Esa extraña naturaleza
Se
me ocurrió ir a la playa con mi familia sin pagar un hotel playero. Elegimos “probar suerte”, y el destino nos
fue guiando a una justo al lado de un gran consorcio playero. Fue tortuoso y gasté gasolina encontrando la
entrada “libre”. Hablo de direcciones falseadas y calles tormentosas que nos
llevaron a la puerta de lujosísimos hoteles en los que había que pagar para
entrar y acceder a la playa. Hasta que
por fin dimos con la “entrada libre”. Nos cobraron dos dólares por estacionar y
cuidar el auto. Personas que en la
capital hubiéramos identificado como “bien cuidaos” pero que en el interior
sólo eran pescadores. Pensamos mil veces
en quedarnos, pero aceptamos el reto tipo survivor en una ciudad post apocalíptica. Reconstruimos
un rancho entre basurales esparcidos y
ruinas deterioradas de quién sabe qué hubo allí antes. Al poco rato apareció un señor ofreciéndonos
paseos a caballo por la playa. A juzgar
por su aspecto y el área, no aceptamos. Aquel lado de la playa lucía
considerablemente diferente al del hotel.
Del lado público había arena negra, basura, ruinas, suciedad y cero
vigilancia. Del lado del hotel había
limpieza, arena blanca, cómodas edificaciones y personas que parecían vigilantes. Luego vimos una caravana de
four wheel proveniente de
los lados del hotel, y entonces entendí lo del paseo a caballo por la playa…
Finalmente ¿Qué decir de los baños?, en los caseríos de los pescadores. Veinticinco centésimos por cabeza (sin pago por
niños menores) entre basura, zinc oxidado, ruinas y gente viviendo en terrible
pobreza. Dos duchas paupérrimas, una al
descubierto (imagino que para limpiarse la arena) y otra en un cuarto con una
puerta de madera cayéndose. Un baño
rodeado de trazos de papel higiénico, cerrado por un pedazo de madera a medio
cubrir del resto. ¿Pregunto, acaso el acceso público no debería ser mantenido y
custodiado por el gobierno? ¿A quién o a
quiénes les conviene mantenerlo en semejante estado? ¿Por
qué he de asombrarme? Entre ambos accesos a la playa, surge la palabra que hace
la gran diferencia: ¿Público o Privado?.
Allí, como en el resto del país, también ocurre el desbalance elitista
de toda nuestra vida nacional entre lo público y lo privado.
La
diferencia social en este país siempre ha estado muy marcada, y gracias a este
gobierno (que atenta contra la clase media con sus impuestos terribles y el
encarecimiento de la vida) el abismo social se ha agrandado. Pero esa dualidad público privada está
sustentada casi dentro de la naturaleza de nuestra sociedad. La doble moral que todos hemos criticado, y
de la cual todos hemos sido víctimas y victimarios en algún momento, nos impide
crecer como pueblo, limitando el avance social sólo a quienes puedan costearlo,
ya sea individualmente o en pequeños grupitos.
Lo mejor para los pocos que puedan pagarlo, lo peor para el pueblo, para
lo común, para el resto social. Por eso
el panameño tiene una conducta pública tan atrofiada, porque no sabemos vivir
como pueblo, si no que intentamos sobrevivir fuera de él. Y al pueblo siempre le damos lo peor, y lo
público siempre es lo peor, porque es de todos.
Como si la gran substancia colectiva del panameño fuera en esencia
mala. Doble moral, doble país,
proporcionalmente bueno a lo que puedas pagar. ¿Y qué con el derecho colectivo?
Eso
me recuerda mucho a la política clasista que establecieron los norteamericanos
en el istmo y de la cual pareciera no hemos podido librarnos. Me refiero al gold rol, destinado a los trabajadores blancos
en la zona del canal, el silver rol
para los negros, y una tercera para los panameños. Este sistema discriminatorio generaba
favoritismo y beneficios apabullantes sobre los negros y panameños. Para nuestros efectos, el sistema de roles se
ha perpetuado en función a la capacidad financiera de las personas y también
racial (en muchos casos). El
gold rol sería todo aquel
que pueda vivir del carácter privado y el silver rol sería el resto de los panameños
que sobreviven de los servicios públicos.
