MASLEIDOS

lunes, 25 de junio de 2012

¿Qué nos enseñan los extranjeros?



Frecuentemente escucho a varios paisanos decir que el panameño es vago, perezoso, grosero, tramposo, congo, lento, de todo.  Y que los extranjeros son audaces, trabajadores, luchadores, educados, rápidos etc.  Sobre todo en lo relativo al área de servicio.  Obvio, también escucho los tradicionales estereotipos, que si alguien es de una nacionalidad es narco, prostituta, loco, grosero y así.  Como buenos seres humanos, repletos de virtudes y defectos, siempre hablamos de más y no pocas veces conociendo menos.  



Yo me pregunto si en Colombia, Venezuela, Estados Unidos, Perú, Costa Rica  no habrá gente vaga, perezosa, tramposa, lenta y grosera.  El sentido común me dice que sí, como en cualquier otro país del mundo llámese Rusia, Corea, China, Arabia, Noruega, Israel, Japón.  Tal vez  los panameños que opinan tan mal de los panameños,  no han vivido suficiente tiempo en el extranjero.  Sin embargo, cada país tiene su idiosincrasia y nosotros la nuestra, nuestra “indio-sin-gracia”.  No hay dos países iguales, como tampoco hay dos personas completamente iguales en el mundo, tanto para bien como para mal.  


 ¿Acaso los extranjeros que han venido a Panamá,  nos dan suficiente base estadística para creernos mejor o peor que ellos?  No lo creo.  Los extranjeros que llegan al istmo son un tipo bien definido de cualquier especie: Emprendedores;  y no pertenecen a ninguna nacionalidad exclusivamente.  El emprendedor corresponde al tipo de persona que sale de su país en busca de un mejor futuro. Tan emprendedores podrían ser los miembros de la familia del actual presidente de Estados Unidos, como algunos balseros provenientes de Cuba.  Sin embargo el solo hecho de dejar atrás toda una vida, un país y familiaridades en busca de “una vida mejor”, dice mucho de cualquiera de estas personas.

Personas que vienen de localidades con mayor densidad poblacional que la nuestra.  Países con más personas y peores problemas existenciales.  Individuos que aceptaron el último reto de supervivencia humana: Migrar.  No es justo comparar al nacional común, con el extranjero emprendedor.  Sería mejor comparar emprendedores con emprendedores y nacionales con nacionales.  Entonces  establecer alguna relación proporcional, pero que jamás nos lleve a creernos mejor o peor a nadie, como muchos de nosotros hacemos tan alegremente contra  nosotros mismos (panameños).


Sin embargo, Panamá tiene algo que la diferencia de muchos países en lo que  a migración se refiere.  La flexibilidad de sus políticas migratorias.  Bien lo dijeron nuestros ancestros: “Pro mundi beneficio”, una política migratoria más de piernas que de puertas abiertas.  Nosotros le facilitamos mucho las cosas al extranjero, que para rematar,  antes de llegar al istmo ha sido previamente llamado o captado por un grupo migratorio preexistente, de cierto poder adquisitivo, social y político que le facilita ampliamente el proceso de adaptación y progreso.   Gracias a Dios, históricamente hablando, dada nuestra posición geográfica no pudimos hacer mejor cosa que utilizar las corrientes migratorias a nuestro provecho, en cierto proceso de asimilación natural históricamente practicado por los panameños.  Aunque ello nos haya dificultado el levantamiento y mantenimiento de cierta identidad cultural, entre otras cosas.  


Panamá parece ser de los panameños… y de los judíos, chinos, indios, colombianos, venezolanos, peruanos, gringos y de todo aquel que tenga cojones de vivirnos. ¿Es un cáncer o una bendición?  No puedo asegurarlo, pero sí hay algo cierto.  Todos esos emprendedores se apoyan entre ellos y en un par de generaciones se superan como grupo social. ¿Acaso hacemos lo mismo los panameños? No creo, nosotros nos atacamos mutuamente;  tal vez por eso no progresamos.  Quizás tengamos que aprender ese pequeño detalle de los emprendedores, aquella “nimiedad” que ellos  tuvieron que aprender  a la brava, expatriados, exiliados, huyendo de su país: La solidaridad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario