MASLEIDOS

viernes, 27 de junio de 2014

Donación o exhibicionismo




Estaba en un local comercial cuando vi que presentaban el teletón. Un grupo de representantes de cierta emisora, en nombre del presidente, donaron el  suéter de un jugador de futbol famoso (autografiado) para ser subastado.  Encabezaba el grupo un dj amanerado, bastante conocido en los medios.  Nunca entendí cómo pasaron del noble motivo de la donación, a oler la camiseta sudada del jugador.  El sujeto en mención empezó a arengar a una dama presente, a que oliera el suéter sudado del deportista.  Y de pronto, ese fue el chiste del evento, “oler el sudor del tipo”.  Algunas personas en la tienda se rieron tímidamente, otros nos quedamos estupefactos.  Pero sigo sin entender, ¿Dónde está el chiste del asunto? ¿Por qué  una persona habla de “oler la camiseta sudada de otra persona”, como si fuera una enorme gracia, en un evento público, a esa hora del día y de una manera que de lo insistente, saltaba a lo procaz?

Si el presentador es o no homosexual, no viene al caso.  Aquí no se juzga a nadie al respecto, pero sí hay que comentar lo impropio de su actitud, la falta de seriedad en un evento tan elevado, el destiempo, la pusilanimidad de los que estaban al lado de él, que en ningún momento pudieron decirle, o darle a entender que “su brillante broma” estaba fuera de sitio, tiempo, gracia y razón.  La propia mujer, aún siendo mujer, y aún siendo el dueño de la camiseta un deportista famoso, presentó oposición a hacer algo así en público (y a juzgar por su rostro, en privado también) sin embargo, este otro personaje la confabuló para que finalmente lo hiciera, y todos quedaron aplaudiendo la gracia… ¡Semejante gracia!   ¿A dónde está quedando el sentido común de las personas, cuando hacen algo como eso, o peor aún se ríen de algo como eso? Fuera del fetichismo o cualquier perversión inherente al acto así, expuesto de una manera tan innecesariamente cruda, fuera de la apreciación de quienes se rieron, no podemos estar oliendo emanaciones, secreciones o excreciones en público.  Los perros alzan la pata y se lamen el pene y los testículos en público, también obran y orinan por la calle.  Pero esos son los perros… Si lo que queremos es ser más civilizados, ¿Por qué hacer gracia de algo así?

Es como si de pronto alguien subiera al escenario de un espectáculo de beneficencia y se tirara un enorme pedo porque “le parece gracioso”.  O se sacara los mocos frente a las cámaras.  O se rascara los pies.  Digo, esas son cosas de aseo, higiene e íntimas que sólo se hacen en casa.  No tenemos por qué convertirlas en un espectáculo público, menos jocoso, y menos en un evento así.  De lo contrario pues, volvamos al circo romano, a la lucha de los gladiadores, al KKK o al tiempo en que se masacraban a las personas que se inclinaban sexualmente por los de su  mismo sexo. Se trata de ser mejores personas, de ser más inteligentes, no de andar como perros, oliéndonos los traseros por allí para ver quién es quién.  Me parece que el ser humano debe tener un poco más de amor propio, respeto y dignidad hacia su naturaleza.  Si las cosas siguen  así, un día nos van a dar un “top show” en prime time,  de gente mutilada con fines eróticos ocultos.  

Yo pienso que nuestra humanidad está seriamente comprometida, por no decir deformada, cuando nos reímos de algo así, o ni siquiera notamos que está mal.  Del fanatismo religioso y la persecución inquisidora, estamos pasando al ridículo existencial.  Ningún extremo es bueno, y la pasividad social a veces nos hace reírnos de cosas que van en contra de los valores humanos.  Hay que ser un poco más serios en esto, y saber hasta dónde llega la broma, porque si no sabemos diferenciar la seriedad del relajo, y el relajo de la degradación personal-humana, entonces nuestra humanidad está muy peligrosamente confundida.
 

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