Ellos siempre serán extranjeros
Yo me pregunto: ¿Hasta qué punto el extranjerismo de ciertos ciudadanos, afectará su sentimiento patrio?. Porque estas personas de apellidos poco comunes, han llegado con ansias viscerales, aparentemente en contra del gran resto de los González, Rodríguez, Hernández, López etc. ¿Se sentirán panameños, o todavía pensarán como “conquistadores”, o tal vez ¿Reconquistadores? Pregunto: ¿Habría que mezclarse con indios, o negros durante un buen par de generaciones, tal vez para saborear la esencia de ser panameño a profundidad?... no puedo asegurarlo. Aún así, estas personas, sin darle a esto un tono racial, estos “blancos” de extranjerismo rimbombante, parecen odiar al nacional. ¿Acaso ellos pensarán, sin deseo alguno de desatar una lucha de clases ni nada por el estilo, que este país está repleto de indios y negros esclavos? (reitero, no sólo lo de indios y negros, sino de indios y negros esclavos) Lo pregunto porque nos han venido tratando, como si ellos fueran los amos y nosotros sus esclavos (con el mismo desprecio, rabia e imposición). ¿Será acaso que ellos se sienten panameños porque caminan nuestras calles, se quedan con nuestras tierras y luego nos venden a precios abusivos las cosas que producimos a contracara de nuestra propia explotación? Históricamente los hemos visto adueñarse de nuestro país, riquezas, tierras y recursos. Pero quisiera saber, en qué tiempo se adueñaron del sentimiento patrio.
Para sentirse
panameño tal vez no sea necesario subir a un autobús, comer raspado, o hacer de
chichero frente a la televisión. Ser panameño no precisa de hablar en forma
chabacana y rambulera. Para ser panameño no hay que ser grosero e informal.
Para ser panameño, sólo hay que QUERER SERLO. Quererlo de verdad, porque la patria identifica
sabiamente a sus verdaderos hijos. Ahora bien, ¿Cómo quererlo cuando se odia y
se actúa tan en contra de los panameños en general? ¿Cómo llamarnos panameños,
si se abusa, reprime, mata
y ciega a nuestros indios? ¿Cómo sentirnos panameños, envenenando a nuestros
ancianos con jarabes tóxicos, o matando al pobre con bacterias, hambre o resentimiento? No es panameño, ni mucho
menos más panameño,
aquel que contrata más personas en sus negocios, pisoteando la calidad y
potencialidad humana. Este pueblo que creemos sencillo, pero que en el fondo es
tremendo guacho, no se gana (porque no se regala) ni se compra (porque no se
vende) Quien confunda nuestra humildad, con ignorancia, estupidez o vagancia.
Peor aún, quien crea que por ello tiene derecho a abusarnos y humillarnos, no
quiere al panameño. Quien piense que de nuestro pueblo no puede salir gente
respetable u honorable, no quiere a Panamá y mucho merecerá cualquier tipo de
autoridad. Porque personas así, se creen diferentes y se sienten, y se seguirán
sintiendo extranjeros, aunque Panamá le ceda sus entrañas. Podrán tenerla, pero
jamás será de ellos. Esas personas que miden al país y sus ciudadanos desde la
misma óptica reducida, de pingüe objeto de lucro, esas personas jamás podrán
ser panameños. Ellos siempre serán extranjeros.
Sí, desde luego, como
en todos los países del mundo, los panameños tenemos gente perezosa, vaga,
dejada, cochina, fiesteros, irresponsables y como decimos “quechones”. Sí,
algunos panameños podrían tener ese asunto del juega vivo tan arraigado a la
tripa... Pero no somos todos, en primera instancia. Y quien piense que todos
somos así, pues, no quiere a este país, porque no cree en su gente. Panamá ha
dado grandísimas glorias
en las artes, ciencias y deportes mundiales, panameños auténticos DEL PUEBLO.
De ese pueblo que aquellos “disque panameños” detestan. Este pueblo de indios,
blancos y negros ha parido GLORIAS MUNDIALES, que no poseen apellido de lujo ni
extranjería predominante. Porque los apellidos de lujo en este país, se han
quedado con el dinero y las
tierras. Al parecer la GLORIA y la dignidad, pues…la sigue
manteniendo el hijo del pueblo, el panameño auténtico que ha sufrido en carne
propia el abuso hacia su nación, pero que aún así la sigue viendo hermosa. Tal
vez haya que sufrir como buen indio y negro la substancia de ser panameño, para
querer este país. Pero jamás como esclavo, porque de eso ha nacido LA GLORIA
que le hemos dado a Panamá. Trabajando, ganándonos el sustento a pulso, sin
necesidad de engañar a un pueblo, o apropiarnos de tierras, ni de riquezas, ni
del país.
Panamá es una tierra
noble, que abre sus entrañas a cualquier humano que le ame. Aquí no es
extranjero el que venga de otro país y aún no tenga su nacionalidad, aquí no es
extranjero el que tenga la piel blanca, aquí no es extranjero el que tenga
apellidos extranjeros, porque esta patria quiere a sus hijos y siempre ha
aceptado como tales a quienes la han querido. Verlo de otra forma, sería
reducir el enorme corazón de nuestra tierra a ridículas cuestiones
circunstanciales, y fraseologías vacuas. “Para beneficio del mundo”, dice uno
de nuestros emblemas. Para una patria tan noble, es bastante difícil restringir
su derecho a nacionalidad. Eso lo podemos ver, curiosamente y de una manera
simbólica (guardando proporciones) en la cantidad de barcos que abanderamos a
diario. Sin embargo, existe una única norma excluyente, que da el espíritu de
nuestra nacionalidad. En Panamá, es extranjero y jamás dejará de serlo, todo
aquel que no ame a Panamá y deteste a los panameños.
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