MASLEIDOS

viernes, 27 de junio de 2014

Lo que las encuestas dicen



 

No sé si sea su caso, pero a mí me perturba lo que le están haciendo al pueblo, o mejor dicho, lo que el pueblo se está dejando hacer, o mejor dicho, lo que el pueblo se hace a sí mismo.  En otra época en la que mi cadencia era más virulenta, hubiera dicho que nos han prostituido.  Porque aquí la gente parece haber dejado de sentir, porque le han llenado el bolsillo trasero izquierdo de dinero que se va, y el derecho de una deuda que queda,  tan pesada que en breve no nos dejará caminar.  De cualquiera de las dos formas, hemos dejado que nos toquen la nalga (dicho en mi buen panameño) Le hemos entregado el país no a nuestros hijos, sino a una serie de políticos ladrones y corruptos, traidores y proxenetas.  Y ellos esclavizarán a nuestros hijos (como a nosotros mismos) porque nosotros le entregamos el país.  Esto no se trata de salir a matar a nadie, ni cerrar calle, esto sólo se trata de practicar un poco más a tener orgullo, dignidad, amor propio como persona, y como ciudadano. 




Tengo rato escuchando a gente rendirse antes de tiempo por las dichosas encuestas.  A mí me saben a rábano las encuestas, cualesquiera que sean, porque no soy chinguero, ni juego hípica, ni soy vicioso, ni apuesto.    Desconozco cuál es la carencia hormonal que ata al humano a tales vicios, de cualquier forma, yo creo que la pasividad del panameño la suple apostándole a las dichosas encuestas.  Y sin querer verlo, estamos apostando el futuro de las próximas generaciones, no la insignificante silla de las garzas.  Porque aquí la gente piensa en función de un presidente, no de un pueblo.  ¿Quién llega a la silla?...me sabe a rayos si primero no me pregunto: ¿Qué será de Panamá los próximos cinco años?  Porque antes del presidente que se elija, estará un país en media década de vida republicana.  Pero nuestro pensamiento se restringe a una cara, a una pancarta, o al payaso que más nos convenza, o nos convengan sus payasadas. Porque no hay uno bueno… pero no votar es huir.  ¿Pero qué hay de Panamá?...Porque somos cobardes y apáticos, y queremos que el próximo aprovechado que “se nos suba encima, nos resuelva la vida”. No, los vagos no son ellos, ni los botellones, ni siquiera los ladrones…somos nosotros, que le hemos robado por omisión el futuro a las próximas generaciones dejándoles un país de conformistas derrotados y cobardes.




Yo voy a votar según mi convicción, según mi sentido común, y si estamos rodeados de abúlicos indolentes, pues, voto por mí.  Así como Leónidas batalló contra 300 mil persas, con 300 soldados en las Termopilas (que no en realidad no fueron más de dos mil, contando el grupo paramilitar que armó) con un poco de inteligencia y carácter, voy a desbaratar el anonimato húmedo de esa maldita mampara y voy a votar en mi nombre. No en nombre del títere (que lo son todos) que marque, ni en nombre de las encuestas, ni en nombre del ángel o demonio que me acometa ese día, si llego.  Votaré en nombre mío, con el país en el corazón, así tenga que perder en la batalla.  Voy a ser uno de los trescientos que caigan para frenar esos 300 mil que quieren apoderarse de mi poder de elegir, contra ellos y contra cualquiera que venga a decirme que no tengo derecho a ser...  Porque para actuar con convicción, sólo falta mirar hacia adentro en lugar de hacia afuera, y que la mente y el corazón dirijan nuestros pasos.  Así no se ve llegar ni a la muerte, ni a la derrota.  Porque la democracia sin espíritu, es sólo un juego de apuestas, de encuestas.   Y si gano, como gané la vez anterior, estaré allí para recordarle a quien sea (como estoy ahora) que no es un dios, por lo menos no sobre mí.  Porque mi fe no es de iglesia, sino de facto.  Porque mi Dios está en mí, y quien me ofende LO ofende.  Y si no es por mí la dignidad, es por Él.   Y si pierdo…pues, soy un mal perdedor, e igual seguiré sembrando la posibilidad del triunfo para los próximos cinco años.  Porque la ciudadanía no se define cada cinco años, sino cada día de nuestra vida. 




Y vino una encuesta, me preguntó el nombre, me dio un papel simulando la votación, y luego me preguntaron “por quién yo votaría”.  ¿Para qué hacen eso? ¿Para que le piden el nombre al encuestado, para qué nos hacen votar en privado y luego indirectamente nos preguntan por quién votamos (porque después del papelito, te preguntan por quien votarías)???  Más que un control de veracidad, o un pulso, o un esquema de validación, y con el debido respeto de las encuestadoras: SUENA A sesgo.  No hay anonimato en esa forma, no hay efectividad.  Preguntarle el nombre al encuestado, la compañía de teléfono, la compañía de cable etc., genera miedo sobre el encuestado y atenta contra el carácter de privacidad que debe tener cualquier simulación que quiera  aproximarse a la realidad electoral.  Porque conociendo lo cobarde que somos, quién va a hablar con verdad, más aún en este gobierno que dicen ha amenazado a todo el mundo... peor aún si se identifica la persona. ¿Y qué si esa persona es uno de los tantos empleados públicos del país? ¿O su esposa, o sus hijos, o sus hermanos? Pues, esa forma de hacer encuesta sólo aumenta el miedo y dirige la opinión de la masa.  Así, el gran montón de pendejos que lloren porque “las encuestas dicen”, hará efectivo lo que las encuestas dicen por…MIEDO o RESIGNACIÓN.



Nos están dirigiendo en masa,  ¿No lo ven aún?...y no vendrá un mesías a salvarnos, si primero no nos salvamos a nosotros mismos de nosotros mismos, de nuestro miedo y empezamos a vivir según convicción propia.  Luego, sólo luego, votaremos por convicción propia.

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