerciantes ignorantes y embrutecidos. De cualquier forma, nada  justifica la mediocridad palpable en algunos docentes que “luchan por luchar”, “cobran por cobrar”, “faltan por faltar”, “enseñan por enseñar”  y viven de huelga en huelga.  Los cuales dan la excusa perfecta a padres de familia recostados, y a los pésimos gobiernos,  de satanizar a nuestro sistema educativo, otrora orgullo nacional.




De cualquier forma, ¿Si en este país hay plata para subirle el salario a los comisionados y subcomisionados de la policía, por qué mantener a los docentes mal pagados?...Allí entra, pues, la  hipocresía del gran ente “insuficiente”, por no decir, inepto o mediocre  de nuestro gobierno (éste, los anteriores, y posiblemente los que seguirán implantando la más pura esencia de la mediocridad, en nuestros jóvenes).  El lado que no ven (o no quieren ver) los cómodos padres de familia,  recostados a nuestro pobrísimo sistema educativo (hipocresía retroalimentando hipocresía)  es precisamente el monstruo que se oculta tras la mediocridad docente: Nuestro gobierno nacional.  Que en esta administración se ha vuelto tan histriónico-mediático, como político y absurdamente “obtuso”.  Nos venden la idea propagandística de una transformación curricular, que no repara escuelas, ni muros…  Una transformación curricular que a la fecha no ha dado serios resultados.  Una administración que además de promover la mediocridad en su más pura esencia (por acción y omisión de nuestras mismas autoridades, docentes y acudientes) refuerza el paternalismo a las más tempranas edades, mediante becas que NO promueven  la excelencia, y mochilas o computadoras que aportan quién sabe qué, o a quién...  Pero, ¿Qué hay de supervisar verdaderamente la calidad de enseñanza, y depurar las malas fichas del sistema docente? ¿Qué hay de la responsabilidad ineludible, ante el deterioro de la educación en sí, y los centros educativos? ¿Qué hay de los sueldos tan pobres que ofrece?.  No, la transformación curricular yo no sé a quién esté transformando, ni qué haya logrado, ni cuántos “concursos” haya promovido, pero nada de eso (igual que el resto del gobierno) parece haber sido substancial, ni positivo siquiera.  La calidad de la enseñanza se ha deteriorado progresivamente en todos los gobiernos, y esto lo digo como profesor universitario que fui, pero más aún como alumno que recuerdo haber sido.   Como sea, diremos entonces que “todo es preferible” a luchar larga y visceralmente  por revertir un mal tan longevo.  Imagino pues, que la solución más fácil y práctica sería  ofrendar nuestro futuro social  (la educación y formación de nuestros jóvenes)  a esta maligna trinidad, que nos consume en la eterna hipocresía de padres, maestros y gobiernos.

martes, 6 de noviembre de 2012

El último amigo que les queda



Que un comisionado y subcomisionado gane lo mismo que un ministro y viceministro de estado… ¿Cuál es el trasfondo de esto?.  El gobierno actual le ha dedicado mucha atención a la policía, me refiero a los aumentos de salario, discursos y demás motivaciones para “mantener la moral de la fuerza en alto”, y como promesa electoral pendiente.  ¿Pero, a qué se debe tanto énfasis en un organismo  que los otros gobiernos mantuvieron “a segunda mano”?.  La policía tiene un valor social indiscutible en Panamá, definitivamente.  La tropa ha merecido los aumentos que le han participado, y es muy probable que los comisionados y subcomisionados también lo merezcan.  No es motivo de este artículo generar juicios morales, ni de cualquier otra índole, ni mucho menos  señalar, o indicar si se merecen o no los aumentos.  Cualquiera que haya estado en una situación de  peligrosidad, fuese a nivel personal, familiar, en una riña tumultuaria, o situaciones por el estilo, aprecia de muy buena fe la intervención policial, obviamente, más aún cuando se trata de ciudadanos responsables, honestos y comunes. ¿Por qué mandaron a una policía militarizada (no así a la tropa urbana) a reprimir manifestaciones civiles (no del todo delincuenciales)  en Colón y/o Panamá, Bocas, Chiriquí etc.?...es una cuestión muy reprochable que quedará en el entendimiento y la conciencia de ellos mismos y de quiénes los mandaron.  Ver artículo Lo que trajo la ley 72.  Lo que yo cuestiono en este artículo, es el extraño proceder de nuestro gobierno, para con la fuerza policial.  Sobre todo a la luz de los últimos acontecimientos, en los cuales se habló de golpe de estado.



Yo recuerdo la vez que renunció el ministro irrevocable, ver artículo Hacia dónde carajo vamos.  Sus declaraciones inmediatas, no así las mediatas, pintaron una especie de insubordinación de los altos mandos policiales.  Se habló de “cerrar filas” inclusive.  Entonces, el gobierno demoró en manifestarse oficialmente, y el país quedó a expensas de una gran marejada de nefastos rumores.  También se habló de golpe de estado, hubo una rotación de personal y el irrevocable regresó, pero, no se oyó que hubiera habido destituciones en el organismo policial.  Fue algo así como “un empate técnico”.  Y me quedé con la gran pregunta: ¿Por qué no se ratificó la ordenanza civil, claramente en aquella situación, que todos catalogamos crítica?.  De entonces hasta ahora, si no me falla la memoria, ha habido galardones y aumentos para la entidad policial, y el ministro aquel quedó en un tercer plano.  En consecuencia, el tiempo parece haber favorecido a la policía, y enterrado al civil.  El viernes aquel, cuando se ejecutó el saqueo en Calidonia, el día comenzó sin autoridades que supervisaran de cerca las protestas del sindicato de obreros.  Consecuencia inmediata y natural a la falta de presencia policial, fue un tremendo caos, paralización del país y saqueo expansivo.  Igual a la vez del evento de “cerrar filas”, el gobierno demoró en manifestarse oficialmente.  Esta vez, la sensación que nos quedó fue bastante desagradable, el presidente estaba fuera del país, había un caos en el país y la policía demoró en actuar.  Definitivamente se habló de golpe de estado.  Ambas situaciones se dieron de Marzo a Octubre del 2012, muy poco tiempo entre ambos acontecimientos. ¿Luego, qué ocurre tras bastidores?




Un gobierno con serios desafueros populares, y una acción policial “inespecífica” (dados los dos acontecimientos antes relatados) no da pie a nada, genera muchísima suspicacia e incertidumbre.  Sobre todo por el extraño coqueteo del gobierno para con dicha fuerza, léase  los aumentos, las promociones, los reconocimientos, ¿Sólo para mantener la moral de la fuerza en alto, o por una promesa electoral?... ¿Por qué tan extraño coqueteo?  Todos los que tenemos cuarenta años o más, podemos recordar con cierta claridad, cómo se llevaban las cosas en el país antes de la invasión, léase, durante la dictadura.  Cómo los militares nombraban presidentes de trapo, presidentes títeres, puestos y depuestos al antojo de las fuerzas de defensa.  Cómo habiendo un “gobierno civil”, detrás mandaba una dictadura militar.   Luego, vinieron los norteamericanos a quitarnos lo que ellos mismos nos pusieron (una dictadura militar, en respuesta al alto grado de corrupción, desorden y golpes de estado  que existían entre los gobiernos  civiles anteriores  a los militares). No es saludable para la democracia, ni da buen aspecto al actual gobierno, seguir generando tanto ambiente de anarquía en el país, tanto desagrado popular, y a la vez, tanta “afabilidad” para con la policía. Pero a esta altura ya nada me sorprendería, dicho sea de paso.  Tengo tantas hipótesis en la cabeza,  que por prudencia prefiero no publicar, sin embargo, todo dice que “nada es lo que nos quieren hacer ver”.  Analizando el desorden político, los golpes de estado, la dictadura militar y la invasión, yo diría que en Panamá, aún siendo un país tan relativamente joven y pequeño, hemos visto demasiadas cosas (incluyendo una guerra con la otrora primera potencia  mundial, que de ser nuestra amiga, pasó a ser nuestra peor enemiga y luego nuestra libertadora… ¡Que patético!)  Veinte años de democracia y progreso lineal, no constituyen ni siquiera la cuarta parte de nuestra historia republicana (109 años) . ¿Qué otra cosa más pudiera ocurrirnos, o repetirnos? .  De cualquier forma, a mí no me corresponde decir qué.  Pero este gobierno ha levantado tantos frentes de choque al mismo tiempo y por todos lados, como obras planificadas para antes del 2014 (incluyendo el nuevo monorriel en el área oeste…)  El desprestigio, la corrupción y el desagrado que los rodea, técnicamente los ha dejado solos. ¿O será que la fuerza policial es el último amigo que les queda? ¿Eso es posible? ¿Dado los antecedentes, acaso eso sería lo mejor? ...

viernes, 2 de noviembre de 2012

¡De eso se trata la democracia!




