Frecuentemente escucho a varios paisanos
decir que el panameño es vago, perezoso, grosero, tramposo, congo, lento, de
todo. Y que los extranjeros son audaces,
trabajadores, luchadores, educados, rápidos etc. Sobre todo en lo relativo al área de servicio. Obvio, también escucho los tradicionales
estereotipos, que si alguien es de una nacionalidad es narco, prostituta, loco,
grosero y así. Como buenos seres humanos,
repletos de virtudes y defectos, siempre hablamos de más y no pocas veces
conociendo menos.
Yo me pregunto si en Colombia,
Venezuela, Estados Unidos, Perú, Costa Rica
no habrá gente vaga, perezosa, tramposa, lenta y grosera. El sentido común me dice que sí, como en cualquier
otro país del mundo llámese Rusia, Corea, China, Arabia, Noruega, Israel, Japón. Tal vez
los panameños que opinan tan mal de los panameños, no han vivido suficiente tiempo en el
extranjero. Sin embargo, cada país tiene
su idiosincrasia y nosotros la nuestra, nuestra “indio-sin-gracia”. No hay dos países iguales, como tampoco hay
dos personas completamente iguales en el mundo, tanto para bien como para mal.
¿Acaso los extranjeros que han
venido a Panamá, nos dan suficiente base
estadística para creernos mejor o peor que ellos? No lo creo.
Los extranjeros que llegan al istmo son un tipo bien definido de
cualquier especie: Emprendedores; y no
pertenecen a ninguna nacionalidad exclusivamente. El emprendedor corresponde al tipo de persona
que sale de su país en busca de un mejor futuro. Tan emprendedores podrían ser
los miembros de la familia del actual presidente de Estados Unidos, como
algunos balseros provenientes de Cuba. Sin
embargo el solo hecho de dejar atrás toda una vida, un país y familiaridades en
busca de “una vida mejor”, dice mucho de cualquiera de estas personas.
Personas que vienen de
localidades con mayor densidad poblacional que la nuestra. Países con más personas y peores problemas
existenciales. Individuos que aceptaron
el último reto de supervivencia humana: Migrar.
No es justo comparar al nacional común, con el extranjero emprendedor. Sería mejor comparar emprendedores con
emprendedores y nacionales con nacionales.
Entonces establecer alguna
relación proporcional, pero que jamás nos lleve a creernos mejor o peor a
nadie, como muchos de nosotros hacemos tan alegremente contra nosotros mismos (panameños).
Sin embargo, Panamá tiene algo
que la diferencia de muchos países en lo que a migración se refiere. La flexibilidad de sus políticas
migratorias. Bien lo dijeron nuestros
ancestros: “Pro mundi beneficio”, una política migratoria más de piernas que de
puertas abiertas. Nosotros le
facilitamos mucho las cosas al extranjero, que para rematar, antes de llegar al istmo ha sido previamente
llamado o captado por un grupo migratorio preexistente, de cierto poder
adquisitivo, social y político que le facilita ampliamente el proceso de
adaptación y progreso. Gracias a Dios,
históricamente hablando, dada nuestra posición geográfica no pudimos hacer mejor
cosa que utilizar las corrientes migratorias a nuestro provecho, en cierto
proceso de asimilación natural históricamente practicado por los panameños. Aunque ello nos haya dificultado el
levantamiento y mantenimiento de cierta identidad cultural, entre otras cosas.
Panamá parece ser de los
panameños… y de los judíos, chinos, indios, colombianos, venezolanos, peruanos,
gringos y de todo aquel que tenga cojones de vivirnos. ¿Es un cáncer o una
bendición? No puedo asegurarlo, pero sí
hay algo cierto. Todos esos
emprendedores se apoyan entre ellos y en un par de generaciones se superan como
grupo social. ¿Acaso hacemos lo mismo los panameños? No creo, nosotros nos
atacamos mutuamente; tal vez por eso no
progresamos. Quizás tengamos que
aprender ese pequeño detalle de los emprendedores, aquella “nimiedad” que ellos
tuvieron que aprender a la brava, expatriados, exiliados, huyendo de
su país: La solidaridad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario