MASLEIDOS

miércoles, 13 de febrero de 2013

Sin embargo, Joseph le ganó a Benedicto




Renunció el papa, pero al panameño poco le importa.  Aunque tampoco es algo que atente directamente contra la comodidad y bienestar de nosotros.  ¿Estamos frente a una sociedad que se espanta por nada? O simplemente estamos frente a una sociedad que aún no regresa de carnavales.  La ceniza en la frente (y el ayuno) es algo doctrinario en el panameño, sobre todo a la hora de “purgar travesurillas carnavalescas”.  Por  lo menos tendríamos que cuestionarnos: ¿Qué pasó? ¿Qué le pasó? ¿Qué le hicieron? ¿Qué mosca le picó?  No es posible que la renuncia del alcalde de Panamá y la de Padre Alberto,  hayan causado mayor algarabía que la de Benedicto XVI. Pero no, no es sólo el panameño, es el mundo entero.  Y creo que la misma iglesia lo sabe, al anunciar su retiro en pleno carnaval.  Apenas un día antes al último de la fiesta (el de desquite).  Recordando que el carnaval es una fiesta internacional que no inventaron los panameños. Pues bien, si esto ha sido repentino, por lo menos “contaron con esa astucia”…para que la noticia arrancara en bajo perfil.   Según tengo entendido, el penúltimo papa en renunciar fue Gregorio XII (1415-2013) hace 598 años.  Gregorio fue papa por nueve años, Benedicto por ocho...  Gregorio fue el cuarto papa del Gran Cisma de Occidente.  Según el diccionario de la RAE (Real Academia Española)  Cisma tiene dos significados: 1-División o separación en el seno de una iglesia o religión 2-Escisión, discordia, desavenencia.  Cualquiera de las dos definiciones, implica conflicto. Cuando Gregorio XII renunció la iglesia estaba en serios conflictos internos, e implicaciones externas de índole revolucionario.  Por mencionar, masas de gente tumbando puertas, amenazando con “cortar cabezas”.  Actitudes que jamás veremos en los panameños, gracias a Dios (precisamente)  



Primero se dijo que abandonaba el cargo por “falta de vigor para regir el ministerio”, pero eso no me convence.  Sobre todo después de haber visto a un papa como Juan Pablo II morir con las botas puestas, con aquello de que “Si Jesús no se bajó de la cruz…” él tampoco lo haría.   Hablamos de que Benedicto XVI ha sido uno de los pocos papas (ni el único Benedicto) que han renunciado en una institución de dos mil y tantos años.   Un promedio muy bajo de renuncias, la gran mayoría en épocas sumamente difíciles.  Sin embargo es destacable que en la historia del catolicismo y el papado, la renuncia de Benedicto XVI tampoco ha sido el peor “escándalo”.  Recordando los rumores de asesinato que circularon alrededor de la muerte de Juan Pablo I, sobornos, vergonzosas exhumaciones etc.  Considerando la gran y vieja data de “tropiezos humanos” en la fe, los muertos en las cruzadas,  inquisición y evangelización inclusive, podríamos decir que Benedicto se ha retirado como un caballero.  Aunque siempre, el asunto de “renunciar” sea tan severamente estigmatizado con ribetes de cobardía, como cierta especie de “suicidio”...




Claro está, que todos nos quedaremos con la duda.  Y habrá muchos que preferirán creer dogmáticamente, dado la naturaleza de nuestra fe y la institucionalidad “ciega” de casi todas las religiones del mundo.  Más allá de esa estructura monolítica de la religión universal, poco sabremos.  Este último papa, prácticamente igualó la fama de Juan Pablo II en contrasentido.  Siendo Juan Pablo II mucho más conciliador, Benedicto XVI fue controversial y polémico desde su inicios (con aquel “pecado original” de haber pertenecido a la juventud hitleriana) pasando por sus polémicos comentarios y severas actitudes en puntos álgidos que así lo requirieron, hasta la forma en que finalmente sale del papado. Pero, si bien Benedicto  jamás tuvo una personalidad sumisa, ha quedado claro que por salud no fue. ¿Entonces por qué renunció?... Por el momento Ratzinger no ha sido lo suficientemente claro, pero decir que lo hizo por “el bien de la iglesia”, nos deja aún peor.  De qué forma  un papa puede afectar negativamente a la iglesia. Acaso el papa era malo y la iglesia buena. O la iglesia mala, y el papa bueno. Entendiendo que la iglesia somos todos, ¿De qué forma nos pudo haber dañado el papa?...  O el papa sabe algo que nosotros no, y con eso nos “dañaría”.  O el papa hizo (o haría) algo para dañarnos.  A mi parecer, Benedicto ha tenido una salida muy poco coherente para con el resto de su papado.  Un papado bien definido, claro y firme.  Sin embargo, tal parece que más pudo Joseph que Benedicto.  Mucho peor aún, si se retira hablando de “hipocresía religiosa”...



