MASLEIDOS

viernes, 27 de junio de 2014

¿Gobierno, una relación de respeto o maltrato?



Por los últimos abucheos que se le ha dado al presidente, sus adláteres piden respeto a la investidura.  Primer error, el respeto no se pide, se gana.  El respeto es un acto de mutuo consentimiento entre  dos personas, acordado, no impuesto. En consecuencia, si una de las personas no cumple su parte de la condición, el respeto no puede existir.  Podrá haber miedo  pero no habrá respeto, porque  a una persona se le teme por lo que haga (o deje de hacer)  pero a las personas se le respeta por lo que son (aún sin hacer nada).  Para los efectos del miedo, el día que no podamos atemorizar a la persona, la reacción varía.  Para efectos del respeto, el comportamiento de la persona se mantiene constante aún no estando con ella.

El miedo destruye  una relación al final, el respeto la fortalece desde sus inicios.  El miedo no sobrevive a la muerte de su fuente, el respeto vuelve leyenda a su fuente después de morir.  Las personas que equivocan el concepto, infunden dolor sobre sus víctimas.  Los que dan respeto generan confianza.  ¿Y qué genera confianza?, la credibilidad.  ¿Y qué genera credibilidad?, nuestras propias acciones.  “Alguien” cuyo proceder sea contradictorio, errático  e incoherente jamás dará credibilidad, ni mucho menos generará confianza, ni mucho menos respeto.   Este tipo de persona recurre, buscando respeto recurren al miedo crónica y compulsivamente.  Sin embargo no se puede buscar,  y aún mucho menos “encontrar”,  lo que no se entiende en primera instancia.

El respeto es la luz, el miedo la sombra.  La luz existe sin sombra, porque sólo depende de su fuente misma.  La sombra no existe sin luz (por su oposición a ella) y sin el objeto contrapuesto a la luz (la víctima) El respeto ilumina, el miedo oscurece. Porque el respeto emana de uno mismo (como la luz de su propia fuente) el miedo siempre dependerá del dolor que le infundamos a la otra persona. La persona que genera miedo, inconscientemente  condiciona su actitud a la reacción del agredido, estableciendo un vínculo y en ocasiones dependencia de sus víctimas. Si no fuera así, ¿Qué sería del maltratador sin el maltratado?  Porque el agresor encuentra su valor propio,  en el maltrato hacia los demás.  La persona que genera respeto lo hace porque es parte de su forma de ser, y no depende de nadie para hacerlo, ni condiciona su acción a la respuesta de los demás.

Escucho a mucha gente dispensar la falta de respeto del presidente hacia los opositores, justificándolo en “su propia naturaleza”.  Como si afectar nuestro lado humano, justificara comportarnos  de cualquier forma.  ¿Dónde queda el asunto del control personal y la responsabilidad? Entiendo yo que, a mayor autoridad, mayor responsabilidad y control.  Luego, si  el presidente de la república no controla sus propias afectaciones,  ¿Qué actitud tomaría al sentir el rigor de todas las afectaciones ciudadanas?  Porque el presidente de un país debe pensar por todos los ciudadanos, no sólo por sí mismo.  Sin esa habilidad, no podríamos llamarle “ciudadano presidente”, sino sola y exclusivamente “ciudadano”.  En consecuencia,  ¿Puede alguien gobernar a un país, sin gobernarse a sí mismo primero?   ¿Puede alguien respetar a otro, sin respetarse a sí mismo primero?  El respeto, el control y el gobierno, nacen de uno mismo.  Es algo que se ve, y lo demás sigue.  La independencia que genera el autocontrol, es una cualidad del líder, no del victimario. 
 

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