MASLEIDOS

viernes, 11 de enero de 2013

Amores colectivos y desengaños masivos.


El humano se basa mucho en figuras de mando con naturaleza centralizada.  Lo cual, a lo largo de la historia, nos ha hecho susceptibles a  caudillos, líderes, cabecillas, y, tiranos finalmente.  El poder corrompe, dicen unos, desenmascara, dicen otros. Es como si existiera un breve, pero complicado proceso de enamoramiento y posterior divorcio, entre los pueblos y sus líderes.  En nuestro caso, el amor dura cinco años.  En el caso de los americanos, el amor suele durar dos periodos electorales consecutivos.  En el de los cubanos quién sabe cuánto (como aquellos matrimonios viejos, en los que una parte somete y anula completamente a la otra, quedando más costumbre y dependencia que cualquier otro sentimiento) ¿Cuándo aprenderemos a ser menos amorosos y más racionales, política y socialmente hablando?



Como siempre he dicho, que el comportamiento político se basa en el social y el social en el individual.    La emotividad nos vuelve estúpidos, pero hay estupideces, y ¡estupideces!…unas duran cinco minutos de bobería, otras toda una vida, otras un periodo electoral, otras varias generaciones.  La incertidumbre que vive los pueblos, con la existencia o inexistencia de alguien “que los gobierne”, me llama mucho la atención como ingeniero.  No hay estructura que funcione mejor que la de núcleos independientes, distribuyendo cargas, pesos y fuerza aplicada.  Pero, nuestros países optan al final de la historia, por ser esencialmente centralistas.  Lo hemos visto en Panamá, de hecho lo vivimos en el último Viernes negro panameño, cuando un sindicato se tomó las calles del país, hubo saqueos  y nadie hizo nada hasta que el presidente diera instrucciones.  Los modelos centralizados son poco eficientes, poco escalables y casi siempre deben su fuerza de cohesión al dogmatismo impartido alrededor de la figura central (mucha leyenda, poca realidad). A nivel social podemos ver este modelo, casi con la misma frecuencia en que lo vemos a nivel político.  Cada vez que una madre sale solicitando ayuda, porque algo le pasó a su marido y ella no puede “sostener sola la casa”, cada vez que una mujer (u hombre) sale quejándose de ser “padre y madre”.  Observamos un modelo centralista y dependiente, patriarcal o matriarcal.  Acaso lo ideal no sería que las cargas se distribuyeran proporcionalmente sobre cada miembro de la familia (incluyendo a los hijos) de modo que todos se sintieran parte integral del todo familiar.


La dependencia y centralización es algo que practicamos desde el seno de nuestros hogares.  Luego, a nivel social y político, jamás podríamos salir de dicho esquema.  En esencia, la descentralización de los poderes en los tres órganos: Ejecutivo, Judicial y Legislativo, buscaba evitar la concentración de los poderes sobre el órgano ejecutivo.  Inoculándonos de dictaduras o tiranías.  Lo curioso es que, en nuestros gobiernos, todos los gobiernos pos-dictadura, no han hecho más que intentar centralizar el poder en el Ejecutivo, sometiendo de una u otra forma a los otros poderes.  Seguimos apelando como ciudadanos, a un modelo de pensamiento lineal y no pocas veces impositivo, de visión circunscrita, pobre, dependiente y altamente vulnerable.  Apenas sostenible a mediano o largo plazo, por imposición y violencia.  Sería muy conveniente a nivel individual y social, que aprendiéramos a pensar en paralelo, y a llevar diferentes hilos racionales, ordenadamente dentro de nuestras cabezas.  Los modelos conductuales centralizados, en eficiencia son inversamente proporcionales al crecimiento del conglomerado en sí (a medida que el grupo crece, se vuelven más ineficientes) porque obedecen a formas de pensamientos lineales, restrictivas y restringidas.  Cuando el alcance del modelo se vuelve insuficiente (proporcionalmente al tamaño que vaya adquiriendo el grupo) por la gran cantidad de fuerza cohesiva que debe irradiar del centro nuclear (gobierno) hacia al extremo del objeto (el refuerzo) surgen los refuerzos (remaches). Para soportar físicamente, el peso de semejante estructura monolítica.  Entiéndase, imposición física, emocional o racional, al fin y al cabo violenta en cualquier plano manifiesto.  Nace la intolerancia y ocurren los desencantos, a nivel personal, social y político.