¿Contra quién peleó Joseph?, o mejor dicho: ¿Quién le ganó a Benedicto? ¿Quién en este mundo,  tiene el poder de derrocar (o renunciar)  a un papa? ¿No que el papa es la cabeza de la iglesia, por qué se va de esa forma entonces?  Yo he sabido muchas veces que los gobiernos (inclusive los de las grandes potencias) son títeres  de los fines ocultos transnacionales.  ¿Pero al papa, el sucesor de Cristo en la tierra?...  Tal vez si tuviéramos una feligresía un poco menos fiel, pudiéramos saber  algo más.  Pero bueno, pedirle a un hombre de ochenta y cinco años como Ratzinger, que desafíe a un entorno que a todas luces lo supera…no es humano.  Tal vez por eso lo de “no tener ya la capacidad de ejercer el ministerio petrino con el vigor que el mismo requiere”.  Total, yo tampoco me creí lo de Bin Ladem.

viernes, 8 de febrero de 2013

¿Jamones, progreso o espejismo?




La primera realidad que percibió al volver en sí, fue tan abrumadora y asfixiante, que de momento le hizo añorar la inconsciencia.  Jamás hubiera creído en mares de arena, mucho menos a tan pocas horas de la ciudad, y de su propia casa.  El aire caliente que respiraba le apretaba el pecho, su boca era una caja de madera áspera, y la lengua un trozo de algo muerto enterrado en el bajo paladar. Entonces, apenas justo antes de que su piel reconociera la caricia más lacerante del sol, pensó haber llegado al final.  A pocos metros de donde se arrastraba reconoció un manantial, una fuente de agua, copiosa, fluyendo a borbollones lácteos de una raja en crudo sobre la tierra agonizante.  Pero, ¿Acaso podría ser agua de verdad?...  El diccionario de la real academia de la lengua española define la palabra espejismo, cómo: “Ilusión óptica debida a la reflexión total de la luz cuando atraviesa capas de aire de densidad distinta…”.  “Cuando atraviesa capas de aire de densidad distinta…” me agradan esas palabras.  El PRD y el panameñismo demostraron tener poca diferencia en la praxis, luego, podríamos decir que gobernaron en “la misma densidad de aire”.  Cambio Democrático prometió ser “el cambio”, léase, otra densidad de aire distinta. ¿Será posible que el citado “progreso” que estamos viviendo en Panamá, no sea más que una ilusión óptica, un espejismo?

Estados Unidos no ha quedado bien, definitivamente, después de la crisis inmobiliaria se puso peor (ya que tampoco andaba muy bendito). En aquel entonces, los bancos osaron conceder muchos préstamos hipotecarios de alto riesgo.  El evento, causa y efecto de una falsa sensación de bonanza nacional, llevó a la gente  a endeudarse por sobre sus posibilidades financieras.  El negocio inmobiliario creció sobre mera especulación.  Luego, la economía del país cambió a peor, las personas no pudieron salir al frente de sus obligaciones, y varios bancos tampoco pudieron recuperar su inversión.  Quebraron los menos fuertes, ya que los más fuertes no sólo se mantuvieron, sino que el mismo estado (la gente)  los indemnizó.  De tal forma, además de sobrevivir fortalecidos, eliminaron en el doloroso tranque a la competencia. ¿Y el pueblo en  medio,  qué?... ¡A la porra!, como diríamos en buen panameño.  El pueblo norteamericano todavía intenta reponerse de la jugarreta que le hicieron sus propios poderes económicos, aquellos arquetipos del sueño estadounidense, íconos de su propio consumismo, sus diosecillos verdes.  Ahora topan al demonio casi a diario, tratando un exorcismo que les sabe a purgante. ¿Entonces, podrán nuestras economías florecientes de Latinoamérica, mirarse en aquel espejo?.


Fue aberrante la enorme cantidad de personas (muchos extranjeros) el veinticuatro  de Diciembre pasado en los centros comerciales panameños.  Bajo esa óptica, tal pareciera que en Panamá sí hubiera progreso.  Pero de qué tipo: ¿Real o especulativo?.  Si un ciudadano se sobre endeuda para embellecer su casa, la que progresa es la casa, no el ciudadano.  Si a un ciudadano le aumentan el salario (mínimo o no) pero al mismo tiempo le suben los impuestos, la comida y todo lo demás, no hay tal progreso, sólo apariencia.  De cualquier forma, el progreso debería estar al servicio del ciudadano, no el ciudadano al servicio del progreso. En los últimos años, hemos visto cómo Panamá se ha retorcido en obras viales (de aún no comprobada efectividad) mermando la calidad de vida del panameño con tranques vehiculares, que nos quitan tiempo de holgura o descanso familiar.  Todo bajo la patética excusa de que “el malestar pasa y las obras quedan”. Luego, ¿Cuál es la fórmula que promueve el gobierno para el desquite sicosocial del ciudadano?...enriquecer más a los comerciantes de este país, volcándonos todos juntos a los centros comerciales, como ocurrió la noche buena pasada. ¡Que el panameño se endeude más!.  A todo esto podríamos llamarle progreso, o mejor dicho, especulación.  Cuando en algunos años termine el reordenamiento vial, la ampliación del canal y el metro, qué va a pasar en el país. ¿A dónde va a quedar toda esa gente, desempleada y endeudada?  ¿En nuestras calles delinquiendo? Acaso nos re-endeudaremos aún más,  para seguir generando empleomanía enlatada y especulativa. ¿Más subsidios que pagamos nosotros mismos? ¿Más gobierno de piñata? ¿Más jamones, progreso o espejismo?

