MASLEIDOS

martes, 28 de mayo de 2013

¿Ciudadanos, empleados o esclavos?


He pensado en más de una ocasión, por qué este gobierno nos trata como lo hace.  Tratando de ser objetivo, escucho detenidamente todos sus alegatos, pero no hay substancia que me dé arraigo racional.  Algún tiempo lejano, muy lejano, quise creerles, y de hecho así lo hice.  Pero el encanto me duró poco.  Ante los acontecimientos, cualquier ser humano de mediano alcance intelectual, se daría cuenta que no sólo engañan, sino que también explotan.  Lo que no tiene sentido de todo esto, es su insistencia enfermiza de hacernos creer que es para el bien de todos.  Un progreso que nos aplasta, que no toma en cuenta al pueblo, al ser humano, a la gente, no es bueno.  Como muy torpes sofistas, convenciéndonos de que la realidad es otra.  Esta arremetida brutal que le han montado al panameño, no tiene arte.  Por todos lados, resuena la palabra “corrupción”, y el patético recuerdo de “entran pobres y salen millonarios”. Este gobierno parece una broma de muy mal gusto, una morisqueta que trunca en llanto.Como si construir un par de carreteras, mal arreglar dos huecos, ampliar calles y prometer cosas fuera más importante que la supervivencia ciudadana.  Con esa otra frase “las molestias pasan y las obras quedan”, nos ponen a sufrir como burros de carga.  ¿Pero quién gana realmente? Porque los alimentos siguen caros, el combustible y el costo de la vida aumentan.  Este progreso no llega realmente al panameño.  Sin embargo, lo peor de decir mentiras, no es precisamente decirlas sino creérselas.  Y me parece que ellos  han empezado a creérselas.  Los otros gobiernos pecaban de mayor lentitud e inacción, sin embargo, éste sufre de agresividad eventualmente innecesaria hacia el propio nacional.  Como si realmente nos odiaran.  El asunto de los metros buses es algo que lo demuestra.  Cómo tratan a la gente, como si fuera ganado.  Igual con las jumbo feria, formar filas inhumanas esperando a que “el sistema” se compadezca.



Todo queda en entre dicho o entre visto, como si nos hicieran un favor de agradecimiento vitalicio.  Como si esto fuera “algo” antes jamás visto por  los pobres e inmerecidos ojos panameños. ¿Pero por qué pensarán que debemos agradecerles que hagan su trabajo, que construyan con el dinero de nuestros impuestos  y justifiquen el salario que les pagamos? A no ser que verdaderamente crean que, en lugar de servirnos ellos a nosotros, nosotros tengamos que servirles a ellos.  Como si no se tratara de un gobierno, pueblo y empleados públicos;  sino de dueños, un negocio y sus empleados. ¿Indeseable efecto colateral, al fusionar el poder público con la empresa privada?  Y como aquí en Panamá, muchos de los dueños no ven a sus empleados como colaboradores, sino como esclavos... pues, así han empezado a tratarnos.  Nos azotan a diario con semejante mediocridad, y encima debemos reírnos agradeciéndoles tanto maltrato social (tranques, transporte, costo de la vida, agua, aseo, electricidad etc.) Como si debiéramos agradecerles que "embellezcan" a la ciudad (con nuestro dinero) sin proveernos más y mejor comida, salud, seguridad y educación pública.  Por eso, por esa equivocada forma de pensar, megalómana, prepotente y de ponerle precio a todo, por eso nos tratan así.  Como si no valiéramos como humanos, sino sólo por cuánto (y lo que)  producimos, o qué tanto nos arrastramos. Eso se llama: CAPITALISMO SALVAJE, y los panameños lo estamos sufriendo en carne propia a diario.  Sin embargo, el peor riesgo de mentir,  es terminar creyendo la mentira.  El hombre jamás puede estar al servicio del progreso.  No hay progreso “bueno”, que desestime la existencia humana.  Esa es la verdad, y el panameño ha empezado a entenderla.

