MASLEIDOS

viernes, 27 de junio de 2014

Tesis de un gobierno paralelo



Hablan de “los retos del nuevo presidente”, como si Varela fuera una especie de mago.  Tal parece que fuéramos completamente ignorantes de la naturaleza humana y su inherente fragilidad individual. El nuevo presidente es un ser humano y como tal, bien podría sucumbir a las lides del ego y la corrupción. ¿Hasta qué punto el panameño común pide un presidente, y hasta qué punto alguien que le recoja la basura que “tira en la calle”?  Es cierto que el presidente (como máximo empleado público) debe obedecer al pueblo, pero si la sociedad no se involucra, o si él no involucra a la sociedad… de nada servirá habernos librado de “la locura” y la chabacanada hostil de estos últimos años. 

Todo dependerá de nuestra madurez política, ya que si bien rechazamos de plano la continuidad,  esto apenas comienza.  Hay que seguir vigilando que “el nuevo administrador” no posponga los intereses nacionales a los propios, o a los de sus allegados.  Recordándole  en todo momento, quién manda. No podemos sencillamente desvincularnos “del negocio” dejándolo hacer lo que le plazca, para en cinco años pasarle factura.

Dicen que los gobernantes son el reflejo de sus pueblos;  yo diría que en democracia, los gobiernos deben ser hechura de sus pueblos.  Pero si la apatía nos gana y seguimos viendo la política como un proceso de enamoramiento, infidelidad y despecho, ajenos a la realidad nacional y el despilfarro de la cosa pública, tarde o temprano cosecharemos otro conato de dictador.  Que Varela no olvide quién lo puso allí, no es tarea exclusiva de él mismo, ni de los que mejor apoyaron monetariamente su campaña, sino de nosotros mismos también. Abortemos ya esa aberrante práctica de culto a la personalidad y al poder presidencial, fino caldo de cultivo de dictadores.  Porque la realidad social de cualquier república moderna y democrática, no admite vasallaje ni señoreo.  

Hace cinco años el pueblo votó por el presidente saliente de una manera apoteósica.  Todo el mundo vio bien sus cosas, que mientras más escandalosas mejor. Luego vinieron las confrontaciones, hostilidad, insultos, escándalos de corrupción, megas obras de efectividad comprometida y rumores de sobrecostos etc. Hace cinco años Panamá soñó algo, que luego le parecería tremenda pesadilla. ¿Acaso no es momento de que empecemos a ver la realidad como algo que se hace, y no que se sueña?  Mientras no lo hagamos, no dejaremos ser miel de oportunistas.

Con menos de cinco millones de habitantes, y después de semejante lección de sabiduría democrática en las elecciones, no sería muy complicado constituir un gobierno paralelo de civiles que se contraponga y regule los excesos del gobierno administrativo. Activando y organizando a la sociedad, retomando los foros públicos y cabildos.  Obviamente, ese papel debería hacerlo la oposición, sin embargo...  ¿Podríamos confiar en aquellos que despedimos otrora, por negligentes y corruptos? Mientras sigamos delegando nuestro futuro a politiqueros mediocres, con gobernabilidad o sin ella,  la efectividad de la democracia panameña no pasará del  0.05% (24 horas, el día de la elección, contra 5 años de gobierno)

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