Mal que bien, los hogares, los pueblos se acostumbran a vivir dependientes del núcleo, violento, impositivo e inestable (llámese padre, madre o gobierno) para luego entrar en caos ante su súbita ausencia. ¿Es esto correcto? ¿Acaso no sería mejor elaborar un sistema político-social auto sostenible, retro alimentable y escalable, que pudiera regenerarse a sí mismo, operativo aún sin varios de sus núcleos?...Primero, tendríamos que cambiar nuestra estructura intelectual, y volvernos racionalmente menos mezquinos.  Si continuamos “creciendo” bajo un control centralizado y racionalmente lineal, el mismo crecimiento se convertirá en nuestro peor enemigo.  Recordando obviamente que, la pésima distribución de las riquezas en Panamá, es un típico ejemplo de modelo centralizado, de pensamiento lineal y restrictivo.  Para crecer proporcional e integralmente, individual, social y políticamente, requerimos de una sociedad que  piense en paralelo, y reconozca el libre albedrío  a cuesta de su propia responsabilidad existencial-individual.  Que cada ciudadano acepte ser el líder o tirano de su propia existencia, como parte integral de nuestra sociedad.

¿Realmente importa que viva o muera un líder?

Fuera de lo lamentable de toda pérdida humana,  y más hacia la trascendencia socio-política del evento en sí, ¿Realmente importa que viva o muera un líder?.  No tanto porque el líder, en sus supuestas cualidades “extra normales” trascienda la ideología en sí, sino que la ideología (y mucha gente tras ella) toma al líder de títere, maniobrándolo por su propio ego.  Siempre me ha parecido extraño que Fidel no se mantenga al frente del gobierno cubano. Sin querer empoderarlo, personalidades de esa naturaleza no se “rinden” así porque sí. No porque sean fuertes o sobrenaturales, ni nada por el estilo, sino porque son patológicas, adictivas y crónicas. Por algún entuerto del destino, estos individuos quedan dotados de ciertas oportunidades… y después nadie los puede bajar del poder. Dicho sea de paso, cualquier parecido con la realidad, es mera coincidencia. Me dirán fantasioso, pero a mi parecer Fidel dejó el mando hace buen rato… y no precisamente a su hermano Raúl. Digo, ¿Quién ha dicho que los americanos son los únicos que pueden hacer efectos especiales, y llevarlos a la palestra mundial así por así?. Y no hablo del viaje a la luna (que muchos consideran uno de los primeros Hoax del mundo) sino más recientemente a la caída del vuelo 93 del 911 (que se “estrelló” en Pennsylvania) o peor aún, la muerte de Bin Laden.



Quien conoce de dictadores y demás personajes de alto perfil, llámese Hussein, Gaddafi, Obama o Trujillo, conoce de los famosos señuelos. Acaso ya todos olvidamos que durante la transmisión de la llegada de Noriega, se engañó al país entero siguiéndole el rastro a un supuesto señuelo, mientras el ex hombre fuerte de Panamá llegaba sano y salvo por otro lugar. Los señuelos son personas que simulan ser otras, con meros fines de distracción y protección. Como los dobles de una película, son parecidos a los actores principales y los suplen en las escenas más peligrosas. Un actor que simule ser Fidel, haría pensar a todos que el líder aún vive, pero jamás podría dirigir el estado (dado que tampoco se trataría de Ronald Reagan). De allí que lo mantengan, no al frente, sino a un costado del poder. ¿Para qué?, para que la revolución no muera con el revolucionario. ¿Por qué?, porque para que una revolución se mantenga, no es preciso un revolucionario, sino única y exclusivamente un pueblo sometido o proclive a someterse. El revolucionario es perfectamente intercambiable, por un objeto inclusive (cuadro, retrato, monumento etc.). ¿Por qué?, porque el hombre en su naturaleza, está mental, física, emocional y hasta espiritualmente capacitado para seguir ideales, íconos, arquetipos, cuestiones inexistentes, ideologías, doctrinas, fantasmas. Y eso lo saben, precisamente los revolucionarios.