Como el perro que se muerde la cola


 
 
¿Podemos decir que un rayo no cae dos veces en el mismo lugar?...en Panamá no.  Mejor aún, respondamos la pregunta: ¿Cuántas veces tropieza un hombre con la misma piedra antes de aprender?, diciendo que ya por fin certificamos por qué Cambio Democrático no firmó el pacto electoral… Deprime, por no decir asquea la situación político-social panameña.  La sociedad panameña es como un zombi que camina medio muerto y medio vivo, con una nube de aves carroñeras picándole la espalda.  Si yo hubiera vivido antes del golpe de estado del 68, diría que Panamá está viviendo niveles de corrupción política muy similares a aquel entonces.  Y eso me preocupa, por la consecuencia inmediata que ha de esperarse según el buen ejercicio de la lógica…nada bueno, en resumidas cuentas.  Que los panameños estemos reviviendo tristemente  un déja vu,  más de dos décadas hacia atrás. Tenemos más carreteras, mejores salarios, mayor deuda, más edificios pero ¿Estamos mejor? ¿Igual? o ¡Peor!  Lo que le pasó al aspirante a alcalde del PRD, tropezar con la misma piedra, nos está pasando a todos los panameños.  ¡Ojo!

Yo escuché la grabación, y debo confesar que me parece increíble.  Pese a su anterior traspié con el caso Murcia, me llamó positivamente la atención que el señor Velásquez mantuviera la cordura, sin cogerse a insultos con nadie, como lo hicieron dos de sus precandidatos presidenciales en las campañas pasadas.    El nivel de decencia manifestado durante esta campaña interna del candidato, e inclusive su facilidad de expresión, por no decir el grado académico, me dificulta creer en aquella grabación (más propia de un maleante)  Sin embargo, desde el punto de vista técnico no tengo por qué dudarla, sin equipo especializado, me parece que no hay modulaciones extras, ni cortes, ni variaciones en el ruido ambiente ni nada que me haga sospechar que las frases más contundentes fueron prefabricadas.  Ahora, mucho menos he de repetir cuáles fueron.  Pero, hablando de “remembranzas”, cómo he de olvidar aquella grabación tan célebre de una tal “Raque” en los tiempos de la dictadura, exponiendo a una figura pública de aquel entonces.

Las grabaciones, los chantajes, los “recuerdos”, los regresos, las vueltas en círculo de las figuras públicas y políticas panameñas es algo triste.  Sobre todo porque parece que no avanzamos en el tiempo, estamos estancados en lo peor de nuestra historia social, cívica, no sé cómo decirlo.  Pareciera que estuviéramos predestinados a vivir revolviéndonos en el miasma. ¿Por qué el presidente fue una de las primeras figuras en hablar de la grabación?...no por eso podemos, ni debemos vincularlo a la misma. Sin embargo, crea una terrible suspicacia.  Sabrá el presidente que atribuyéndose la “exclusividad” de semejante primicia, más que mandar un mensaje de terror a la oposición, o a cualquiera que se le oponga, lo desluce (por no decir anula) como la primera autoridad del país.  Porque, en lugar de velar por la seguridad de la persona señalada, evitando que se cometa un delito, lo maneja a modo de bochinche de patio limoso.  Recordando también pues, que hace poco el gobierno le dio asilo a una figura acusada de espionaje interno, chantaje y soborno en un país hermano.  Nada de esto habla bien del gobierno, del presidente, ni siquiera de su partido político.


Pero, lo que más me deprime, por no decir asquea de la situación, no es la sorprendente actitud de los políticos, ni de las autoridades panameñas, ni el hecho de que vivimos inmersos en una vorágine vandálica de la peor calaña que define de antemano nuestro futuro nacional.  Lo que más me asusta y preocupa de todo esto es la indolencia del pueblo panameño.  Aparte de reducidos grupos sociales y los políticos (los mismos de siempre, o los nuevos de ahora) al panameño común, al panameño “de a pie” parece que le diera igual todo lo que le pasa al lado.  Como si aquí cada cual estuviera por robarse un pedazo de lo de todos, cuidar su hueso o mirar para otro lado.  Las personas comunes no exigen cuentas, no reclaman, no se involucran, no participan, sólo callan y se evaden como si nada estuviera pasando, o nada hubiera pasado.  Por esa actitud de olvidar tan pronto, o de no valorar los acontecimientos que nos vienen encima, por esa misma actitud regresamos siempre a revivir lo peor de nuestra historia (antes, durante y después de la dictadura) Porque no aprendemos, y tampoco queremos aprender a manifestarnos, y vivimos como el perro que da vueltas mordiéndose la cola.

