MASLEIDOS

viernes, 27 de junio de 2014

No, no fue suficiente

Qué lloramos?  Haciendo honor al mérito y a los estribillos, esto fue sólo un sueño (que ya terminó)  ¿El mérito?, poner a soñar a los panameños.  Y como todo buen sueño, siempre duele al despertar.   ¿Qué peleábamos, el pase al repechaje? eso es como llorar porque perdimos la oportunidad de rehabilitar.  Una areciación bastante insuficiente, como insuficiente fue la fanaticada (recordando el juego en que se abucheó a la selección, que dicho sea de paso, debimos ganar)  como insuficiente fueron los jugadores y como insuficiente fue el técnico. 

Cuando no se gana, es porque no se hizo lo suficiente para ganar, o dicho de otra forma, se hizo todo lo necesario para perder (obviando la suerte, porque el fútbol no es un juego de azar)   En algún momento de la competencia dejamos de jugar para “ganar” y empezamos a jugar para “llegar”... al mundial (así fuera a rastras) ¿Con esa actitud qué nos extraña?  Como el estudiante que sólo estudia para “el tres”, y se sorprende al fracasar.  No tenemos derecho a la sorpresa.

Mucho se habló de que Panamá había mejorado, mucha excusa se dio y mucha culpa se repartió.  Al final de cuentas perdimos como antes, como si no hubiéramos aprendido nada en todo este tiempo, en los últimos minutos  (Jugamos como nunca y…) Ratificamos nuestro viejo estilo de perder, a los pies (por ser fútbol) de un viejo adversario: USA.  Luego,  cabe preguntarnos: ¿Qué hemos aprendido?, o mejor dicho: ¿Acaso un sueño enseña más de lo que enseña la realidad?  ¿Qué queremos los panameños, sueños o realidades? ¿Pesadillas o soluciones?  A tan poco tiempo de las próximas elecciones, habría que pensarlo a profundidad.  Porque aunque sea más fácil (y menos responsable) verlo como dos cosas distintas, el fútbol refleja mucho de nuestra realidad sociopolítica.    

Pedro Calderón de la Barca dijo: “la vida es sueño”, a lo que yo añadiría: “Sí, pero tampoco tiene que ser una pesadilla”.  Como panameños, las circunstancias nos están obligando ser un poco más exigentes con nosotros mismos y con lo que nos rodea.  Para luego no llorar desengaños, o desencantos tardíos.  Sencillamente, no se puede sufrir mucho, por lo que no se ha luchado “tanto”.  Los equipos se hacen con tiempo y esfuerzo, no se “arman” para tal o cual encuentro.    Tenemos que aprender a dar más de nosotros en cada cosa (fútbol, política, trabajo, sociedad)  desde el principio, y perseverar.  Tal vez no por el ánimo de ganar, sino para hacernos cada vez mejores (a nosotros mismos)  Quizás lo de “ganarle al otro”, venga sólo por añadidura a vencerse a uno mismo.  Aprendiendo a ser campeones, de adentro hacia afuera.

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