¿Tiene sentido seguir a un fantasma?...depende, si lo que se busca es continuidad. Reitero, cualquier parecido con la realidad, es mera coincidencia.  Si detrás del difunto hay demasiados vivos que dependen del “ideal”. Si no, que lo digan las dos fuerzas políticas más grandes del estado panameño: PRD y Arnulfismo, quienes técnicamente, casi no dejan descansar en paz a sus líderes difuntos.  Y virtualmente los exhuman en cada campaña electoral. ¿Por qué?, porque para que “la revolución siga”, no se necesita al revolucionario, repito, apenas un esquema de sometimiento (voluntario o involuntario) intelectual, emocional o físico, y algo de conocimiento en manejo de masas. Mucho se ha dicho que nosotros los panameños vivimos del pasado y somos renuentes al cambio (reitero, cualquier parecido con la realidad es absoluta y mera coincidencia) que nos desenvolvemos en un mundo de direcciones basadas en sitios que hace mucho tiempo dejaron de existir. ¿Por qué extrañarnos de que el resto humano, siga un perfil similar? ¿Acaso los panameños somos extraterrestres? No!!!. Y pongo un ejemplo. El billete de un dólar norteamericano dice: “IN GOD WE TRUST”, lo que en buen panameño significa: En Dios confiamos. ¿Y quién no confía en Dios, excluyendo a los ateos más recalcitrantes?. ¿Habría que ver a Dios para confiar en Él?...pues ¡No!. En la misma mecánica psico-emocional, fluctúa este asunto de creer en líderes ya fallecidos.



¿Pero por qué no simplemente aceptar: Ya falleció? ¿Por qué inventarse la enorme complejidad, de tener un señuelo en background 24X7?. Para figurar una transición gradual, que garantice la continuidad revolucionaria, o el nuevo sucesor. Dependiendo de la calidad de espectáculo presentada, el hombre optará por creer, no creer, o si acaso qué tanto creer (considerando el acto de engañar, como de mutuo consentimiento). Y aunque de facto venimos al mundo condicionados a “creer”, al degradarse la calidad de vida, se nos hace cada vez más difícil hacerlo. Pese a nuestra naturaleza crédula, ya no luchamos tan fácilmente por un ideal, por una ideología, por una causa noble.  El hombre contemporáneo se ha acostumbrado a vivir su realidad, y a sentirla a través de una televisión, de actuaciones, o de quién sabe qué, antes que aceptarla “tal cual” sobre su propia carne. El rotundo éxito de los Reality Show, constituye un clásico ejemplo de la amplia capacidad alienante, del hombre moderno para con los medios de comunicación.  De no ser así (por los medios de comunicación) debido a sus terribles gestiones,   algunos gobiernos ni siquiera se atreverían a soñar en continuidad. Insisto, cualquier parecido con la realidad, es mera coincidencia. De cualquier forma, cuando la realidad se nos vuelve tan cruda, jamás cae mal un señuelo, un actor, una imagen que eventualmente refuerce nuestra fe.  O dicho de otra forma, cualquier cosa que mantenga viva la revolución, ideología o credo. ¿Por qué?, porque así hemos sido diseñados, y socialmente somos reforzados, inclusive desde la infancia. Así que, finalmente cabría preguntarse: ¿Realmente importa que viva o muera el líder?... o es apenas morbo mediático, en el fondo muy similar al de la crónica roja.

lunes, 7 de enero de 2013

¿Un gobierno de más tener, y de menos ser?




Con agrado recibo la noticia de que se considera aumentar el salario de “las hormiguitas” (el personal de aseo que recoge la basura) a quinientos dólares.  La mayoría es de sexo femenino y realizan un trabajo temerario, considerando la inclemencia del tiempo y  lo aseada que es parte de nuestra sociedad (tirando a la calle, cualquier basura que tengamos a mano). Si la memoria no me falla, en tiempos de la cruzada civilista existía un pregón que decía “El fufo le dio el voto a la mujer, Noriega la puso a barrer”.  Es triste que en democracia no hayamos podido hacer algo mejor por estas mujeres.  Pero le van a subir el salario, eso es muy bueno. Lo malo es que no le quitan la escoba de las manos… ¿Progreso sostenible y escalable?.  Con agrado también recibo la noticia de que se está considerando aumentar el salario de los choferes de metro bus, a ochocientos dólares.  Aunque algunos de ellos sean material reciclado de los diablos rojos, me alegra la noticia de que se les aumente el salario.  Hay quienes dicen que la lucha es justa.  No conozco las interioridades del conflicto, pero de cualquier forma, me parece positivo.  La responsabilidad de llevar a tantas personas en un transporte “público”, el desgaste físico y sicológico (dado los aberrantes tranques que ha generado este nuevo gobierno) lo justifica.  Con agrado recibí la noticia del aumento que se le hizo a la tropa policial.  Sobra recalcar su importancia.  El desgaste físico, riesgo vital, sacrificio y nobleza del oficio (aunque históricamente lo hayan convertido, sus propios líderes, en cualquier otra cosa).  Hoy en día, una persona que maneje bien el inglés, puede llegar a ganar de quinientos a novecientos dólares en un callcenter.


