A mí me asombra que la gente se asombre; no deberíamos. Me asombra que el panameño común, no tenga memoria a mediano y largo plazo. Y me asombra que tampoco tenga capacidad de integrar y concluir (mis disculpas si llego a ofender a alguien, pero esto me indigna). Este es un pueblo noble, pero desmemoriado, y no pocas veces mentalmente perezoso. Algo que no va a resolver Lucy Molinar con su acreditación Universitaria, ni la transformación curricular, mochilas, becas etc. Ahora bien, ¿De qué me asombro? ¿Por qué criticar a los tránsfugas? ¿Por traidores?...lo siento mucho, pero no tiene sentido común que nos asombremos de ello.
Digamos pues, a libre
interpretación, que el primer tránsfuga (sinónimo
de traidor) fue el ex canciller, que dejó en
shock a su masa votante cuando se convirtió en
vicepresidente de su otrora (y ahora de nuevo) “adversario político”, Ricardo Martinelli. Pero analicemos un poco más la fama que han cosechado nuestros diputados, tránsfugas o
no. Tan sencillo como que hacen lo que sea para llegar a la curul, bajo el paraguas de un partido político, y se olvidan del pueblo que los votó. Luego, empiezan a enriquecerse con
nuestro dinero (recordando que nosotros les pagamos) y aún no conformes, crean
leyes en contra del mismo pueblo que los eligió, a favor de poderosos (con
coima o sin ella). Luego, siguiendo la fama, diríamos que algunos diputados (tal vez no pocos) llevan en su naturaleza,
digamos desde la génesis de su postulación, la esencia
del traidor. Traicionan al pueblo, con el beneplácito de sus partidos, y mucho
peor aún, después la gente los reelige con pleno conocimiento de causa.
Ahora bien, traicionan a sus
partidos… ¿Acaso eso les quita el hecho de que anteriormente hayan traicionado
al pueblo, con el beneplácito de sus partidos?. No, el hecho de que traicionen
a sus partidos y se vayan bajo el paraguas directo o indirecto del gobierno,
sólo refrenda su naturaleza traidora. Los partidos políticos, que no pocas
veces se convierten en cuevas de traidores, lo
saben perfectamente. Se ha comentado que los tránsfugas se van porque los
compran (o se venden), se ha comentado que los tránsfugas se van porque los
extorsionan. Se ha comentado que los tránsfugas se van por convicción propia.
Por lo que sea, se van, y se seguirán yendo, porque en esencia son unos
traidores. Y en definitiva, sólo se van por un motivo: Porque les ofrecen.
Lo que acontece es que ahora les
llegó alguien que puede pagar más…No importa que la gasolina suba, no importa
que nos endeuden, no importa que el estado no tenga dinero, ahora tenemos a
alguien que sabe de compra y venta de bienes materiales, servicios y conciencias
(de diputados o no diputados). Alguien que sabe cómo comprar, dónde, cuándo,
para qué y qué ofrecer. Un negociante de almas. Un comerciante que
supuestamente ha comprado legisladores, periodistas, médicos, abogados,
músicos, militares…un comprador nato, pero: ¿Con qué dinero?. No es difícil
comprar a quien está en venta, sólo es cosa de “buscar las ofertas”, o mejor
aún, crearlas de cualquier forma, tentando, ofreciendo, sugiriendo,
extorsionando.
¿Por qué estamos viviendo esto
ahora?...yo no me asombro, sólo recuerdo. Cada vez que intento asombrarme
cuando alguien más cambia de bando, resuenan en
mi cabeza aquellos cables de Wikileaks en los que
supuestamente, la ex embajadora de Estados Unidos
en Panamá tildaba a “su amigo” de extorsionador,
chantajista, acosador, insensato etc. Digo, no hay razón por la que deba
asombrarme, esto (los cambios de bando y conciencias compradas) han venido
ocurriendo desde antes que los diputados empezaran a brincar de un lado a otro
(como palomitas de maíz). Estos últimos años se han caracterizado por la
quiebra moral, en masa y pública. Algo hasta cierto punto aceptable, en medio
de tanta degradación social panameña y mundial.
Lo que me asombra, reitero, es que la gente todavía se asombre.
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