¿Qué tan vinculadas están nuestras autoridades de la realidad pública? ¿Cuántos buses han tomado en toda su vida? ¿Cuántas veces han utilizado los servicios públicos, fuera de aquellos de entonces como el agua, la luz y el teléfono?... Porque, en campaña electoral la gran mayoría dijo “tener las mejores propuestas” y al final (en lugar de arreglar)  empeoraron todo.  Porque los que no saben del asunto, inventan locuras, y los que de verdad han sufrido las penurias populares, jamás están para recordarlas...  ¡Al presidente le duele el dedo!... porque le cerraron la puerta del monorriel de Japón sobre la mano.  Que cierren la puerta de un transporte colectivo en la mano de alguien, es algo tan común para el panameño, que me extraña que el presidente haya tenido que viajar a Japón para sentir algo así.  Y no sólo gente con manos o brazos rotos,  por la imprudencia de los choferes de diablos rojos, sino por  la gran cantidad de muertos, mutilados, lesionados, ultrajados, robados, asesinados y demás.  De otra forma, que hablen los muertos del jarabe, la KPC, o los quemados del bus. Sin embargo, por no ser negativo, digamos que aquello (lo del dedo)  fue de buen augurio.  Porque el presidente, aunque fuera en ese instante, quizás pudo volver a sentirse “pueblo”, repito, quizás pudo (no necesariamente tuvo que ser así)  Ya casi no recuerdo, entre tantas cosas que ha dicho de entonces hacia acá, la última vez que hizo alusión a “los zapatos del pueblo”.  O será que como estamos a un año y sencillo de las elecciones, el excelentísimo trata  de calzárselos de nuevo.  Aún así, el problema es que tal vez el pie le haya engordado demasiado desde entonces...  No así con el pueblo, de tanto esperar metro bus, corretear diablo rojo o taxi pirata, evitar las reparaciones de calles o aceras, esquivar la basura, y finalmente, el costo de la vida (que ya a algunos, ni les permite cambiar de zapatos)



Es un gesto loable que el señor presidente haya querido atenderse en el hospital  de la 24 de Diciembre, como cuando comía empanadas, hacía raspados, pegaba bloques y saltaba de cama en cama durante La Cáscara.  Dicho sea de paso, en su visita aseguró públicamente que la atención en el hospital  fue de primera, y estaba en buenas condiciones (o algo por el estilo).  Pero digo, en honor a la verdad, no es “Pablo Pueblo” el que se está atendiendo, sino el presidente de la república.  ¿Cómo no lo van a atender bien?...  En un país como el nuestro (y muchos otros)  el ciudadano presidente, jamás será tratado de  la misma forma que a cualquier ciudadano.  Desde el “bien cuidao”, hasta los médicos de cualquier hospital, en Panamá la atención pública (e inclusive la privada) cambia mucho si se llega rodeado de un grupo enorme de seguridad y manzanillos.  Mucho peor aún, si se trata del presidente de la república.  Porque en este país no existe permanentemente  la equidad, ni la igualdad, ni nada de esas cosas que suenan tan bien en la teoría, pero que en la práctica se deshacen cuando las abanican los billetes.  


Si el presidente quisiera conocer en carne propia y de primera mano, la verdadera atención que ofrecen diariamente nuestras entidades (hospitales, ministerios y demás instituciones)  al pueblo, yo lo invitaría a despojarse de tanta gente alrededor, y a que se disfrazara de panameño común (para que no lo reconozcan).  Entonces sí, debería anotar todo lo relativo a: Trato, abastecimiento, demora y efectividad.  Si el señor presidente consiguiera como ciudadano común (inclusive, ni siquiera como empresario pudiente) que le den trato presidencial, o dicho de otra forma, si como presidente  consiguiera que lo trataran como a cualquier otro ciudadano (de esos que ahora llaman “de a pie”) yo diría que estamos en una verdadera democracia.  Porque de eso se trata la democracia: Que al presidente se le trata como a cualquier otro ciudadano, y a cualquier otro ciudadano se le trate como al presidente.

Una tortilla, por setenta y ocho hamburguesas


La población actual de Estados Unidos oscila entre 312 millones de habitantes, y la de Panamá de 4 millones (con un pronóstico demasiado optimista).  No soy economista ni nada por el estilo, pero me parece que para establecer cualquier tipo de competencia, los competidores deben ser de categorías similares y  deben competir en condiciones  similares.  Yo quisiera saber a cuántos gringos les gustaría comer tortillas panameñas, y a cuántos panameños les gusta comer hamburguesas gringas.  Dado el carácter imitador de nuestro pueblo, en lugar de que  los gringos empiecen a comer tortillas panameñas (haciendo rico a nuestros productores) los panameños, inclusive en el mismo Panamá, terminaremos comiendo  más hamburguesas que tortillas (dicho sea de paso, muchas  más de las que ya consumimos). ¿Por qué? Porque nos veremos tan invadidos de hamburguesas, que los productores de tortillas terminarán viendo mucho más rentable la importación de hamburguesas.  Tal y como yo veo las cosas (aunque se me diga negativo, no puedo cegarme)  los pequeños y medianos productores panameños, sin capacidad de competencia para con los productores gringos, van a quebrar.   Van a succionar al mercado local, castrando a la producción nacional.  Sin importar la capacitación que les den los MEGA técnicos Vietnamitas que traerá el actual gobierno, y los incentivos que mencionan las autoridades del agro, sobre regalar plasmas y otras cosas (lo vi hoy en la TV, ¡Beca universal, para los productores!...este gobierno todo lo resuelve como oferta de supermercado o feria popular) La industria local se va a arruinar en muchos rubros, y los pocos productores que puedan, van a terminar convirtiéndose en importadores.  Esos importadores, al poco rato descubrirán un tope de ganancias muy inferior a las que obtenían anteriormente como productores.   ¿Por qué?, porque ya el mercado actual tiene enormes tiburones, que se dedican a la importación masiva, contra los cuales jamás podrán luchar los nuevos importadores ex productores.  En consecuencia, perderán los productores, y sistemáticamente, se irá reduciendo, dada la naturaleza del mismo tratado, la cantidad de importadores actuales.  A tal punto que, finalmente se favorecerán los grandes importadores locales, léase, los mismos de siempre y que no hace falta mencionar, porque todos ya conocemos.




Esto me recuerda mucho al cruel cuento de la globalización, que dicho sea de paso, no ha traído la “optimización” que se esperaba en el mundo.  En lugar de “subir los estándares de vida” de los pobres, lo que ha hecho es bajar los de la clase media (mismo esquema de nuestra actual administración) generando aún más pobreza, y haciendo a los más grandes y poderosos, aún más grandes y poderosos.  Hoy escuchaba por la televisión a esa autoridad poner de ejemplo a Perú…uno de los países más pobres de sur América.  Yo no he escuchado mucho revuelo con esto, tal vez porque viene de otros gobiernos, pero le cae como anillo al dedo al actual.  Yo no sé si el frente por la democracia y las demás fuerzas “vivas” del país, no han visto la potencialidad negativa de todo esto.  Peor aún, en un país donde las riquezas están tan mal distribuidas, en uno de los peores países del mundo en dicho aspecto, nuestro tan querido y abusado Panamá.  Esta es otra triquiñuela, ahora implantada en nuestro territorio como aquella MEGA tormenta Sandy, como una segunda invasión, esta vez, económica. ¿Y qué debemos esperar de ese “noble” intercambio comercial?  Productos y bienes especialmente fabricados para importarse al tercer mundo… Por suerte, como dijo el sujeto de la televisión hoy, Panamá tiene altos niveles de regulación fitosanitaria, mejores que en la misma gringolandia. ¡Ya aburren con ese cuento, que vienen repitiendo desde la pasada administración!  El asunto no es qué controles tenga Panamá, sino con qué frecuencia y a qué cantidad tendremos que estar “aguantando” goles de Estados Unidos, ¿Tendremos la capacidad?.  En un abrir y cerrar de ojos, contemplando la reactividad y baja pro actividad de nuestras autoridades, en lo que un exportador masivo de esos nos meta un producto dañado, y los panameños nos demos cuenta…tendremos a media población intoxicada.  Recordando el caso funesto del jarabe envenenado, ahora posiblemente multiplicado a la “N”, con el TPC.  Estos esquemas de erradicación y exterminio gradual, que implantan las “modas” de las grandes potencias, sobre los países menores (tercermundistas) siempre encuentran eco y aceptación en gobiernos impopulares,  débiles, de baja justicia social, no pocas veces represivos, y muy  proclives a la corrupción o a las torceduras de brazos.  Así lo han implantado en algunos países de Latinoamérica, y cuando Latinoamérica tenga la capacidad de “hacer recuento de daños”, entenderá por fin que se vendió a muy bajo costo.