Antes (veinte años atrás) un salario entre quinientos y novecientos balboas era considerado “suficiente”, para quien iniciara su vida profesional.  Entendiendo por profesional, al graduado universitario.  Aproximadamente, de cuatro a seis años de estudio en diversas disciplinas.  El problema radica en que actualmente, todavía hay muchos profesionales sobreviviendo en dicha escala salarial.  Está bien que las hormiguitas, los choferes de bus, los policías y el personal de callcenter ganen buenos salarios.  ¿Pero qué del resto de los panameños?  Cualquier gobierno que se llame “bueno”, generaría la suficiente plataforma económica, para que toda la población tuviera mejor porvenir laboral.  No sólo exprimir a la clase media, y llenar a “los pobres” con subsidios.  Entendiendo que los subsidios, también llegan a sectores no pobres de la población. Y que en Panamá  muchos “pobres” tienen celulares, juegos de video, televisores de pantalla plana, cable, internet.  Sin caer en la ridiculez de los raspaderos que ganan dos mil quinientos balboas (B/. 2,500.00) mensuales, definitivamente, somos más consumistas que productores.  Desde que subió este gobierno no he parado de preguntarme, a quién le queda el progreso (descartando a las hormiguitas, los choferes de bus, los policías y los operadores de centros de llamada)  ¿Qué hay de los ingenieros sub pagados, los médicos desempleados, los abogados taxistas, los maestros y profesores que renuncian para irse a trabajar en los callcenters porque el dinero no les alcanza, las enfermeras que terminan de cuidadoras de ancianos extranjeros?  Luego, de qué sirve estudiar tanto en una universidad.




Bajo este panorama, cómo extrañarnos de que  en este país haya tan pocos estudiantes de matemáticas, física, biología, química, música, artes.  Y cada vez mucho menos profesionales.  Dicho sea de paso, ¿Dónde quedó la transformación curricular, y de qué sirvió? ¿Por qué los panameños conocemos más del metro, que de los logros en educación?.  Será porque la transformación curricular no funcionó, será que hubo falta de divulgación, será que el gobierno sólo nos vende una idea: “La idea de tener, no la de ser”.  De cualquier forma, quién querría estudiar tantos años, si apenas tomando un curso de inglés o algún tipo de  entrenamiento, obtendrías un empleo de casi mil dólares mensuales.  Por otro lado,  ¿Cuál ha sido el apoyo a nuestros productores, dónde quedó la cadena de frío? ¿Qué ocurrió con los técnicos expertos que vendrían de Vietnam a educar al productor nacional? ¿Cómo nos  ha impactado el tratado comercial con los norteamericanos? ¿Acaso sólo pensamos en comer y vivir de las importaciones? ¿Por qué importar (tener productos) en lugar de producirlos (ser un productor)? ¿Quiénes se benefician del perfil de importación, y más endeudamiento estatal? ¿Acaso tanto desarrollo “sostenible y escalable”, sólo “escala-crece” la deuda pública? ...   De cualquier forma, ningún país progresa integralmente si sus universidades públicas se devalúan y sufren tanto.  Luego,  ¿Qué estamos haciendo de Panamá? ¿Un paraíso consumista, en el que más importa  tener, que ser, saber, pensar o entender? A mi parecer, todo desarrollo sostenible y escalable debe hacer que el ciudadano tenga más, siendo mejor (mejor profesional, mejor ser).   De lo contrario, más que promover, sólo prostituimos a la nación y a sus ciudadanos.   