La marca del panameño es GRANDE pero individualista

 
No podemos decir que perdimos, porque obviamente fue un empate.  Aunque también habría que considerar los dos goles que le metimos a los ticos.  Recordando que los ticos, si bien no son Brasil, tienen mucho más cultura futbolística que Panamá.  Así que podríamos decir que nuestros jugadores (sin contar la defensa y la dirección comprometida y siempre cuestionada) hicieron buen papel.  Aunque yo creo que ya está siendo hora de aceptar que si bien tenemos buenos jugadores, aún no tenemos un buen equipo.  Aparte de que somos poco consistentes en el triunfo, recordando aquella lapidaria frase de  “jugamos como nunca y perdimos como siempre”, creo que nos falta el asunto del “equipo” propiamente hablando.   Panamá tiene buenos deportistas, eso es indudable, de hecho tenemos demasiados para los pocos que somos.  Sujetos forjados a la hechura de las adversidades, que han triunfado mundialmente.  Como también han triunfado músicos, artistas y profesionales panameños.  La marca del panameño es grande, pero individualista.



Tal vez un cuerpo técnico más experimentado nos pudiera ayudar a consolidarnos mejor en la cancha.  Sin embargo, yo creo que el problema está en el comportamiento mismo del panameño.  Somos buenos, pero terriblemente individualistas. ¿Quién lo duda?...analicemos un poco nuestra realidad social.  Muchas de las agrupaciones sociales panameñas tienen muy corta duración y aún más bajo perfil.  ¿Cuáles serían las más exitosas?...cualquier cosa que tenga que ver con diversión o lucro.  Digamos pues, la política y los carnavales.  ¿Qué ganamos de los carnavales? ¿Cuánto perdemos en la política?  Esto no lo digo yo, esto lo sabemos todos.  El panameño se asocia muy pocas veces para superarse como individuo, persona, ser o ciudadano. ¿Ahora, podríamos esperar algo mejor de nuestro avance social? No es por ser pesimista, pero hay que ver las cosas desde la óptica real.  Que deje de ser así, o cuándo deje de ser así, pues depende mucho de nosotros mismos.  Muy pocos panameños respetan liderazgo y procedimientos, lo cual es fundamental en cualquier estructuración social exitosa.  Tampoco manejamos muy bien el concepto de esfuerzo invertido, con fruto  a mediano o largo plazo.  El éxito panameño no pocas veces se reduce a: triunfar con un mínimo esfuerzo, lo más pronto posible, y haciendo lo que me da la gana. ¿Funcionaría esto en el fútbol, o cualquier otra disciplina?


Lo cierto es que, si no trabajamos en grupo, ¿Cómo diantres esperamos triunfar en equipo? No sólo lo digo por los deportes, sino por la política también.  “Votamos como nunca, y perdimos como siempre”…nuestros elegidos suben al poder con amplia mayoría, la luna de miel es corta, y la agonía demasiado larga.  Luego, en lugar de cultivar y “entrenar” nuestra propia democracia, quedamos rezagados, “aguantando callados” al vilo del despecho en las próximas elecciones.  Dicho sea de paso, esa misma actitud de soñar una cosecha que no hemos sembrado, nos limita las opciones al momento del voto.  Y así nos vamos encerrando, cada vez con menos y peores opciones.  Tristemente, la democracia es un asunto grupal, no individualista.  Todo aquel que conciba la democracia como algo individualista, pues, sólo sube a rebuscarse ¿O me equivoco? Por eso, no avanzamos política, ni social, ni deportivamente hablando.  Porque es un asunto del comportamiento panameño (heredado y aprendido) no así de nuestra naturaleza humana (que siempre es buena)  Así vemos una gran nación de mucho calor humano y poco éxito social.  Lo cual se nota en la pésima distribución de las riquezas, inclusive.  Unos cuantos (jugadores individualistas) viviendo un país de primer mundo, y los demás (el gran resto del equipo) enterrado en el tercer mundo.  Mientras el técnico (el gobierno) ejerce un dudoso desempeño.  Entonces, no quieran convencerme de que el progreso en este país es de todos, y que el desarrollo es para todos.  Si el “todo” panameño no existe, ni adentro, ni afuera de la mente de sus ciudadanos.