MASLEIDOS

viernes, 15 de marzo de 2013

La verdad, algún día también resucitará.


Digo, no puedo iniciar mejor este artículo que exclamando: ¡Qué ridiculez!  Hace poco nos tenían pendientes a una chimenea en el Vaticano.  Lo cual me recordó mucho a “la alfombra roja” en la entrega de los premios de la academia.   Durante días enteros, medios impresos y televisados fotografiaron o filmaron la deslucida chimenea, a la espera del ansiado “humo blanco”.  Se contaron los humos negros, se tejieron intrigas, se habló de todo.  De la profecía apocalíptica del papa negro, especulando sobre los cardenales africanos.  Que si era de esperarse un papa negro propiamente hablando, o un papa que luciera (vistiera) negro etc. Pero hubo humo blanco.  Experiencia que hace poco vivimos de forma “natural”, tras la muerte de Juan Pablo II.  Pero la “fumata” de Francisco, igual o más publicitada, tiene picante extra.  Quedaron los medios parlando italiano, latín, Habemus Papam  bla, bla, bla… haciendo de la escogencia del nuevo papa un asunto político electoral.


 
La renuncia de Benedicto se vio bruscamente opacada por la muerte de Chávez.  Ahora surge este nuevo acontecimiento y el mundo tiene algo más de qué hablar…sino de asteroides, meteoritos y apocalipsis.  Fíjense ustedes, si el espectáculo es tan bueno,  entre papas que van y papas que vienen, que aún no  nos han evidenciado lo que estremece realmente a la iglesia.  Porque el público no desea ver lo que es, sino lo que quiere que sea.  Entendiendo que a mucha gente no le interesa que le mientan, sino cómo le mientan.  Lo que “es” reside exclusivamente en la realidad del actor, lo que “se quiere que sea”  reside exclusivamente en los personajes de cada obra.  Una cosa es la obra, otra la realidad.  Vivimos en un mundo que se ha acostumbrado a ver “la realidad simulada”, como los citado Reality Show.  Una realidad “lite”, “non fat”, “baja en calorías” que nos conmueve sin afectarnos (El pobre Benedicto, viejito cansado, papa emérito, bla, bla, bla)  Como aquellos especiales televisados en los que se explota la miseria humana, masificando la misericordia de aquellos que sólo se conmueven detrás de la pantalla electrónica.


Ahora el comentario más generalizado, y lo digo tal cual (porque lo he visto en medios locales e internacionales) es que el nuevo papa, Francisco, anda en bus.    Que rechazó el papa-móvil en sus primeros traslados.  Y que no se le debe llamar Francisco primero, sino Francisco a secas.  La noticia más comercializada es que se trata de un Jesuita muy humilde.  Fuera de todo lo bonito que esto pueda sonar, pregunto yo: ¿Acaso ser humilde implicaría ser débil? ¿En este momento, la iglesia necesita a una personalidad humilde o una aguerrida?   Tendríamos que preguntarnos si a una persona humilde, o sencilla, le gustaría sumergirse en las complejidades de la investigación y confrontación. Pero muy al contrario de lo extraño que esto pudiera sonar, yo considero que el nuevo papa bien pudiera ser humilde e igualmente aguerrido.  Es un papa que sube con demasiada expectativa, eso sí es cierto.  Después de la claudicación de Benedicto, quitando la apreciación subjetiva de lo del “Espíritu Santo”, Francisco tiene un largo camino por delante. 



El  primer latinoamericano  en ocupar el cargo, tremendo orgullo para nosotros.  Independientemente a lo que han dicho sobre su humildad, a mí me causó buena vibra.  Inclusive, le noté cierto parecido con Juan Pablo II.  Una ilusión más, una esperanza más para aquellos que aún creemos en el catolicismo.  Sin embargo, allí viene el asunto entre ser creyente o ser fanático.  El creyente puede dejar de creer, el fanático jamás dejará de creer. ¿Creer en qué?...en la mentira.  Recordando que la verdad nos hace libres, yo creo que aquí hay gato encerrado (por no decir papa emérito, o papa encerrado en Castel Gandolfo o donde sea).  Aquí hay otra historia que quieren ocultar en este vaivén papal, utilizando a los papas de yoyo.  Ahora vendrá todo este asunto sobre “la santidad del nuevo papa” y lo que nos quieran hacer creer.  Aún cuando los hechos refieran claramente un cisma eclesiástico.  Un conflicto interno que tal vez no sea de humo negro, ni blanco, sino rojo.  Rojo, color de la sangre humana.




Durante su primera toma pasada la elección,  lo noté contrariado.  Como quién dice: “¿Por qué a mí?”.  Y aunque no pueda meterme en su cabeza, ni en el vaticano, es muy probable que las mismas personas que de una u otra forma hicieron renunciar a Benedicto, nombraron a Francisco.  Sin embargo, como diría William Cowper: “Dios se mueve de una forma misteriosa, sus milagros realizará”. Y se ha formado tremendo espectáculo, tal vez no del todo promovido por  la misma iglesia.  Quizás sólo se trate de un espectáculo (Benedicto) generando otro espectáculo (Francisco).   Porque así opera el Show Business del capitalismo salvaje, que también  llega hasta allá.   Igual que con Pistorius, el atleta paralímpico que “asesinó sin querer a su novia”.  En las olimpiadas pasadas, Oscar Pistorius  fue positivamente explotado al máximo.  Y recién ahora acaban de destruirlo.  E independientemente a su culpabilidad, el gusto colectivo fue casi el mismo antes y después del homicidio.  La prensa, los medios, el consumismo, el capitalismo salvaje disfruta creando figuras para luego destriparlas.  Como tripas volvieron a Benedicto. De cualquier forma, Dios sigue vivo...y la verdad, algún día también resucitará.

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