Polipartidismo Social




Aquí hay algo que no cuadra en la lógica nacional.  Todos los problemas se resuelven mediante “el diálogo”...  ¿Acaso tal es el deber ser de nuestra realidad nacional?, no sería mejor sencillamente evitar repetir el ciclo, concertar, evitar los problemas, dialogar primero, co-gobernar.  ¡Estamos dando vueltas en círculo! ¿Hasta cuándo del ritual bastante desgastador e insulso?. Como si la existencia diaria del panameño se redujera a una lucha de poder que a la larga queda en nada, o en la más triste resignación para el más débil.  El mecanismo de por sí es bastante similar y podría decirse que hasta primitivo.  Ya deberíamos sabérnoslo de memoria, ¿O acaso nuestra limitada memoria social, no da para tanto?.  Sólo este año, el ciclo ha dado dos o tres vueltas más de lo mismo. ¿Cuánta inteligencia o terquedad, se necesita para tropezar infinitas veces con la misma piedra? No lo sé, pero la situación se empieza a tornar deprimente, deprimente porque empezamos a acostumbrarnos a trabajar de esa forma.   Igual a como nos hemos acostumbrado a comprar agua potable, o a recoger en casa para bañarnos.  La calidad de vida del panameño se ha degradado tan rápido, que no nos han dejado opción de analizar globalmente ¿Qué está pasando?  Todo ha venido de golpe, y todo junto: Saneamiento de la Bahía, reparación de las calles, Metro, soterramiento de cables, impresora fiscal, aumento del ITBMS, cambio de un sistema de transporte por otro de muy dudosa efectividad, alza en el costo de la vida, degradación del agua, escándalos de corrupción a nivel nacional e internacional, represión en masa, bacterias súper-resistentes, confrontación, degradación de la política panameña (tránsfugas y vendidos), migración masiva de extranjeros, deterioro de la seguridad pública,  vulgaridad, agresión, persecución, metidas de pata al por mayor etc.


La metodología es tan sencilla como repetitiva.  El gobierno implanta algún tipo de ley u ordenanza que crea inconformidad masiva.  El pueblo se levanta, luego viene el esquema represivo, que arrastra muertos y heridos, en su mayoría puestos por el lado más débil de la balanza, el pueblo.  Aún así, el gobierno termina retrocediendo y tiene que declarar “un diálogo” cuando las cosas se le salen de la mano o alcanzan eco internacional.  Una vez establecidos los diálogos, las partes involucradas entran en una  segunda fase de lucha.  Luego, entre dilaciones y protestas reiterativas subyacentes, todo se va perdiendo en el olvido popular.  Finalmente, “algo” se quiebra en el transcurso de los acontecimientos, y nadie sale ganando.  No pocas veces, declarándose al final de los acontecimientos un empate pírrico, que ni justifica a los muertos, ni a los ciegos, ni a los heridos.  E inclusive, aún sin ley de por medio, por cualquier eventualidad explota una confrontación social pueblo-gobierno.  Esto, más que progreso, cambio, desarrollo o como quiera llamársele, se asemeja a la situación conyugal previa al divorcio.  Situación en la que ambos cónyuges no se soportan y pelean por cualquier cosa, leve o grave.  Suena ridículo, pero es lo que más se aproxima a nuestra realidad nacional.  Entre tanto y tanto, no dejo de preguntarme qué ganamos de esta lucha innecesaria.  Al gobierno le falta bastante madurez y mucha menos hambre, si tan siquiera pudieran  entender que, pese a tener todo “el mando”, siguen estando en minoría…nos harían a todos (a nosotros y a ellos mismos) la vida menos insufrible.  Al pueblo le falta entender definitivamente por quién, o por quiénes votan cada cinco años.   


Hace algún tiempo se decía por estos lares que el panameño no da mantenimiento a las cosas, sino que prefiere simplemente adquirir nuevos ejemplares, desechando los anteriores. ¿Será que tal concepto lo hemos venido aplicando a la política cada cinco años? Éste gobierno ha sufrido la oposición más cruda de la nueva democracia, curiosamente, el gobierno que subió con mayores expectativas y aprecio popular.  Curiosamente, a este gobierno lo han adversado las masas en su extracto más popular, como a ningún otro que yo recuerde. De cualquier forma, las últimas manifestaciones populares me han hecho pensar que tal vez estemos renaciendo a una época más solidaria entre los panameños.  Sería bastante sano que empezáramos a ser un poco más preventivos, socialmente hablando.  Y que esto no sólo se trate de la reacción “inmunológica” del sistema, ante una nueva forma de gobierno.


