MASLEIDOS

viernes, 27 de junio de 2014

La caída del cambio.




Este gobierno es culpable de inyectarle al país un crecimiento, para el que ni ellos mismos estaban preparados.  Obsérvese que digo crecimiento y no progreso, ni desarrollo.  Pudiéramos hablar de desarrollo y progreso si el crecimiento, aunque menor,  fuera homogéneo, equitativo.  Pero no se puede hablar de desarrollo, si flotamos sobre bienes o servicios adquiridos en deuda y con fecha término.  Hay que estar claro en esto, para desmentir la peor falacia de este gobierno, “el progreso”.  Es como el cuerpo de un adolescente que crece,  y su mente se mantiene en la infancia. Caso tal, urge la tutoría de un buen padre. ¿Luego, qué pasaría si este muchacho o esta joven crece sin la supervisión directa de sus padres?...un embarazo no deseado, inadaptación, riesgo social y peligros existenciales de alto calibre.  Eso está pasando en Panamá, las autoridades se han rendido al “crecimiento” del país.  De haber crecido junto a un gobierno responsable, tarde o temprano se daría el desarrollo.  Pero no, tenemos crecimiento y un gobierno trifásicamente adverso: En estado de ausencia, fuga o confrontación.

El primer síntoma de que vivimos un crecimiento descontrolado es evidente, y nos afecta en masa: El tránsito.  ¿Cómo reconocemos la derrota de nuestra autoridad en ese sentido?  En los puntos más recalcitrantes y durante horas pico, el tránsito no lo dirige la policía, ni los supervisores, sino obreros de la construcción.  Sí, los mismos que antes hacían tranques (cerrando las calles) ahora “nos ayudan” a sobrevivirlos. ¡Total ausencia de  autoridad!, el primer estado.  Luego, cuando la autoridad se presenta, aparecen los otros dos estados. Policías hablando por celular en medio del tranque, segundo estado: Fuga. O prohibiendo (“boleteando”)  cualquier forma de acceso alterno, tercer estado: Confrontación.

Otro síntoma de descontrol gubernamental, se ha vuelto evidente en los últimos días.  Mientras la población se queja de la falta de seguridad social (por la ausencia policial, primer estado) y los ajusticiamientos se comenten a la orden del día,  la policía encubierta  ataca equivocadamente a inocentes civiles.   Luego aparecen algunas autoridades mal justificando semejante proceder (segundo estado, fuga)  Y finalmente los vemos atacando a cualquier grupo que adverse al gobierno (tercer estado, confrontación) 

Otro síntoma de descontrol gubernamental, es la migración de extranjeros.  No de los que generan ganancias localmente  y pagan dinero a nacionales.  Sino de aquellos que vienen a competir con la mano de obra panameña, encareciéndonos la vida y aumentando la delincuencia como efecto colateral.  Otro síntoma del descontrol gubernamental es el encarecimiento de la vida.  La excusa perfecta: “Políticas de comercio internacional”.  Como si un padre de familia, para mantener su hogar, tuviera que fijarse en lo que hacen los vecinos, o hacer caso de lo que ellos digan.  Caso tal, habría que ver si les debe dinero por malbaratar el propio en sí mismo, vicios, amistades  etc.

Mi conclusión es que a todas luces el “cambio”  ha colapsado. Apenas queda un cascarón mediático, cuyo fin único es facilitar el relevo generacional.  Sin embargo, una cosa es lo que muestran en televisión y otra muy diferente su desmantelamiento de adentro hacia afuera.  Es evidente que esta forma de gobierno ya no se sostiene a sí misma, ni al resto de los panameños.  En consecuencia, cargarlos cinco años más equivaldría a prolongar la agonía de un paciente terminal, con resultados sobreañadidos e inimaginables.  La plataforma sobre la cual administrarían  al país cinco años más, es tan frágil como caótica, y dolorosa hacia futuro. De dónde sacarían dinero para seguir los sobre-costosos MEGA proyectos (dos líneas más del metro, otro juego de exclusas en el canal, becas)... ¿De dónde más? Del total empobrecimiento de la clase media, y del país como hasta ahora lo hemos conocido.  
 

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