Ahora ¿Qué decir de la Gran Colombia y de la Corona Española? Yo no soy historiador y tal vez esté muy
equivocado, pero me da la impresión de que en Panamá siempre ha existido una
minoría privilegiada oprimiendo a una mayoría desafortunada. Cuando hemos
pasado de una época a otra, ha sido porque parte de esa minoría se ha visto
desfavorecida en algo, o simplemente pugna para rotar el poder ocultándose
siempre en el clamor popular. Es decir,
en Panamá siempre han mandado los poderosos y/o ricos. El engaño de nuestra época actual se llama
“democracia”. Los poderosos le dan las
opciones de voto al pueblo, y el pueblo elige a cualquiera de ellos mismos. Al final de cuentas, siempre queda un
poderoso al poder y la representatividad popular se pierde, porque el poderoso
siempre favorecerá al poderoso (aunque parezca lo contrario). Eventualmente y como siempre, utilizando
alguna facción del pueblo, para beneficiarlo, pero jamás desarrollándolo de
forma auto sostenible (me refiero a los tradicionales subsidios y a las
políticas paternalistas tipo cien a los setenta, becas universales, ángel guardián
etc.) para generar votos y tener excusa de mantenerse en el poder. ¿Pero qué le
queda al pueblo al percatarse del engaño?,
votar en las próximas elecciones por otra figura del círculo del poder,
el círculo privado, la encarnación del gold rol.
En un sistema democrático real, la minoría debería ser la clase menos
privilegiada. En nuestras democracias
tercermundistas, hijas de las dictaduras (incluyendo obviamente a Panamá) ocurre lo
contrario, las minorías son privilegiadas y mandan a las mayorías.
Pero
en el fondo ¿Qué es lo que mantiene el éxito de este sistema clasista???...la
misma gente, en alianza a los círculos opresores, y en oposición al desarrollo
de las clases menores. El pésimo sistema
público (silver
rol) existe para hacer masivamente rico al sistema privado, y el pueblo se
manifiesta totalmente ausente de esa realidad.
El pueblo sólo está por sobrevivir al día, ya fuere siendo más pueblo, o
viviendo desesperadamente para dejar de serlo.
No existe una visión colectiva, social, de mejoría, de exigencia, de lucha. Tal parece que nos hemos acostumbrado a eso,
y así es como surge la clase media, básicamente por la vergüenza que siente el pueblo hacia sí
mismo, mezclado con bastante servilismo hacia la minoría dominante ( por un
lado los terratenientes/latifundistas, por otro los mayorales, y debajo los
peones). Muchos de los profesores que
trabajan en la educación pública lo hacen en la privada, muchos de los médicos
que trabajan en la salud pública lo hacen en la privada. Muchos de los que nos atendemos en la salud
privada, también lo hacemos en la pública.
Y en definitiva muchos actúan de forma diferente en la pública y en la
privada. Recordando y comparando, dicho
sea de paso, la actitud de los panameños hoy en día (después de tantos años que
los gringos salieron del canal) sigue siendo diferente afuera y adentro de la
zona canalera. Adentro del canal todavía
muestran decencia y respeto. Valga decir que aunque se fueron los gringos
(círculo minoritario) el área revertida sigue perteneciéndoles a personas
acaudaladas (círculo minoritario) Sería
interesante preguntarnos qué hubiera sido de la zona del canal, si en lugar de
vender los terrenos a gente acaudalada y extranjeros, la hubiéramos cedido a
nuestros tradicionales extractos populares… De cualquier forma todos seguimos
sosteniendo esto con nuestra actitud, víctimas y victimarios, afectados y no
afectados, contribuimos a mantener el sistema elitista, histórico, que nos divide en dos clases bien definidas y
una muy pequeña tercera clase intermedia que aspira más a no ser pueblo, que a
ser privilegiada. ¿Por qué?, porque lo
llevamos en las generaciones, en la historia, en esa extraña naturaleza.
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