El silencio de la defensora, y el lamento de los inocentes


"Le prometo al pueblo panameño que así como prometí de niña hacerle justicia a mi padre, le haré justicia a cada ciudadano y ciudadana de este país, que sus derechos serán respetados y que exigiremos la justicia, porque la justicia no se pide, sino se exige"….palabras de Patria Portugal.


La defensora del pueblo, Patria Portugal,  prefirió no dar declaraciones mientras ocurrían los disturbios pasados,  para “no echar más leña al fuego”…según noticia publicada en www.prensa.com,  el 2 de noviembre de 2012 en artículo de Ana Teresa Benjamín.  Este tipo de argumentaciones, son las que no hacen cuadrar mi sentido común, para con el proceder de nuestras autoridades.  Este gobierno se ha caracterizado no por ser dirigido por un hombre “intenso” tal y como dice de sí mismo, el presidente de la república.  Sino por  la suma informalidad con la cual han llevado, y opinado sobre muchos asuntos álgidos.  La formalidad, aunque no se crea así, los protocolos, los procedimientos, controles y demás, más que un efecto decorativo, no pocas veces generan una barrera de protección del ciudadano para consigo mismo, una barrera de protección del individuo para con su propia “animalidad” (sobre todo, cuando opera en masa).  Peor aún si hablamos de “la cosa pública”.  Claro que, en los diferentes gobiernos se ha venido abusando tanto de la dichosa “formalidad”, que han generado lo que ya todos conocemos como coágulo burocrático.  La burocracia impide muchas veces que los procesos públicos fluyan con prontitud y efectividad.  Lo cual no ocurre en ciertas empresas privadas, en la que eventualmente “el dueño” agiliza cuanto proceso se le interponga en la ejecución de determinada obra.  El problema aquí,  es que el estado panameño no tiene “dueño”, por un lado (razón que quizás le cueste mucho entender, a este gobierno de corte privado).  En consecuencia, no se pueden obviar los controles y procedimientos gubernamentales “así porque sí”.  Y como el estado panameño no tiene dueño, y como el estado es de “todos”, o mejor dicho, todos somos el estado… si se cancelan los procedimientos y controles, la cosa pública se volvería tremendo desorden.  Desorden del cual bien pueden surgir eventos lamentables, léase corrupción y otros.  En consecuencia, las medidas de control, seguridad, procedimientos y protocolo, tienen su razón de ser.



¿Pero a qué viene toda esta parrafada de informalidad vs formalidad?... ¿Cómo es posible que la defensora del pueblo hable de esa forma, refiriéndose a acontecimientos tan crudos y lamentables como los que vivimos en Panamá hace menos de un mes ?.  “Echar leña al fuego”… lo mínimo que uno espera de una autoridad con investidura similar, es un poquito más de vocabulario, algo de cadencia tal vez.  Pero bueno, supongo que si este gobierno tiene a un individuo como “aquel”,  de presidente de la asamblea legislativa, y a un ministro bachiller, y a la máxima autoridad hablando de “pajas mentales”…¿Qué podemos esperar del léxico de la defensora del pueblo?.  Tengo entendido que la joven estaba en uno de los últimos años de derecho, o ya era abogada cuando la nombraron.  De igual forma pregunto, porque no es cualquiera que se gradúa de una universidad, y menos de tal profesión:  ¿Es preciso que nuestra defensora del pueblo, hable de “echarle leña al fuego”?, ¿Será que no pudo decirlo de otra forma?.  Sin embargo,  eso no fue  lo peor.  Lo peor surge del análisis completo  de todo lo que dijo, que prefirió no dar declaraciones por “no echar más leña al fuego”.  Hay un viejo refrán que dice: “El que calla otorga”, y me permito recordarlo en este preciso momento.  Siempre queda algún tipo de vínculo entre el ejecutor de una maldad, y quien sabiéndola, no la denuncia (peor aún, si es su responsabilidad).  Bien dijo Gandhi, que  “Lo peor de la gente mala, es el silencio de la gente buena”.  Si la defensora del pueblo de Panamá, prefiere callar por no polemizar, o por no empeorar el asunto… pues, ¿De qué nos sirve tenerla allí, pagando su salario de nuestros impuestos? ¿Para qué nos defienda en silencio (por no echar más leña al fuego)? ¿O para defender al pueblo, con liderazgo y valentía, independientemente al momento que sea?.  Porque mientras ella pensaba en “no empeorar el asunto”, hubo gente muriendo, que dio su cuerpo a las balas por defender nuestra razón social.   Pero no, nuestra defensora del pueblo, no defendió a nadie, sino que prefirió callar, por “no echar leña al fuego”, ¿Qué clase de actitud es esa? ¿Qué clase de excusa es esa? ¿Qué clase de defensora es esa?


Ahora manifiesta un informe preliminar (ni siquiera el definitivo, después de dos semanas) alegando que “prefirió no echarle leña al fuego”… ¡Qué bien!.  Entonces, llamemos al Chapulín Colorado.  Además, no sé si la defensora del pueblo sepa, que “justicia tardía, no es justicia”. Defender a un pueblo no se trata de contar bajas y heridos.  Defender a un pueblo no se trata de hablar “lo más informal” posible.  Ser defensora de un pueblo, no se trata de hacerse la “histérica” en otras situaciones de índole público.  No se puede defender a un pueblo callando cuando la situación aprieta,  “por no echarle leña al fuego”.  Cuando ella fue elegida, yo pensé que la elección había sido correcta, pese a la marejada de comentarios en contra (por su falta de  formación en el área, nivel académico etc.).  Ahora pienso que el puesto le quedó demasiado grande, no tanto así por la manera cómo se expresa y su precario recurso verbal, o por su nivel o tipo de preparación, o por su experiencia, sino por la misma trascendencia de los mismos acontecimientos, como dicen por allí “de palabra, pensamiento, acción u omisión”.  Bien lo dijo la Biblia: “Por sus frutos los conoceréis…” Mateo 7, 15-20. 

martes, 30 de octubre de 2012

Soluciones, no entregas periodísticas

Nadie puede impedirle al presidente que compre un canal de televisión.  El es un empresario de éxito, nada le impide diversificar. ¿Luego, qué hay de malo en que compre una televisora, o visite sus instalaciones?.  Sin embargo, en un diario de la localidad presentan foto suya, visitando al nuevo canal a plena luz del día.  Yo preguntaría:  ¿Por qué el presidente atiende sus negocios en hora laboral?, pero dándole el beneficio de la duda, dado que el diario no especifica hora ni fecha de la ilustración, pudiera asumir que aquello ocurrió después de las seis, y antes de las siete de la mañana, o un sábado, o un domingo.  Total, ¿Hace cuánto tiempo la gobernadora de la república tiene un programa de radio, de opinión, en supuestas horas de trabajo?.  Entiendo que la ley exceptúa de estas cuestiones (y sólo por cuestiones de prensa) a los funcionarios de elección popular.  Pero de igual forma, asumamos que la gobernadora pre-graba sus programas. 



Sin embargo, cuál sería la implicación de que un presidente atienda sus negocios, o que la gobernadora haga su programa de radio,  en horas laborables.  No así, la nimiedad del horario, que, hasta cierto punto pudiera obviarse.  Sino, más bien el enfoque de los intereses de nuestras autoridades.  Es decir, ¿Por qué nuestras autoridades están tan preocupadas en los medios de comunicación?  Acabamos de salir de una crisis; es más, ni siquiera hemos terminado de salir de una crisis en la segunda provincia más importante del país, sin embargo, nuestras autoridades parecen estar más preocupadas en lo mediático.  De la gobernadora, dado su perfil como profesional de la comunicación, se entiende mucho más y preocupa mucho menos que del presidente.  Dicho sea de paso, la gobernadora gozó de mucho prestigio en la gesta democrática de otrora, pero ¿Cuál es la obsesión de nuestras autoridades, para con los medios?