martes, 21 de mayo de 2013

Progreso insufrible


Una característica bien definida del “cambio” es que ha puesto a sufrir a todos los panameños.  Cuando iniciaron nos vino encima una crisis de agua y aseo, que dicho sea de paso, después de casi cuatro años aún no superan.  Recuerdo gente de barrios medios y altos, formando filas para tomar agua de carros cisterna (igual que los pobres toda su vida)  Y así han seguido torturándonos a todos, por “un progreso” que no termina de llegar.  Luego nos vienen con ese cantito de la “continuidad”… Este gobierno, más que los mediocres anteriores, ha venido a tocar la puerta de nuestros hogares con malestares innecesarios.  Entre espasmos escandalosos de corrupción, confrontación armada (no pocas veces)  y tinglados masivos de pueblo contra pueblo, autoridades contra pueblo, gremios contra gobierno... ya no hay paz en este país.  Paralelamente a los escándalos que explotan cada semana, viviendo en suspenso con lo del agua y la electricidad, sobrevivimos al tranque más anormal  de todos los tiempos. Y entre tanto desgaste, la vida subiendo de precio sin que el gobierno haga algo por evitarlo, peor aún, aumentándonos los impuestos.  Frecuento los buscadores de trabajo en línea, y no veo tal crecimiento o mejoras en las ofertas laborales.  El tipo de empleo que parece haber aumentado (el que nos da este espectro de superávit en el país) ha sido el menos profesional.  Los empleos de buen recaudo se lo dan a extranjeros, por la patética excusa de que en Panamá no hay “mano de obra calificada”.  Y los representantes de nuestras prestigiosas casas de estudio públicas y privadas, callan.  Como si aquí sólo hubiera obreros, chicheros, buhoneros, raspaderos, choferes, cantineros, meseras etc.  Y mientras los poderosos se reparten nuestro país, el resto tenemos que sobrevivir sumidos en tranque, aguas negras, basura y corrupción.  ¿Qué le pasa al panameño que no habla, que no se queja?  Será que este gobierno nos ha golpeado tanto, que ya ni quejarnos podemos.  O será que esperamos silentes el 2014 para “sacarnos el clavo”.  Si seguimos en esa actitud,  en el 2014 podremos sacarnos el clavo… pero con otro gobierno peor.   


Cuando los indios salieron, el gobierno los acusó de intentar desestabilizar al gobierno.  Cuando los obreros salieron, igual.  Cuando los maestros salieron, igual.  Cuando los estudiantes salen, dicen que la culpa es de “los infiltrados”, para desestabilizar.  Cuando las enfermeras salen, dan a entender que son unas vagas con cuarenta y cinco días de vacaciones. Cuando el pueblo sale a protestar por sus necesidades básicas, nos culpan a todos tildándonos de parásitos y arrimados.  Cuando sale un nuevo escándalo, nacional o internacional, culpan a la oposición.  Prometen un progreso encarecido, con el que no podrá vivir el panameño promedio, porque sencillamente nos van a encarecer demasiado la vida. No nos tratan como ciudadanos, sino como imbéciles esclavos de una monarquía con ribetes de fanatismo religioso.  Nos deterioran la existencia en más horas de tranque, menos horas de sueño y filas intestinales.  Todo para “embellecer” una ciudad que sólo será para los turistas pudientes, y los dueños de Resort u hoteles.  En consecuencia, los jóvenes tendrán que abandonar sus estudios para servirle a turistas o vender raspado.  Si el panameño no reacciona y corrige su actitud, con menos juega vivo y más inteligencia, lo que le pasó a los dueños y conductores de diablos rojos, nos va a pasar a todos los profesionales, asalariados e inclusive negociantes menores de este país.  Nos van a sacar la república de las manos.  Ojalá los muertos y mártires del nueve de enero regresaran a darnos clases de soberanía y orgullo nacional, dignidad ciudadana y esas cosas, que parece hemos perdido entre el alcohol, palo y aporreo de todos estos pésimos gobiernos. De una u otra forma, es por nuestra falta de solidaridad que estamos viviendo este caos de “sálvese quien pueda”, en lugar de “salvémonos todos”.  Sería bueno que los ancianos de cien a los setenta, los estudiantes con beca universal o los beneficiados del proyecto Curundú, nos digan cómo les va con el transporte y el costo de la vida.  No hay progreso sostenible, no hay crecimiento integral, no hay desarrollo equitativo.  Aquí lo único que se ve, es un desorden incosteable para la mayoría de los panameños, y un negocio redondo para unos pocos aprovechados.  Un pequeño MEGA país de grado de inversión, sumergido  en aguas negras, basura, pésima distribución de riquezas, injusticia social y corrupción.  Ya es hora de que, como pueblo empecemos a generar  nuestras propias opciones, recordando que la lucha no violenta también genera opciones, pero la mansedumbre sólo nos trae más y peor esclavitud.


Ciudadanía Indolente



Ahora este nuevo escándalo de patio limoso que se ha formado entre el presidente de la república y el periodista aquel.  Sin contar lo del decreto de la alcaldía y los supermercados del presidente, supuestamente vendiendo bebidas alcohólicas aún bajo el efecto de la ley zanahoria. Peor aún, la polémica presencia del candidato de CD en los actos gubernamentales de inauguración de obras.  Primero que todo, analizando la respuesta del presidente, descubrimos que hemos dado otra vuelta al círculo vicioso en que opera este gobierno.  Más de aquella política de “ataca al mensajero, no al mensaje”.  El presidente reacciona contra el periodista diciéndole que es un acosador sexual y coimero… ¿Pero acaso eso qué tiene que ver con la veracidad de la noticia publicada?  A mí no me interesa saber si el periodista es o no es un coimero y acosador, a mí me interesa saber cuáles son los vínculos de poder del presidente, y si mal invierte (o no) el dinero del estado (mí dinero, nuestro dinero).   En cuatro años de gobierno, el presidente aún no sabe comportarse como tal, ni controlar sus impulsos, recordando lo ocurrido con aquel otro periodista y el asunto de las drogas.  Y salen sus más viperinos y rastreros defensores, con la absurda excusa de que el presidente es un “hombre común y corriente” y por ende reacciona así cuando lo atacan. 



Qué pensamiento más estúpido, qué justificación más imbécil, e imbéciles la que la replican, y más imbéciles (morones o tarados) los que se la creen.  Si las enfermeras de este país estudiaron tan difícil profesión, aún sabiéndose desactualizadas en la escala salarial nacional, y los médicos y los maestros tienen que laborar estoicamente por “vocación”, es decir, no se les permite pedir mejores salarios porque la supuesta “vocación” les borra cualquier necesidad humana de alimentación o sustento decoroso… ¿Por qué al presidente sí debemos perdonarle que actúe tan incordio, e impropio? ¿O será que debemos cuestionar la vocación de nuestro presidente, que no se sacrifica estoicamente por sus ciudadanos, aunque lo cuestionen y les publiquen turbios escándalos?  En la empresa privada, los altos cargos están ligados a altos salarios generalmente, y esos altos salarios, esos altos cargos implican alta responsabilidad y  “manejo de presión”.  Ahora bien, entonces, ¿Qué debemos esperar del presidente de la república?  ¿Un sujeto que a veces se comporta como tal, y otras veces como presidente?   ¿A veces cuerdo, y a veces no tanto?