Gobierno al tanteo


Ayer voy a comprar libra y media de carne al supermercado, cuyo nombre he de reservarme.  Me sorprende el despachador, con una porción paupérrima, dentro de un paquete transluciente en sangre. Pregunto yo para mis adentros, ¿Esto es libra y media?...leo la etiqueta, en kilogramos.  ¡Lástima que no tuve una pesa a mano!, pero todo me dijo que quizás en “el redondeo” nos estén quitando.  Y digo “redondeo” por suscribir todo lo que implica el proceso en sí, la calibración de la pesa etc.  Algo similar pasó con el pan, cuando empezaron a pesarlo.  Ahora voy a cualquier panadería, y el acto es meramente protocolar.  Pesan el pan muy rápidamente, antes de cobrar. ¿Ha mejorado la calidad del pan, paga uno por lo que pesa? ¡No tengo la menor idea!, pero me queda esa sensación vacua de que me estafaron.
¿Son inventos de este gobierno, o de otros anteriores? No sé, algunos dicen que sí, otros que no, lo cierto es que tengo la sensación de que estas pequeñas “innovaciones” perjudican directamente al consumidor. ¿Cuál es el rejuego comercial, qué ganan las empresas, quién podrá resolvernos?  Todo es un terrible misterio en este país. Se inventan leyes, como la de colisiones menores, las refutan, las mejoran, vuelven y las sacan, vuelven y las quitan, las mejoran, vuelven y las sacan.  Finalmente, ¿Ha hecho caso la gente a esto? ¿Han hecho caso las autoridades a esto?...cada día veo más choques menores, igual que antes, a la espera at infinitum de un guardia.  También está lo de la multa por no portar la factura, ¿En qué ha quedado eso, quién nos dice si ha servido de algo?, aparte de incomodar al usuario.  Y si nos movemos un poco más allá, ¿En qué quedó la rimbombante transformación curricular?


Estamos en un marasmo, en un tranque existencial muy similar al vehicular.  El gobierno dijo que iba a mejorar nuestra calidad de vida, e insiste que lo ha hecho, pero, aparte del metro, nada parece estar progresando.  Todo eso sin contar los choques dramáticos con la ciudadanía, por leyes nefastas, escándalos de corrupción etc. ¿Han mejorado nuestra calidad de vida, a punta de subsidios ajenos (que ni propios, algunos de ellos)? ¿Dónde ha quedado la iniciativa de nuestro gobierno, la capacidad de gestión, de promoción (no así de “veta”) nacional?.  Me siento engañado, como si la realidad nacional se hubiera convertido en un saco de publicidad engañosa.  Sin embargo, la realidad golpea de otra forma, y por todos lados, creando un espectro demasiado denso de insatisfacción civil.  Y siento que nuestras autoridades se han vuelto más propaganda que efectividad.  Todo quedó en promesa, y la promesa se las llevó…¿El agua?  Porque ahora gasto más en agua, inclusive, dado que tengo que estar comprando estos garrafones, casi treinta dólares al mes más allá del cobro del IDAAN.



Y mejor no mencionar el novedoso y estrambótico sistema de transporte, que desplazaría a los diablos rojos.  Trajeron los buses antes de construir las paradas.  No se ha visto una transición ordenada en el proceso, sino que, peor aún, se han proliferado los diablos rojos, como si fueran hongo. Es decir, poco a poco, con estos inventos, so excusa del “progreso”, nos han desmejorado la vida.  Es decir, en lugar de mejorarnos efectiva e integralmente la vida, nos han forzado a tenernos que adaptar a nuevas inconformidades, tranques peores, la vida más cara, problemas del agua, del aseo, seguridad pública casi inoperante, más bien represiva.  E insisten en el asunto del “progreso”, que el hombre pasa y las obras quedan…más bla, bla, bla demagógico.  A nadie engañan, porque ha sido demasiado sacrificio para este pueblo, que ha puesto cuota de muertos.  Un sistema de transporte nuevo, que vino a empeorarlo todo, el costo de la vida disparado y un cerro de autoridades que se comportan como tapa huecos, emparchadores de calles, gobierno al tanteo. ¿Esa actitud es la que llamamos desarrollo, progreso, o sólo construir obras y martirizar a los ciudadanos entres sueños de grandeza?