Hace poco el presidente dijo por televisión que cuando saliera del gobierno, iba a tener más poder del que tiene ahora (palabras más, palabras menos)¿Qué quiso decir?... tal parece un chiste “sin palabras” de humor muy negro.  No se puede negar que el presidente ha tenido férrea oposición desde sus inicios, peor aún desde que el panameñismo salió (o lo sacaron) de la alianza.  Básicamente, el gobierno atrajo sobre sí toda la oposición del país.  Pero esto en nada pareció intimidar al presidente, que, sin darse cuenta, equivocó garrafalmente su actitud al enfrascársele.  En lo que él ha estado peleando con su “oposición” frontal y oculta, su séquito, corte o funcionarios, han equivocado muchos procederes, dando así mayor fuerza a la oposición.  Es decir, el presidente, sino se ha dado cuenta aún, pelea contra la oposición más grande de nuestra nueva democracia, y con gente de su propia lid tan mediocre que, intencional o involuntariamente han favorecido  los argumentos en su contra.  Tal parece, no puedo asegurarlo, que el presidente le ha dado mayor valor al conflicto que ha la resolución de problemas, y por allí lo han llevado, como quien le recoge el sedal a un pez grande.



Todo esto promete mayores y peores conflictos, aún después del 2014.  Si el presidente no depura su gabinete y pone en línea a sus funcionarios, si el presidente no deja de involucrarse tan personalmente con la presidencia, Cambio Democrático quedará enterrado a la posteridad,  tal y cómo algunos de sus predecesores se han encargado de desvirtuar   a sus propias fuerzas políticas.  Claro está, primero habría que ver cuál es la voluntad colectiva de dicho partido, la de su fundador, o la de ellos como grupo político.  Entre tanto y tanto, entre todo este tira y hala que nos han montado, nos montaron y nos seguirán montando cada cinco años, más allá de la obsesión de nuestras autoridades por los medios de comunicación, he de suponer que el país ganará nada.  A no ser que los televidentes, radioescuchas y lectores, dejemos de consumir tanto “bochinche mediático” y empecemos a exigir más realidad en las soluciones que nos entregan.  Léase, “soluciones” no entregas periodísticas.

lunes, 29 de octubre de 2012

¿Cuáles derechos, los tuyos o los míos?

A mí me llama mucho la atención, la facilidad con la que las personas refieren ser víctimas de algún tipo de abuso.  Mientras más gente haya conformando la protesta, más histriónicos y dramáticos se ponen. Definitivamente, cuando el hombre se levanta en grupo porque sus derechos están siendo violados, existe una gran posibilidad de que efectivamente sus derechos estén siendo violados.  No lo puedo negar.  Inclusive, muchos de estos grupos se conforman para exigir derechos sociales, tales como el agua, el aseo, la seguridad, la salud y algunas veces hasta por la educación.  Los derechos sociales tienen una fuerte base en los derechos individuales. Sin embargo, ¿Por qué tenemos que asociarnos en grupo, para exigir nuestros derechos individuales?, porque no desarrollamos la conducta, la cultura del respeto personal.  De ser así no habría necesidad de levantar revoluciones, grupos de linchamientos, segregación, racismo, sexismo  etc.  Lo curioso del caso es que el ser humano se agrupa para exigir sus derechos, dándose golpes de pecho por ser “victimas”.  Y de ser víctimas terminan convirtiéndose en victimarios, porque de ser explotados pasan a ser explotadores.  Se imponen grupos, doctrinas, sectas, legiones, roscas a favor de los derechos de unos, pero en contra de los derechos de otros.  Entonces los habrá aún más díscolos, que se piensan “elegidos” por el destino, para ser líderes, caudillos, y los habrá muchos más que consideren ser superiores al resto, predestinados, elegidos etc.  La naturaleza humana presenta esta falla integral que no es más que egoísmo en su máxima expresión, como si fuéramos niños que aún no hemos terminado de crecer.  Y de adultos armamos tales berrinches, pataletas, que definen guerras, invaden países, destruyen naciones, matan montones de personas, muchas veces sustentados en intereses económicos de algunos pocos.  Los nazis porque se creían superiores, la iglesia porque se consideraba la elegida (inquisición, cruzada, evangelización), Napoleón porque era Napoleón,  los faraones, los monarcas, los políticos, ninguno de ellos respeta la individualidad, tratan al ser como parte de la masa, y sólo velan por sus intereses o los de sus allegados.




La historia de la humanidad es la cronología escrita del hombre abusando del hombre.  Dicho sea de paso, las leyes, los diversos contratos sociales, incluyendo el matrimonio mismo es apenas un protocolo, un pacto entre nosotros mismos para no terminar matándonos los unos a los otros.  Todos reconocemos que hay que respetar al prójimo, pero nadie lo respeta siempre que el respeto implique su restricción.  Sabemos que está mal, porque no nos gustaría que nos lo hicieran a nosotros mismos, pero si podemos racionalizar el evento y conseguir un grupo de abusadores o interesados similares, el débil espectro de nuestra conciencia quedará sometido por los intereses personales propios y los de mi grupo (que dicho sea de paso, son versiones muy similares a la mía).  Estos contratos sociales de agresión y no subsistencia, que impiden que nos matemos los unos a los otros, subsisten gracias a la hipocresía colectiva de no ver lo evidente, engañándonos a nosotros mismos.  Creyendo que porque lo hago yo, y los míos, es correcto y los demás están equivocados.   Estos contratos sociales que impiden nuestra auto extinción como especie, de una u otra forma nos han hecho progresar como grupo, no así como humano, no así como una sola especie.  Sí, no sólo no nos hemos matados los unos a los otros, sino que hemos avanzado mucho, pero divididos.  Los chinos por un lado, los panameños por otro, los judíos por acá, los árabes por allá, los negros de un lado, los blancos de otro, los menos negros más cerca, los más negros más lejos, los budistas en el oriente, los cristianos en el occidente, los católicos en muchas partes, los evangélicos tratando de sobrepasarles  y así…  Sí, hemos progresado cada cual por su lado, pero sabemos como especie que no hemos hecho bien las cosas.  Hemos crecido en un sistema socialmente hipócrita, egoísta, desigual, y opresivo. Por eso vivimos en una zozobra colectiva, apocalíptica, de tercera guerra mundial, anticristo y muerte, e inclusive, curiosamente vivimos esperando un mesías, un líder, un maestro, que Jesucristo vuelva por segunda vez a la tierra y nos salve de quién???...de nosotros mismos.  Luchas de poder, luchas de grupos, aplastando al humano en la mitad. ¿Acaso eso es evolución?



Todos los días enciendo el televisor, casi siempre a la misma hora y veo las noticias.  El patrón es el mismo, lo único que ahora podrán mandar los que antes se quejaron, y ahora se quejan los que antes mandaron.  ¿Pero hemos avanzado como país? ¿Por qué asombrarnos de que vuelvan antiquísimas posturas y costumbres, que pensamos erradicadas de nuestra realidad política y social?  Si seguimos perpetuando el modelo opresivo que nos constituye como humanos.  A saber, la madre (o el padre) no escucha al niño porque está ocupada, tal vez demasiado ocupada para compartirle media hora de amor, pero le impone una conducta específica de urbanidad y disciplina que no la altere porque viene cansada del trabajo (y sino trabaja, la familia no come).  Vemos entonces un chiquillo criado sin afecto, y con normas de crecimiento impuestas para favorecer la comodidad de un tercero, que en lugar de brindarle amor, lo maltrata directa o indirectamente.  Brindar amor no significa maltratar al individuo, sólo regocijarlo como ser que existe, compartir la gracia de que esté vivo, incorporarse a su vida.  Pero los padres ahora, no tienen tiempo para dedicarle a sus hijos.  Sin embargo criticamos que los muchachos sean recogidos por la policía, ingiriendo bebidas alcohólicas, en una fiesta clandestina…  La respuesta tradicional es bastante sencilla y conservadora: “Castíguenlos más fuerte”.  En la escuela, si el educando no sigue el procedimiento del educador, pues no saca una nota correcta, ni habiendo llegado a la respuesta que era, porque no siguió el procedimiento.  El individuo en nuestra sociedad, desde chico se acostumbra no a tener conciencia de lo que hace, sino a evitar el castigo.  Bajo estos conceptos, cómo podemos hablar de ser responsables en función a nuestra propia naturaleza.  Jamás lo haremos, simplemente adoptaremos una conducta “socialmente aceptable” porque sino me castigan.  Responsabilidad aplicada a chorros de imposición y violencia.  Luego no entendemos por qué hay tanta droga en las calles y porque la violencia crece en nuestra sociedad como un cáncer que nos corroe.  Porque la droga, o el vicio en cualquiera de sus formas,   “evade”  al individuo de su propia insatisfacción al adaptarse a un sistema que no termina de entender, ni le permite ser dentro de los parámetros humanos, sino ser dentro de los parámetros contextuales de un código moral, ético, o legal impuesto por el castigo.  Así las cosas, jamás creceremos como personas, jamás seremos responsables y siempre viviremos en el obscurantismo como especies.  Y desde luego, la violencia aumentará, porque es el único mecanismo más efectivo e inmediato que conocemos para que el individuo “haga lo que tenga que hacer” como le digo yo.



