MASLEIDOS

jueves, 28 de junio de 2012

¿Ser o no ser negro en Panamá, racismo, hipocresía o payasada?




Según he escuchado, los resultados del pasado censo en el que se preguntó si uno se consideraba o no afro descendiente, no arrojó los resultados esperados.  Recuerdo que cuando me formularon la pregunta me hice el tonto, y la encuestadora procedió a explicarme muy amablemente: “Si usted tiene algún papá o mamá, abuelito o abuelita negra”.  Pensé en jugarle una broma, precisamente de humor negro, haciéndome el ofendido con algo que sonara a: “¿Qué si tengo algún chombo en mi familia?... (Que dicho sea de paso, sí los tengo y varios, chombos de piel y de actitud).  Pero no me pareció oportuno, ni necesario y tampoco estaba seguro de que la joven (mezcla de varias razas, incluyendo la negra) llegara a apreciar mi broma.  Pero resultó que en Panamá hay menos negros de lo que se ve a diario.  No sólo el asunto de que por cada “N” blancos sacan a un negro en televisión, sino porque el mismo país no se considera afro descendiente.  ¿Qué cosa más ridícula y racialmente hipócrita, no?. En Panamá uno voltea la vista y ve varios negros, negroides, afro descendientes, zambos, culisos, morenitos, timbos o como se les quiera llamar.  Pero la consciencia colectiva se considera cualquier cosa, menos negro o afro descendiente siquiera.  


Aclaro, aún para los que me conocen personalmente, yo sí soy afro descendiente y lo digo con orgullo.  Aproximadamente un 25% de mi constitución genética es negra, y el 75% restante se lo reparten el indio y el blanco.  El asunto es que tal vez muchos pensaron que ser afro descendiente implicaba exclusivamente ser hijo de negro o negra, chombo o chomba.  En Panamá el que no es chombo, en alguna fase de su vida ciudadana ha llegado a sentirse chombo.  Porque la forma de ser del panameño tiene muchos atributos negroides.  Como bien me explicara una persona hace algunos años atrás, chombo no es un color sino una actitud.  Y felizmente muchos de nosotros acogemos actitudes de chombo, casi sin pensarlo, o peor aún sin aceptarlo.  Me refiero a esa alegría expansiva y jovialidad tan naturalmente sencilla como festiva, de nuestra querida raza negra.  Por eso pregunto: ¿Cuál es la hipocresía? Afilemos un poco la vista, aprendamos a ser más honestos con nosotros mismos y los que nos rodean.  Aprendamos a ver más allá del maquillaje, las cremas, el alisado o la ropa, y veremos aún sobre la piel blanca una nariz aplastada, el cabello difícilmente domado, labios salidos y carnosos, y no pocas veces un hermoso y gran trasero. Pero bueno, como bien dicen que no hay peor ciego que el que no quiere ver…

Luego caemos en las situaciones tan públicas como ridículas (por no decir payasas) como el asunto de las trenzas en las escuelas públicas, o el desagradable incidente de la Doctora Camargo en el supermercado. ¿Es racismo, hipocresía o payasada?.  Hace algún tiempo alguien me dijo que en Inglaterra era más fácil para un negro casarse con una blanca, que en Panamá.  ¿Será acaso porque muchos panameños son natural y tontamente racistas, o porque en Panamá es mucho más difícil encontrar una “blanca” en todo el sentido de la palabra?.  Porque aquí hay culizas, cholas, teñidas, pintadas, desteñidas, morenitas, chombitas, yeyesitas, rabiblancas, rabiprietas (como diría Pedrito) pero ¿Blancas?...Habría que analizarles la sangre, aunque, obviamente no tantas como en Inglaterra.  De cualquier forma, el primer insulto que acuñamos en cualquier discusión subida de tono refiere directa o indirectamente al origen racial predominante en la persona.  Es decir, en Panamá el racismo consistiría no en ser negro (indio, chino, judío etc.) sino en qué tan negro (indio, chino, judío etc.)  se es.  Así un chombo blanco,  es moralmente apto de insultar racialmente a un negro.  Lo cual, más que racista suena estúpido.  En consecuencia, el racismo panameño no se trata de ser o no ser negro, sino de que tan hipócrita, payaso o estúpido se puede llegar a ser en un momento determinado.

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