De piñatas rotas, mieles agrias y desencanto



¡Ambos civilistas!...El ministro debería entender la posición de la Dra. Gloria Moreno, porque él vivió algo similar con el otrora director de la policía,  Gustavo Pérez.  Cuando renunció irrevocablemente, y luego reconsideró.  No sé si la doctora reconsidere, no lo creo.  De cualquier forma, me uno al conglomerado que no ha querido desestimar sus palabras al abandonar el cargo.  ¿Por qué? Tal vez por aquel viejo adagio de que cuando el río suena….  Desde el inicio de esta administración se han escuchado ecos, réplicas, voces de alerta, que además de mucho ruido, han generado demasiada suspicacia.  Luego, no quisiera yo pecar de ingenuo, como en el cuento del lobo y las ovejas.  Peor aún con tantos recuerdos incordios, que nos evoca este gobierno.  Por mencionar el más reciente, aquel desfile policial en fiestas patrias, que me recordó a la operación “Zape al Intruso” de las fuerzas de defensa.  Entre tanto y tanto, surge la pregunta si remilitarizar a la policía ayudaría a contrarrestar el tráfico de drogas, cuidarnos de los maleantes, o reprimir mejor al pueblo…  Dicho sea de paso, hasta el estamento de protección civil estrenó uniforme nuevo, a mi parecer, también castrense.

Pero así como la Dra. Gloria, otros tantos han saltado del barco del cambio.  Por mencionar algunos prominentes, un vicepresidente, un alcalde y un ministro muy allegado.  E inclusive se ha dicho que la ministra Lucy ha tenido alguna especie de “desacuerdos” con Mulino, posibles renuncias etc.  Yo no sé si Lucy fue civilista o no, más la recuerdo como periodista carismática y mediadora.  Sin embargo…  ¿Cómo cambia la gente, no?.  Como cuando Varela era el peor adversario político de Martinelli, y luego se le unió en alianza, y luego volvió a adversarle. ¿Qué les pasa a nuestras figuras públicas, políticos y gobernantes?  Un día dicen y hacen una cosa, al otro día dicen y hacen otra.  Todo lo cual,  me recuerda  lo mucho que sonó el término “loco” en las pasadas votaciones.  La conducta de nuestros personajes políticos y autoridades no es coherente.  Y de igual forma traen a Panamá.  El tranque no se aguanta, la ciudad toda enredada, basura sin recoger, manantiales de aguas negras, confrontación, circo y violencia por otro lado, política de patio limoso, el costo de la vida y la canasta básica por las nubes. En términos generales, nuestra “calidad de vida” ha desmejorado notablemente; aún cuando en campaña se nos prometió exactamente  lo contrario.


Existe un refrán que dice: “Así le paga el diablo, a quien bien le sirve”. Pero hay otro peor: “Más sabe el diablo por viejo, que por diablo”.   ¿A dónde quedó nuestra experiencia social en veinte años de nueva democracia, y veinte de dictadura militar?.  Si el pueblo fuera un poco más despierto y proactivo, los proyectos de ley no tendrían que ser abortados en doloroso trance, como el de Colón, Chiriquí, Panamá y Bocas del Toro.  No considero sano que el país progrese (caso tal) sobre una plataforma tan convulsa, cambiante e inestable.  Por otro lado, está claro que la pésima distribución de riquezas tampoco se resuelve subsidiando al pobre con el martirio de la clase media, y entonces gritar a golpes de pecho que: “Se ha mejorado la calidad de vida del panameño”.  Eso no tiene sentido, por Dios, el estado no es una piñata y los ciudadanos tampoco somos niños.  De lo contrario, el más fiero acaparador de pastillas, gobernaría sobre el gran resto. ¿Y luego qué? ¿A llorar al cementerio porque nos arrebataron las golosinas?...  