La sociedad en que vivimos se ha acelerado y apretado tanto, que no nos da tiempo de repasar y corregir nuestra propia conducta.  Sin embargo, nos presentan mil y un mecanismos de evasión, por eso es que hemos perdido la lucha contra la droga, los vicios y la violencia.  Porque los vicios, la evasión (en forma de la hipocresía social)  y la violencia son los pilares que sostienen a nuestra sociedad como tal cosa.  Desde que estamos chicos, hasta que nos entierran. ¿Solución?...yo diría que un poco más de tiempo para realizar introspección, reconocer y corregir errores propios.  Aprender a vivir según nuestras propias limitaciones y aprender a vivir de acuerdo a ellas, jamás entendiendo error por limitación.  Un error es una cosa, una limitación es otra.  La limitación no nos hace feos, ni miserables, ni pobres, reconocer una limitación nos hace mucho más responsables y conscientes sobre nosotros mismos y nuestros actos.  Las limitaciones nos hacen ser parte acorde de un grupo, no así la estrella.  Vivimos en un mundo donde todos quieren ser estrellas, y peor aún, quieren ser estrellas estrellando a otros.  Las limitaciones nos dicen, eres humano, pero puedes ser mejor.  Una limitación es el verdadero reto evolucionista, que se podrá o no superar, y nos hará más entretenida o sabia la vida.  El error es un derecho natural y parte fundamental del proceso de aprendizaje, y a diferencia de la limitación, el error si debe ser subsanado.  Tener menos miedo y más fe, fe en Dios o como quiera llamarle; aprender a dejar la vida en manos de Dios, desde que nos levantamos, hasta que dormimos, en lo chico y en lo grande, en lo complejo y en lo simple.  Y por último dar un poco más de amor al entorno que nos rodea, especialmente a nuestra propia familia.

Aplastados entre circo y realidad





Este asunto de los GLADIADORES... Me parece extraño que ahora surja esto.  Tal vez sea una pantomima más de las personas que apoyan al gobierno, pero por qué ahora.  Hace un par de meses atrás, nos corrimos la suerte pública de andar escándalo tras escándalo, luego conflicto tras conflicto, luego enredo tras enredo, y desde luego siempre lo de “problema tras problema” (el agua, la violencia, la comida, el aseo, confrontaciones etc.)   Pero estos últimos días el país ha vivido una especie de calma forzada, exceptuando el asunto de la reforma electoral.  Ahora salen con esto, ¿Por qué?...  Será que a ciertas personas les gusta “inventar cosas” improductivas…Tal vez no sólo necesiten estar en “la boca pública”.  Tal parece que quisieran convertirse (a raja tabla) en una marca social.  En economía “negra” el producto en sí no importa (si sirve o no sirve) de cualquier forma lo comprarán si tiene una “marca” sustentándolo.   La propaganda, sobre todo la agresiva, es sumamente importante para el capitalismo salvaje.  Y la marca no sólo vende, sino que vende más caro inclusive, y a veces (como decía) por productos de dudosa procedencia.  La marca del capitalismo salvaje, corre como fuego en monte seco, sobre un pueblo masificado, mal educado, parcialmente enfermo, endeudado y atemorizado (por no decir reprimido).  El ser humano, bajo esas condiciones, tiende a masificarse, como el animal en manada.  Sin embargo, no pocas veces el ser humano que se siente desmejorado, desprotegido y fuertemente golpeado, busca asociaciones de bajo perfil, asociaciones de conveniencia básica, eventualmente más orientada al disfrute que a la mejor supervivencia.  Por eso, a mucha gente en este país le conviene que nos volvamos masa, para así vendernos mejor  la marca.




¿Pero acaso servirá esto para contener la ira social, producto de reiterados desaciertos públicos?.  Hace poco, un canal de televisión mostraba a un hombre amenazando a otro con un cuchillo, por un asunto tan “trivial” como el tránsito.  Digo, todos estamos propensos a exasperarnos en medio de un tranque vehicular.  El problema empieza cuando el tranque vehicular te SIGUES desde que sales de tu casa (temprano en la madrugada, porque el mismo tranque vehicular así lo exige) entrando a tu trabajo, cuando vas a almorzar, cuando sales del trabajo y así por los siglos de los siglos Amén.  El problema crece cuando todo está tan caro, que inclusive no tienes dinero para pagar la gasolina que te gastas en el tranque.  El problema crece cuando te multan por tratar de evadir el tranque, no de la mejor forma.  Así que, lo que vimos aquella vez por televisión es una nimiedad en comparación a la frustración social, cuando un pueblo se sacrifica por completo en función a obras que, dicho sea de paso, tampoco garantizan la resolución de los problemas sociales que le afectan directamente a diario (especialmente el tranque). MEGA obras, MEGA deudas, MEGA enredos, MEGA tranques y al final ¿Qué gana el pueblo de eso?  ¿Acaso el metro, o la tercera fase de la cinta costera,  nos resuelve el problema del agua, el aseo, la salud, la educación, la seguridad y la economía? ¿Nos ayudarán  “LOS GLADIADORES” a solucionar este problema, o a mejorar nuestra calidad de vida tal y como se nos prometió en campaña? No, los gladiadores fueron creados para defender la gestión gubernamental, no así para defender al pueblo de los tranques, el encarecimiento de la canasta básica, la pésima recolección de basura, la falta del agua reiterada en toda la capital, el problema de la salud pública, el problema de la violencia, el encarecimiento de la vida.  Los GLADIADORES no nos defenderán de los empresarios abusadores que abusan de sus empleados, ni de los empresarios que abusan del consumidor, ni de los maleantes, ni del desempleo.  Los GLADIADORES sólo defenderán al gobierno.  ¡Qué bien!.  Y a nosotros… ¿Quién podrá defendernos?


Los antiguos gladiadores romanos, constituían un triste espectáculo asesino, en el cual la vida humana valía menos que la diversión de la masa.  Así las cosas, dos hombres peleaban no pocas veces a muerte, para entretener a otro grupo de hombres. ¿Qué se espera de este asunto de los GLADIADORES entonces? ¿Promocionar al gobierno, promoción política, muerte o más circo?.  Caso tal, el circo es un espectáculo, pero nuestros  problemas son reales.  Esto no es propaganda opositora, simplemente TODO está más caro, TODO está más enredado, desde el ornato de la ciudad hasta la toma de decisiones, y en el medio, obviamente, aplastando  la vida del ciudadano común.  Ahora nos plantean que la vivencia diaria consiste en “la lucha de GLADIADORES”, sin embargo, yo la aproximaría más a cuando tiraban a los esclavos (y cristianos) a las fieras  (leones) en el Coliseo.  Los leones serían: La gasolina, la delincuencia, el costo de la vida, los tranques, la falta de medicinas, la falta de hospitales, la falta de justicia, el problema del agua, el problema de la basura, la represión.  ¿De qué nos servirá entonces un coliseo de lujo, una ciudad de primer mundo? ¿Quién gana del sacrificio de los esclavos (todos nosotros)? .  Sin embargo, lo que más me aterra de todo esto (más que los leones y el sangriento espectáculo en sí)  es que nosotros mismos pagamos por verlo.

