MASLEIDOS

jueves, 28 de junio de 2012

Queríamos un presidente, no un ilusionista


Dándole el beneficio a la duda, cosa que no se le niega a nadie… aunque con ellos no debería, me he preguntado si este gobierno tiene un problema de enfoque, visión, viveza (por los escándalos)  u orgullo…o tal vez un poco de todo.  Por cómo van las cosas, ya nada me sorprende.  Hace poco el ministro de economía dijo “que se le había pasado la mano en pollo”. ¡Pues claro! Recuerdo que en alguna entrevista de algún canal de televisión, algún funcionario gubernamental  habló de “pajas mentales”.  Desde que el actual gobierno subió al poder, nos han publicitado tanto los dichosos mega proyectos, que la suspicacia natural en la malicia panameña, hizo que todo aquello me sonara a “pajas mentales”  (parafraseando al ilustre funcionario en su momento).  Y es que llegaron pensando en “hacer”, disponiendo de un dinero, sin pedir autorización al dueño.  Me refiero a la venta de las acciones, terrenos y demás.  ¿Acaso tiene sentido hacer planes con un dinero que no se tiene, o peor aún, disponer sin permiso de dineros ajenos?.  Yo sólo dispondría de mí dinero, mis negocios e inversiones, pero hacerlo con la cosa pública…deja de manifiesto un problema de enfoque  y visión.  El presidente debe ser administrador, no dueño.  A no ser que yo me crea “el ungido” y pueda pasar por encima de todos y de todo lo que existe, para reinventar la rueda, desconociendo de primera mano qué hay de malo “CON LA CARRETERA”… porque yo soy yo: “El ungido”.  ¿Un problema de personalidad, de orgullo, no?.

Este gobierno (y los anteriores) me recuerda a aquella persona que busca un cargo laboral, siguiéndole el rastro a determinado salario.  “Se vende” al jefe del área  como lo mejor del mundo, e indispone a quien está actualmente en el cargo.  Pero esa persona ni siquiera se ha tomado la molestia de averiguar cuáles son las dificultades/limitaciones del personal actual, las necesidades que suple, ni en qué consiste el puesto para el cual aspira.  Ese empleado, ignorante total de su rol administrativo, empieza a improvisar, no hace lo que le solicita el jefe sino lo que él piensa que debe hacer y de la forma en que lo quiere hacer.  Sólo está allí por el salario, y teme tanto a que lo boten (porque conoce consciente e inconscientemente cómo llegó al puesto) que se vuelve por un lado “alegórico” (ficticio, mentiroso, propaganda)  y por otro lado agresivo e impositivo (agresión que en el fondo es miedo a ser sacado del puesto).  Las personas que suben a los gobiernos panameños, por lo general llegan haciendo oposición (indisponiendo al empleado actual) sólo les interesa los beneficios,  altos salarios y comodidades (el salario del cargo) y luego de nombrados desconocen al pueblo (el jefe/dueño). Terminan improvisando, o haciendo lo que les da la gana, menos resolviendo los problemas reales del estado (porque desconocen la naturaleza del cargo, sólo les importaba  los beneficios).  Lo malo aquí es que en esta empresa que llamamos estado, el jefe (el pueblo, que para nuestros efectos es el dueño también) no está pendiente de su negocio. Por eso nos toca aguantarnos cada administrador…


Yo hubiera creído que esto no iba a ser igual con el actual presidente, que fue funcionario público dentro de las vertientes políticas de mayor peso en el país.  Llegué a creer (aunque muy brevemente)  que acabaría con el monstruo, quizás por eso muchos panameños le dieron el voto, pero terminó convirtiéndose en un tumor para el cuerpo estatal.  Pero tal vez no se involucró demasiado tiempo con el pueblo (fuera de campaña) tal vez sobreestimó sus capacidades, o subestimó la burocracia, el sistema, no sé.  Algo le salió mal, algo nos salió terriblemente mal.  Si tan sólo se hubiera tomado un poco de tiempo para conocer realmente al pueblo, tal y como conoció las formas de gobernar del Arnulfismo y el PRD, hubiera enfocado su forma de gobierno a resolver problemas y no a cumplir promesas, hubiera dado la solución sin haberse sumado al problema.  Porque Panamá requería un presidente, no un mago ilusionista, no un prestidigitador (peor aún).

Queríamos que los diablos rojos funcionaran como debieron funcionar, no que nos vendieran una empresa de transporte más cara, insuficiente y extranjera.  Queríamos resolver el problema vehicular del país, no necesitábamos un metro, ni tantas calles rotas en supuesta reparación.  Queríamos resolver el problema del agua, no soterrar cables.  Queríamos una mejor educación, no portátiles, ni mochilas (y para las becas ya estaba el IFARHU).  Queríamos mejor salud pública, no crisis por KPC  ni un staff de lujo intimidatorio.  Queríamos los alimentos más baratos, no jumbo ferias (ya el PRD nos había dado las ferias compita, y tampoco llenaron). Queríamos mejores salarios, no mejor salario mínimo.  Queríamos mejor economía, no más edificios.  Queríamos más seguridad, no policías mejor vestidos.  No queríamos más impuestos, de hecho se nos dijo que había plata y malos administradores, pero  nos aumentaron las cargas impositivas.  Queríamos menos pobreza, no más casas para pobres.  Queríamos más seguridad, no más cárceles.  Queríamos que todo el país progresara, no sólo algunas personas. Queríamos más y mejores  empleos, no más empleos temporales. No pedimos pesar el pan, ni la impresora fiscal, ni el cambio de metraje, ni compatibilidad numérica, ni más aeropuertos, ni que creciera la cinta costera, ni un centro de convenciones nuevo. A mi parecer el gobierno actual se ha enredado en cosas innecesarias, y en las realmente necesarias no ha figurado adecuadamente.  Para rematar,  siempre envueltos en escándalos y vínculos tibios débilmente soslayados con “yo dije que no dije, que él dijo, que ellos dijeron que yo dije”…y al final de cuentas queda el sospechoso libre y el acusador demandado.  Como si los demás fuéramos estúpidos. De cualquier forma, los problemas no se resuelven con magia ilusionista y propaganda, sino con soluciones.  No votamos por un mago, sino por un presidente.  Exigimos realidad, no fantasía.  Un gobierno de verdad, no de pacotilla (parafraseando a aquel funcionario, en aquel tiempo).

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