¿Por qué el tribunal electoral, u otra autoridad no se manifiestan con pantalones con relación al candidato de CD y su “oportuna” compañía gubernamental?   Hace unos días, con esto de la “crisis de energía”, la ASEP salió a multar cualquier cantidad de comercios pequeños y medianos (los grandes, supuestamente tenían plantas) ¿Ahora quién se atreve a multar a los supermercados aquellos, caso tal hayan cometido alguna falta? ¿O van a modificar las leyes, para no multar a los negocios del ciudadano presidente? ¿Quién carajo tiene cojones en este país? ¿Peor aún, dónde se ha escondido la oposición panameña, que más bien parece taparse tras la sotana del “pacto ético” para que el sujeto de poder no le saque los trapos sucios en público? ¿O será que las relaciones comerciales entre unos y otros les impiden hablar, cerrándoles la boca con un taco de billetes?  Este gato suelto, o “loco de atar” hace que todos ellos luzcan como pequeños ratones.  O cucarachas, que prefieren la oscuridad porque la luz las vuelve vulnerables.   De cualquier forma, parece que detrás de la  fachada del pacto ético, hubiera un pacto de maldad oposición-gobierno, para desangrar al pueblo y repartirse el país.  La ciudad destruida, por todos lados huecos, charcos de aguas negras, basura, escándalos de corrupción explotando a cada rato como palomitas de maíz, pero ¿Qué hace la gente en medio de este paraíso gótico? 




La misma gente que forma filas durante horas para ir y venir de casa, que no le alcanza el dinero (con o sin subsidio, con o sin beca) porque todo está más caro, que esquivan las balaceras de su barrio, que no encuentra medicinas ni tratamientos a tiempo en los centros públicos, que no llega a ver a sus hijos por culpa de un tranque anormal, como anormal tienen a todo el país.  A mí lo que más me asquea de semejante podredumbre, no son los asquerosos de siempre, ni los nuevos de ahora, sino la miserable resignación del pueblo panameño.  Esclavos, burros de carga, o definitivamente cobardes.  Una tierra de campeones mundiales de boxeo, con un pueblo tan flojo y cobarde, indolente e indiferente.  Parece que la gente estuviera encantada, embrujada, porque mientras más cochinadas les sacan en cara, mientras más le dicen: “Hey, están robando tú plata, la de tus hijos, la de tus parientes enfermos” menos hacen, menos quieren oír, más rápido se venden y más pronto se evaden.  Como el avestruz, bajando la cabeza cuando se siente en peligro.  Así las cosas, en un pueblo de esclavos cualquiera es faraón. ¿Dónde ha quedado la gente honesta de este país, de este paraíso gótico?  Y como si fuera poco, sale una bufonada estadística diciendo que el panameño prefiere votar por el relevo de la corrupción. ¿Verdad o mentira? Nadie sabe, pero de cualquier forma, da pena por lo que está pasando Panamá.  Mucho crecimiento económico, mucho desarrollo y un pueblo, un ciudadano cada vez más reducido.

miércoles, 8 de mayo de 2013

Crecimiento a lo loco


La tragedia del metro bus se reduce a la falta de autoridad, como gran parte de los problemas en que nos asfixia el gobierno.  Sin confundir autoridad con represión, persecución e insultos.  El gobierno ha traído “nuevas soluciones” que sirven de poco, porque no ejercen la autoridad.  Los anteriores creaban comisiones inútiles, pero éste importa onerosas soluciones que agravan los problemas.  El “cambio” ha aumentado la deuda y el desgaste ciudadano.  Soluciones de pacotilla, y en el fondo…falta de autoridad. ¿Acaso un país en el que las autoridades sólo existen de nombre, puede progresar?  Sin embargo,   el problema que tiene el gobierno, es que no pueden ejercer autoridad porque ni siquiera dan el ejemplo.  En consecuencia, me preocupa a dónde puede llevarnos un crecimiento a lo loco.  La falta de supervisión del actual gobierno nos ha agravado el problema del agua, aseo, tránsito,  transporte, electricidad y ahora contaminación aérea (la quema de Cerro Patacón).  Fuera del absurdo encarecimiento de la vida en general (que anula cualquier mejora económica que hubiéramos podido tener) los útiles de primera necesidad y canasta básica.  El resto de los problemas se derivan, entre otras cosas,  por falta de supervisión, por falta de autoridad.  Mientras el gobierno se dedica a corretear  ciudadanos que supuestamente “evaden el pago de impuestos”, empresas extranjeras maltratan impunemente al nacional, casi sin supervisión.  Por mencionar dos de los casos más recientes de falta de supervisión: Metro Bus y Cerro Patacón. ¿Dónde quedó el gobierno? Será que se preocuparon más del “Very Happy”, que de las paradas, frecuencia, unidades, recarga etc. 