Desidia asesina

Hace algún tiempo escribí un artículo cuyo nombre definí, por qué mueren los inocentes.  Por la cobardía de los que hacen nada.  Me refiero a la niña que murió por el derrumbe del muro, en la escuela del Japón.  Me refiero a las niñas y niños que han muerto por balazos, y por la violencia de nosotros los adultos, de intención, o de accidente.  Nadie desea la muerte de un niño, pero ante eventos como el de la escuela del Japón uno se pregunta: ¿Qué vale más, la vida de una niña o la bendita transformación curricular? ¿La vida de una niña o la politiquería de un ministerio? ¿Ver a la ministra practicando demagogia o la madre de una niña muerta llorando? ¡Qué inútil, mediocre y maldito sistema social panameño!  Curiosamente oigo al señor de protección civil, mientras lo entrevista un canal de televisión decir que “la ministra está muy nerviosa…que se ponen a disposición de la ministra…” ¿Acaso todo es la ministra?, digo, ¿Y qué con la madre de la niña? ¿Una niña de ocho años, una madre que le arrancan hoy a una hija, vale  menos que una ministra? ¿Por qué hablar tanto de la ministra, y no de las víctimas?  Porque vivimos en un país con una justicia social desigual, clasista, en el que la víctima importa un carajo.



¿Quién construyó el muro? ¿Qué autoridad verificó el muro? ¿Qué maestros vigilaban a las niñas? ¿Por qué nadie vio que ese muro estaba por caerse?  Un accidente ocurre en cualquier momento, y le ocurre a cualquiera, pero, cuando hay signos evidentes de haberse podido evitar…ya hablaríamos entonces de una mediocridad, de una desidia asesina.  Porque los panameños nos hemos acostumbrado a vivir en el borde de la suerte, apenas importándonos por los que nos rodean, hasta que los eventos nos afecten.  Y nos damos estúpidos golpes de pecho diciendo que “Dios es panameño”, cuando vivimos ignorando, todos, autoridades y pueblo, las medidas básicas de seguridad pública, salud, aseo etc. Cruzar por debajo de los puentes, manejar hablando por celular o chateando, ir sin el cinturón, caminar por las calles y no por las aceras, jugar a que los edificios se llenan de humo y hay que desalojarlos cada mes, conexiones brujas de gas que explotan en los edificios, carros de gas que explotan matando “a los menos”, jarabes tóxicos, bacterias nosocomiales súper resistentes, buses que se incendian.  Eventos catastróficos, que pudieron haber sido de mayor calaje.  Un pueblo inconsciente y una serie de autoridades mediocres que no fiscalizan y sólo aparecen para hacer pantalla o política.  Pésima combinación, una bomba de tiempo que bien podría convertirse en masacres a grandes escalas, diarias.  Pero, “Dios es panameño”…



Nuestro sistema social sólo protege a las víctimas, mientras los medios estén rodeándola.  Por eso los nuevos tribunales populares son los programas de televisión, que atienden quejosos.  Porque si no tienes influencia de algún tipo, nadie se entera, ni nadie hace nada por tu desgracia.  Porque el pueblo mira para un lado y las autoridades ni se dan por enteradas.  Un sistema social hipócrita y servil, en el que la clave del éxito es “Aguanta callado”.  Luego, ¿A quién le importa las víctimas? Si en nuestras escuelas se tilda de “sapo” al que denuncia una injusticia, o de “mariquita” al que se queja.  Acaso no estamos acostumbrados desde chicos a “aguantar callados”, ¿Luego, cómo demonios quejarnos de que todos los gobiernos que suben son represivos, abusadores, mediocres  y poco importa?  Si nosotros mismos prohijamos este tipo de actitud, de poca monta y menos cacumen, en la que enterramos vivas a las víctimas, y después de su muerte las lloramos hipócritamente en coro ¿????  Con un sistema social así, cómo pedirle a Dios que siga “siendo” panameño…

Mi Panamá de otros

“Paisano mío, panameño: Tú siempre respondes: Sí…Si te dan un peso diario, Sí, sí, sí…Si te gobierna un tirano, sí, sí, sí…Aprende a decirle NO”  lo escribió Demetrio Herrera Sevillanos en la primera mitad del siglo pasado.  En la primera mitad del siglo pasado, ya se hablaba de la docilidad o el conformismo de nuestro pueblo.  Curiosamente, siendo un pueblo de tantos campeones de boxeo…siempre decimos que sí, somos dóciles (salvo contadas excepciones, que valen su peso en oro).  Aunque tristemente veo que el panameño se ensaña mucho más con el propio panameño, que con el extranjero.  Este artículo lo escribo para demostrar que el problema de “integridad cultural” o de fusión nuestro, no emana totalmente de los malos extranjeros, sino de los pésimos nacionales también.  Peor aún, cuando yo meto la mano en mi bolsillo, y saco un dólar.  Peor  aún si al meter la mano en mi bolsillo, sacase además de un dólar, un euro... Cada vez son más las emisoras de típico que ponen vallenato, y bachata.  Dicho sea de paso, yo crecí (setentas y ochentas) escuchando rock, mientras mis parientes bailaban salsa, merengue, cumbia, mambo. Pero los toldos…ya casi no hay, y siguen proliferando los rincones “típicos extranjeros” en nuestra patria (como si fueran las suyas).  ¿Hasta qué punto la identidad cultural del panameño está comprometida por los extranjeros, y hasta qué punto por nosotros mismos, por nuestra actitud de aceptación e imitación, sometimiento para con lo foráneo y hostilidad para con los nacionales?.  Como dice el refrán: “Ángel en la calle, demonio en la casa”.

Hace poco puse un anuncio para trabajadora doméstica, y me respondieron más extranjeras que nacionales.  Considerando el riesgo que implica contratar a una extranjera (dado los últimos casos) terminé preguntándome: ¿Dónde están las panameñas?.  Alguien que sabía del tema, me aclaró que las domésticas panameñas aplican a puestos de empleos con extranjeros, que pagan mejor.  Es decir, las extranjeras quieren servir a los panameños, y las panameñas a los extranjeros ¿Qué es esto?…  Las pocas panameñas que atendieron mi llamada telefónica, terminaban entrevistándome, en lugar de yo a ellas (¿Cuánto pagan, cuántos niños son, hay que limpiar, qué tan grande es la casa etc.?). Finalmente, muy pocas fueron a la entrevista, y las restantes claudicaron entre la contratación y el primer día de trabajo.  Pensamos entonces que se trataba de la política del clásico “no voy” taxista.  Es decir, necesito un empleo (porque la calle está dura) pero no un trabajo.  Recordando que trabajo implica fuerza por distancia, y tal parece que nuestros paisanos no quieren esforzarse sino “emplearse”. ¿Entonces por qué quejarse de la situación?.  Pero esto no es cosa de taxistas y de empleadas, esto se ve también en las oficinas. ¿Qué nos pasa?  Tenemos un gobierno tal vez demasiado laxo para con la mano de obra extranjera (no sólo con el asunto de los MEGA inversionistas extranjeros).  Ellos entran a competir al mercado laboral, y, básicamente se comen crudos al nacional.  ¿Será porque los extranjeros son magos, extraterrestres, o superiores a los panameños?




Aunque los hay totalmente desinformados, que consideran que ellos (los extranjeros) constituyen el progreso de Panamá, y no al revés, que ellos (los extranjeros) vinieron a Panamá por su progreso. El tipo de extranjero inmigrante, el buen tipo, no así el delincuencial, ni el que en lugar de generar ganancias locales las extrae, se denomina “emprendedor”.  Un emprendedor no corresponde a una nacionalidad, sino a un tipo de humano específico.  Un individuo que se ha visto tan presionado en su país de origen, que sencillamente arriesga TODO en busca de un mejor futuro en el extranjero. Digo, ¡Hay que tenerlos bien puestos, o estar muy desesperado para hacer algo así!.  Luego, este tipo de extranjero, compitiendo contra un nacional dormido, y peor aún,  sumándole al evento una política gubernamental indulgente para con los extranjeros y represiva para con los nacionales…nos lleva el diablo.  Cuando estaban los americanos, Panamá luchó por su soberanía.  Ahora que se han ido, hemos sido absurdamente invadidos por todas las nacionalidades.   Sin embargo,  lo que más me duele es oír a muchos nacionales, ahogados en su propia ignorancia, frustración e inconsciencia, decir que los extranjeros son mejores que los panameños, sin analizar un poco más a profundidad el marasmo social en que hemos vivimos durante toda nuestra época republicana. Panamá, siempre sirviéndole al mundo, o como dice el escudo: “Pro Mundi Beneficio”.  Siempre tras la sombra de grandes potencias extranjeras: España, Colombia, Francia, Estados Unidos. ¿Acaso de allí provendrá nuestra peculiar actitud, para con todo lo que suene a extranjero?.   Sin olvidar el detalle de que nuestra posición geográfica, ha hecho que todos y cada uno de nosotros, salvo las razas “puras”, tengamos más de un tipo extranjero en la sangre.  Pero bueno, todo eso es muy diferente a humillarnos entre nosotros mismos cotidianamente, y luego pensar que un juego de futbol nos harán más patriotas, mejores ciudadanos o buenos panameños.  