Sin embargo, hablando de piñatas rotas, mieles agrias y desencantos, quién mejor que el pueblo panameño para atestiguar que cada cinco años se nos agria la miel.  Digo, es cierto que como humanos  tenemos derecho a equivocarnos.  Pero eso no implica que vivamos  tropezándonos con la misma piedra, por más que nos la disfracen.   El libre albedrío es un derecho que coexiste entre el buen pensar (decisiones correctas)  y la responsabilidad (sobre lo decidido).  Como quien diría,  que mentir es un acto de mutuo consentimiento, entre el mentiroso y el engañado. Si no hay mentiroso, no hay mentira.  Y si no hay quien la crea, tampoco habrá mentira.  De cualquier forma, la democracia no funciona sin la participación del pueblo, y nosotros, el pueblo panameño,  aún estamos a tiempo de evitar que la miel se nos agrie de nuevo.

¿Cinco años más de esto?...no gracias.


Definitivamente este gobierno del cambio es “del dice ser, que no es”.  Dicen que hay progreso y que todo está mejor, sin embargo han encarecido absurdamente el costo de vida panameño, no tienen control efectivo sobre la criminalidad y nos han sumido en una especie de caos urbano (por las dichosas obras) casi permanente.  Dicen que el pueblo les preocupa, sin embargo los apalean cada vez que se manifiesta en contra, la mayoría de las veces en asuntos críticos que afectan su diario vivir.  Dicen que están esforzándose por resolver el problema del transporte, y han empeorado terriblemente el asunto (por apenas viajar con aire acondicionado y no recibir trato obsceno de los choferes, ahora la gente camina más para tomar el autobús, pagan más, esperan más y van más lento)  Dicen que reparan las calles, y enredan todo el país, aumentando visceralmente los tranques.  Dicen que trabajan bien, y la percepción general es de tranques, confrontación constante, provocación, amenazas, represión, tranques, encarecimiento de la vida y mucho sufrimiento. 

En todos los años que lleva este gobierno, ha tenido serios problemas reiterativos con el suministro, el sabor  y la turbiedad del agua. ¿Acaso necesitan cinco años más, para organizarse? ¿Si no han hecho gran cosa en tres años, apenas crear más autoridades y burocracia, harán algo en cinco años más?  Hay lugares en los que muy pocas veces se iba el agua, ahora se les va una vez por semana.  La falta de suministro en casi toda la ciudad capital, se ha vuelto frecuente, la turbiedad y el sabor a tierra también.  Ocurre el mismo fenómeno del transporte, en lugar de resolver un problema, lo han empeorado. E iguala que con el problema del agua, han afectado a gente que antes no se veía tan afectada por ello.  El sujeto que esquematizó aquella campaña presidencial, que pasaba cuatro horas valiosas de su vida, metido en bus en tranque, es probable que ahora pase una hora más esperando un metro bus, y dos horas más de tranque.  También los conductores particulares, pasamos de una a dos horas más, metidos en un tranque.  Mientras tanto, le suben el salario a los policías y no salen de entuertos politiqueros y escándalos de corrupción. ¿Cinco años más de esto?


En entrevista  del canal dos de televisión, una representante del IDAAN dijo: “La normativa en agua potable que maneja el IDAAN, es mucho más exigente que la de la organización mundial de la salud, los parámetros son mucho más exigentes, y sé que nuestra agua potable cumple con las normativas”.  En la misma entrevista, al ser cuestionado por el periodista si era aceptable que tengamos que tomar agua con sabor a tierra, un representante de la Autoridad del Canal dijo: “depende de cada uno, de las preferencias de cada uno, al gusto de cada uno…” Luego, ¿Acaso este tipo de aseveraciones le quitan el sabor al agua, o nos garantizas un suministro constante y confiable, o por lo menos nos ayudan a sentirnos menos mal al respecto?.    Con un gobierno que no puede solucionar satisfactoriamente el problema de la basura, ni del agua, ni de la seguridad, ni la educación, ni la salud, jamás podríamos establecer ninguna forma de progreso sostenible para el resto de la nación.  Luego, cómo pensar en progreso, desarrollo, obras, mega inversiones, si en lo básico, apenas tenemos respuestas mediocres y paliativas de tipo “subsidios”  que no terminan de convencer.  Luego, con el encarecimiento de la vida, y la falta de apoyo al sector producción, ¿Podríamos creerle a este gobierno, un ápice de lo que sugiere tras tanta maquinaria de publicidad?...no lo creo.  Los hechos dicen otra cosa.