¿Cómo es posible que por un proceso legal, aquella empresa (para colmos, dirigida por extranjeros) secuestre a la Federación Panameña de Fútbol? ¿Dónde estaban los directivos y responsables de la federación?  ¿En medio del crecimiento futbolístico que ha tenido el país, con mejores jugadores, mejor equipo, mejor fútbol nos pasa esto?...eso también se llama crecimiento a lo loco. ¿Cómo es posible que los obreros  de la construcción queden dirigiendo el tránsito en Punta Pacífica y otros lares? Falta de autoridad, falta de supervisión, falta de mediación.  ¿Cómo es posible que se construya un metro, y no se contemple el gasto energético, peor aún, en medio de una crisis de energía?.  Me extraña que para ser un gobierno de corte empresarial y privado, tengan tan pobre capacidad mediadora y liderazgo. ¿En qué han fijado sus intereses nuestras autoridades, que ni siquiera supervisan sus propias obras?... ¿A dónde nos llevará mucho crecimiento y poca supervisión?  Es como el adolescente que crece sin dirección, ni formación parental (no sólo gritos, correazos y castigos) Es como si viajara en un tren a toda velocidad, dirigido por alguien que no está en sus cinco sentidos todo el tiempo, o que  no está.  Y precisamente, esa sensación de “no estar” la ha manifestado el gobierno en las últimas y peores crisis nacionales.  Dando apenas tardíos y escuetos comunicados (no pocas veces amenazantes) por las redes sociales.  Sin manifestarse certera, ni efectivamente en cada momento.  Falta de liderazgo, sin confundir el término liderazgo con popularidad.  Son dos cosas que, aunque se mastiquen igual, se digieren diferentes.  La popularidad  con la que llegó  “el cambio”, ahora se ha transformado en su peor indigestión.  Necesitan liderazgo, pero no hay liderazgo sin autoridad.  La autoridad no se importa, ni se compra, ni se genera nominalmente creando “Autoridades para esto” “Autoridades para aquello” “Autoridades para lo otro”, agravando muchos de los problemas que ya teníamos, entre ellos el costo de la vida, agua, aseo, seguridad, salud, transporte y educación (con todo y la beca). 



Hay algo que el actual gobierno parece no entender (ni tener) que es fundamental en el ejercicio de la autoridad.  Me refiero al orden y la disciplina.  Desde que “el cambio se instauró en Panamá”, ha hecho derroche y alarde de tremenda torpeza, indisciplina, mamarrachada, desparpajo, informalidad, vulgaridad y chabacanería.  Todo esto con el beneplácito presidencial, recalcando que “en su gobierno se podía meter la pata, pero no la mano”...  El ejercicio de la autoridad requiere respeto propio (del gobierno para consigo mismo) porque si no te respetas a ti mismo, por más que persigas, intimides o reprimas, nadie más te va a respetar.  De tu propia actitud nace el respeto (entendiendo que el terror y el miedo tampoco son sinónimos de respeto) Para ejercer la autoridad, hay que practicar el respeto para con uno mismo, y para con los demás.  Un gobierno que no resuelve, hace todo en desorden, irrespeta al pueblo (recordando su triste relación con los medios de comunicación) y que encima no se respeta a sí mismo (recordando los casos de exhibicionismo público local e internacionalmente) jamás tendrá el respeto de su población, jamás podrá ejercer la autoridad, o cualquier forma de supervisión, y mucho menos liderazgo.  Porque, reitero,  la autoridad  nace naturalmente del ejemplo y la actitud (orden y respeto) para con uno mismo y para con los demás.