MEGA religiosidad

Recuerdo cuando salió el asunto de la efigie, como católico que soy me sentí orgulloso, pensé que era positivo el asunto.  Pero luego reflexioné como humano, posponiendo mi fe personal.  Yo siempre he dicho que la espiritualidad poco tiene que ver con la religiosidad.  Las religiones son caminos para alcanzar la espiritualidad, válidos en muchos casos.  El problema es que hemos confundido el sendero con el destino, y pensamos que “religión” es espiritualidad... nada más falso.  Peor aún, las religiones se han vuelto tan, pero tan sectarias,  que sentencian a la “humanidad” del individuo, por ser o no ser adepto, fiel o infiel, creyente o pagano.  Sí, muchas religiones se han convertido, más que en un camino hacia la espiritualidad, en un club social, o por qué no, en un partido político.  Algunas con la garantía del infierno o la muerte eterna, para quien no se afilie o cometa transfuguismo...  ¿Pero por qué el actual gobierno tiene ese coqueteo, específicamente para con la iglesia católica, dicho sea de paso, mayoritaria en el país? ¿Será que es otro vehículo más, de manejo de masas?



¿A cuál coqueteo me refiero?  Primero fue el asunto de la efigie más grande que la estatua de la libertad.  Según tengo entendido, el terreno lo donaba el estado (que no sería la primera vez en nuestra historia) todo lo demás saldría de la feligresía.  Hay panameños ateos, evangélicos, agnósticos, budistas… ¿Por qué utilizar un bien del estado, para levantar una estatua en honor a una religión específica?.  Tal vez el mal resida en nuestra constitución, cuando proclamaron religión mayoritaria al catolicismo.  Ahora salen con otro asunto: “Septiembre, el mes de las sagradas escrituras”.  Acaso todos los panameños tienen como guía temática-espiritual a la Biblia.  Y de ser así ¿Cuál Biblia sería? ¿La de los católicos, la de los protestantes?.  Digamos pues,  que para hacerlo más “constitucional” (por lo referido anteriormente) se declararía a Septiembre el mes de las “Sagradas escrituras católicas”.  ¿Pero cuál escritura sagrada católica? ¿Reyna Valera, Jerusalén etc.?.  Ahora bien, el punto aquí no sería a  cuál escritura sagrada gratificar, sino por qué no gratificar también al Corán, la Tora, Los Vedas, el Popol Vuh.  


Me queda en la mente si una efigie o el mes de la Sagrada Escritura, harán que el panameño sea mejor humano, bajen el precio de la comida, resucite la cadena de frío, devuelvan los zapatos del pueblo, disminuya la violencia, la corrupción, mejore la salud pública o algo por el estilo.  ¿Pero qué desea el gobierno coqueteándole a la fe católica?.  Son públicos los casos de malísimas personas,  que dicen haber sido redimidas  “por intervención divina”.   Será que este gobierno, después de haber golpeado tanto a la clase media, busca la santidad con MEGA religiosidad.  Será que empiezan a exteriorizar rasgos de arrepentimiento, y tal vez en proporción a la magnitud del error habrá de ser la majestuosidad de las obras religiosas (una efigie más alta que la estatua de la libertad, el MES de las sagradas escrituras etc.)  Si bien es cierto que este gobierno tiene el estilo XLARGE en todo lo que hace, así sea “bueno” (por llamar de alguna forma, a las obras por las cuales dicen no estarnos endeudando)  o malo, tal vez sus muestras de arrepentimiento también tengan que ser apoteósicas.  E inclusive, aparejándolo al estilo greco-romano, de tipo “gladiador” y circo de sacrificios… tal vez sólo lo hagan por imitar cualquier faceta histórica de la relación hombre-Dios.  O quizás sea otra forma más, de levantar un espectáculo que les allane el camino al 2014, ganándose a los votantes católicos, que dicho sea de paso, han de ser la mayoría.  O tal vez sea “un arrebato más” de aquella necesidad patológica por figurar pública y constantemente.  De cualquier forma, tal parece nos quieren acostumbrar a vivir de sobre salto en sobresalto, fluctuando rápidamente del espanto a la confrontación, de la confrontación al mutismo  y del mutismo al ridículo. Entonces sí, que Dios guarde a Panamá.

Palo, muerte y propaganda


“A llorar al cementerio” fue la frase que utilizó aquel diputado, con relación a la polémica ley de Colón.  ¿Fuerte, no?.  Jamás supe si se trataba de una provocación.  Pero, definitivamente lo que nunca pude imaginar es que el destino lo volvería una sentencia.  Proverbios 18:7 reza: “La boca del necio es su perdición…”.  Frecuentemente hemos visto a este diputado topar con los medios, de una manera que pasa de lo jocoso a lo ofensivo.  En un principio, los medios mantenían una especie de luna de miel con dicho señor, y de pronto, todo se les ha vuelto mueca.  Sin embargo,  eso de “llorar al cementerio…”, no quisiera estar en su lugar ahora.  Dios me libre.  Pero efectivamente, por lo menos habrá una familia que llore en el cementerio, la del niño que murió en la contienda.  Que, dicho sea de paso, he oído muy poca mención al nombre del chiquillo.  Todo se centra en la ley de Colón, los grupos, el gobierno y el aparato represivo, como si el muerto importara menos.  ¿Habrá pedido este niño venir al mundo para convertirse en mártir de semejante forma?...no lo creo.    De cualquier forma, ya es hora de que este gobierno cambie ese estilo.  Primero fueron los “indios borrachos y vagos de Bocas del Toro y Chiriquí”, ahora son “los pandilleros de colón”… ¿Mañana qué será, quiénes serán, y cuál será el insulto: “inadaptados” “imbéciles” “resentidos panameños”?




Acaso ese pueblo que tanto le preocupa a nuestro gobierno, con su beca universal, con su cien a los setenta, con las mochilas y computadoras, ¿Acaso ese pueblo no cuenta a la hora de manifestarse, y reprimirlos de semejante forma? Viendo los últimos acontecimientos, la velocidad con la que se aprobó la ley, la sorna provocativa de “llorar al cementerio”,  la intransigencia de un gobierno que ha equivocado con sangre su proceder inconsulto e impositivo, la represión mayúscula y el infierno desatado  en Bocas del Toro, Panamá y  Colón; viendo todo esto, podría decirse entonces que al gobierno le preocupa el pueblo ¿?.  Cuánta gente más habrá de morir, cuántos ciegos más justificarán  el proceder prepotente de nuestras autoridades. Primero se manifiestan a través de la burla, luego el insulto y finalmente el tolete o la bala (de goma o de cualquier otro material).  ¿De qué sirve un gobierno de guerra con su propia gente? ¿Acaso ya no pasamos por ello, antes?  ¡Qué regalo para el pueblo que votó masivamente a favor de este gobierno! tanto desasosiego, tanto conflicto, tanto estrés, tanto tranque, tan cara que nos han puesto la vida, tan sucias y destruidas que están las calles. ¿Acaso votamos por esto? ¿Por palo, muerte y propaganda? ¿Qué alguien me explique, si el grado de inversión se come, si las computadoras evitan que los muros se derrumben en las escuelas matando niños a su paso, si la cinta costera III evitará las muertes en las protestas?  Yo no sé si en Panamá haya raspaderos que ganen dos mil dólares al mes… yo lo único que sé es que voté para que las cosas mejoraran, y todo está peor.

¿Pistoleros o arqueros?

Este gobierno sustenta la inversión social de la cuál nació.  Es decir, si el panameñismo (liberales y demás)  hubiera  ejercido mejor  administración, el PRD no hubiera sobrevivido  como fuerza política a la invasión.  Si el PRD (y el panameñismo por arrastre) hubiera ejercido mejor administración,  el actual gobierno que se dijo “el cambio” ni siquiera hubiera tenido razón de plantearse como fórmula política (recordando que cambio democrático era un partido muy débil en sus inicios)  En la trascendencia política panameña, post dictadura,  vamos de mal en peor.  Entonces me pregunto, ¿Qué quedará después de Cambio Democrático, si no hay continuidad, ni reelección ni ninguna otra historia de sangriento progreso?   Con estas decisiones, con tantas protestas, con tantos muertos, ¿A qué forma de gobierno le está abriendo paso la actual fuerza política?  Cuando todos pensamos haber visto lo peor con el PRD y el arnulfismo, la vida nos enseña que no hay una situación tan terriblemente mala, que no pueda ponerse peor.  En consecuencia, ¿Qué vendrá mañana?




Robin Hood, era un delincuente que  defendía a los pobres contra un Sheriff y un príncipe que usaban a la fuerza pública para quedarse ilegítimamente las posesiones y dineros de los nobles que se le oponían...  Dicha leyenda fue mundialmente aceptada con agrado, sin embargo, ¿Qué hay detrás?. Primero que todo, la inversión social. Hood, que era técnicamente un maleante, lleva el lado bueno de la historia.  El príncipe y el Sheriff, un noble y una autoridad, llevan el lado malo de la historia. ¿Qué ocurre actualmente en Colón?... el pueblo reclama su real y auténtica posesión sobre las tierras de Zona Libre, el gobierno no acepta el reclamo, la situación se torna violenta y finalmente, la autoridad, que está para defender al pueblo, termina (como siempre) reprimiéndolo.  En esta ocasión, en lugar de arqueros, surgen pistoleros, mezclados con manifestantes y explota el caos.  A simple vista, revivimos la historia de Robin Hood, una vez más: Los malos quedan como buenos, y los buenos como malos.  Yo no conozco la ley, así que no puedo estimar si es correcta o no.  Pero a todas luces el pueblo de Colón, y el país entero no la quiere.



¿Por qué un gobierno tiene que dotar de validez existencial a delincuentes, frente a la opresión y denigración  reiterada del pueblo?  Colón es simultáneamente un reflejo de nuestra doble moral e hipocresía social, siendo al mismo tiempo una de las provincias más ricas y a la vez más pobres del país.  ¿Cuántos de sus muchachos en riesgo social, verán a los pistoleros como Robin Hood’s modernos?  Yo no sé si nuestras autoridades lo vean, pero, tal y como afecta la conducta de un padre, la conducta de sus hijos, la conducta de un gobierno influencia en directo o de rebote el proceder de los jóvenes.  No nos conviene tener jóvenes creciendo, que vean a los pistoleros y pandilleros como héroes de liberación, frente a la opresión del gobierno.  Y sencillamente, no nos conviene porque este es el esquema social que hemos vivido históricamente en nuestro país, a través de la violencia, los golpes de estado, las dictaduras etc. Un modelo así, reforzaría notablemente el esquema tercermundista que nos mantiene dando vuelta en círculos de mediocridad y pobreza.  Pero eso no lo ven nuestras autoridades.


¿Qué vendrá después del cambio?...quiero creer que por un lado, un gobierno que respete la voluntad popular y sea menos impositivo y autoritario.  Por el otro lado, tendremos una sociedad mucho más reactiva y violenta, con valores aún más grises y ambiguos, a través de los cuales el malo puede ser bueno y el bueno malo, todo dependiendo de cuál de los dos sea el peor.

De lo que se dice, y lo que se hace

Yo me he preguntado, si el grado de conflicto que manifiestan nuestras autoridades es intencional, o simplemente parte de su naturaleza.  El país arde por lo de Colón, digo, sin ser dramáticos.  Sin embargo, nuestro presidente está en Japón.  No sería el primer presidente que viaje en momentos de crisis;  total ¿Por qué detener el progreso (considerando tal, las visitas del presidente al extranjero) por un grupo de pistoleros o pandilleros como han venido a llamarles?...  Lo curioso del asunto es que, el presidente sale de un lugar en conflicto, hacia otro lugar en conflicto.  Actualmente China y Japón tienen un pleito por unas islas  en disputa.  Abriendo un seudo paréntesis (por introducir un tema no del todo desvinculado) a la fecha no entiendo por qué el mundo siempre está en conflicto.  ¿Qué se gana de la zozobra, la violencia y la muerte sostenida? ¿Qué se gana de tanto conflicto, de tanta guerra? ¿Por qué matarnos los unos a los otros, si ya con los accidentes, las enfermedades y la suerte tenemos suficientes probabilidades de muerte, para sumarnos otra más al hombro?. Uno espera esas “trivialidades” de países tercermundistas, en vías de desarrollo tal vez, pero de dos súper potencias ¿????  ¡No tiene sentido!.  Regresando al tema, nuestro presidente viaja de un sitio conflictivo a otro sitio de potencialidades mucho peores.  Y no conforme con ello, lanza una opinión “polémica” tan a su estilo...  Obviamente, China responde pidiéndole a Panamá  “que no menoscabe los intereses Chinos”.  Luego, pregunto yo, por qué causar ahora un prurito internacional innecesario, si estamos en medio de un conflicto interno de alta envergadura.  Pregunto, por qué causar una desazón con China, habiendo tantos chinos en Panamá, quizás muchos más que japoneses. ¿Por qué enrarecer el ambiente diplomático entre dos países que han mantenido tan buenas relaciones comerciales (el canal) culturales y sociales? ¿Por qué opinar en un asunto en el que muchos prefieren no meter las narices? ¿Por causar algún tipo de empatía, como la vez del “euro en Panamá”, y el arroz de Vietnam?

Hace unos días atrás, el presidente de la asamblea lanzó aquella expresión de “irse a llorar al cementerio”. Poco después ocurrió lo que ya todos lamentamos.  Posteriormente, el excelentísimo se disculpó por televisión, alegando una pugna para con otro diputado.  Y tal vez ése sea el punto, el presidente de la asamblea no ha terminado de entender que la Asamblea de diputados, no es un tinglado personal.  Lo que uno hace, teniendo cierta investidura, tiene repercusiones, según el grado de responsabilidad o autoridad que se tenga.  No es lo mismo una lucha entre dos panameños comunes y corrientes, a una lucha personal entre dos diputados, ni a una lucha personal entre un diputado y el presidente de los diputados.  La responsabilidad, los cargos, la autoridad hacen la diferencia.  Si nuestras autoridades no saben medir las consecuencias de sus actos y/o palabras, pues ¿Qué podríamos esperar de ellas, o del uso del poder que les concedimos?, ¿Qué terminen utilizándolo en nuestra contra, Chiriquí, Bocas del Toro, Panamá y ahora Colón?...  Igual con el  servicio diplomático panameño. Desde que yo tengo uso de razón, siempre se ha rumorado que los nombramientos diplomáticos se asignan no por aptitud, sino  a modo de canje político-personal.  Aunque no me consta que haya sido así en la actual administración, lo cierto es que su desempeño diplomático nos ha ridiculizado internacionalmente en más de una ocasión (travestismo, acusaciones de abusos sexuales, parrampanerías, charlatanes etc.).  De cualquier forma, de eso a que el presidente de la República de Panamá  opine “a sus anchas” en un hecho tan delicado como el de Japón y China…

Creo que nos convendría ser más comedidos, conscientes y reflexivos del rol social que cada cual ejecuta.  Mi responsabilidad no es igual como ciudadano, como diputado, como presidente de la asamblea, o peor aún, como presidente de la república.  No es lo mismo “yo en Panamá”, a “yo representando internacionalmente a Panamá”.  Cuando uno trabaja debe cumplir con un horario, vestimenta y comportamiento acorde al cargo desempeñado y el lugar de desempeño.  Yo no puedo asistir a mi trabajo, de la misma forma y en las mismas condiciones en las cuales paso el fin de semana en mi casa. En el trabajo debo comportarme profesionalmente, cumpliendo a satisfacción mis responsabilidades (muy aparte de lo intenso, honesto o impulsivo que pueda considerarme a mí mismo). El trabajo de nuestras autoridades es ADMINISTRAR-GOBERNAR al país completo,  no comportarse como lo harían en su vida cotidiana.   Asumir un cargo de autoridad nacional, no implica mirar a la nación bajo la óptica personal, sino mirarse a sí mismo bajo la óptica nacional.  ¿Por qué?, porque al aceptar dirigir a un grupo de personas, se necesita (cuando menos)  la óptica grupal, no así tanto la personal (recordando que  la patria no es de uno, sino de todos).  Es allí cuando más nos cuesta olvidarnos de nuestros impulsos, de nuestro carácter, de nuestro ego.   Léase, aprender a ser menos “dueños” y mejores “empleados”, empleados públicos (considerando el talle empresarial de este gobierno).   Si nuestras autoridades aprendieran  a separar el yo, de su rol como empleados públicos, entendiendo que el estado no les pertenece, sino que ellos pertenecen al estado, viviríamos más en conjunto y menos en conflicto.  No habría un gobierno de imposición, sino de concertación,  la razón se impondría a la violencia y no al revés.