MASLEIDOS

domingo, 10 de junio de 2012


Un consejo
A mí me recibió una universidad bastante golpeada después de la invasión, la tecnológica en 1990.  Aunque mi grupo de clases era en Tocumen, recuerdo que frecuenté salones en la sede con el techo destruido.  Me contaban que los estudiantes de la tecnológica  tuvieron un papel muy importante en la gesta civilista, para la democracia.  Pero cuando yo llegué la política estaba pasando o había pasado.  Como luego me dediqué a “sobrevivir” académicamente (confieso que la casa de estudios era sumamente difícil) jamás supe qué llevó al tecnológico a ser lo que es ahora, y todavía no lo sé.  Sólo puedo decir que tuvo rectores excelentes y un fundador extraordinario.  Muchos estudiantes guardarán sus propios recuerdos de la tecnológica, yo tengo los míos.  Ahora, de que hicieron algo bien…mucha gente tuvo que hacer muchas cosas buenas hasta ser lo que son hoy.  Entre ellos, pues, sacar la política de las venas académicas.



Cuando fui profesor de la Universidad Nacional, orgullosamente lo digo, vi estudiantes de extracto popular superando limitaciones económicas y personales de alto calado para obtener una licenciatura en la principal casa de estudios de Panamá.  Espíritu de lucha y superación muy similar al que experimenté como estudiante de la tecnológica.  Dos universidades públicas, dos orgullos nacionales, una más vieja que la otra, y una que encontró la forma de curarse a sí misma quizás con la autogestión.   Cuando fui profesor de universidades privadas, igual constaté el espíritu de superación.  Gente cansada de trabajar, luchando por una titulación.  No pocos de ellos con familias constituidas y responsabilidades mayores, asumiendo  un gasto considerable para sacar su título.  Todos ellos estudiando, estudiando en cualquiera de sus formas, luchando, insistiendo.  No haciendo política.

Pero ocurre algo, los estudiantes tienen derecho a manifestarse, más aún en un pueblo tan dócil y conformista como el nuestro.  Dije manifestarse, no dije linchar.  En una sociedad en la que se sataniza a todo el inconforme, estigmatizando de comunista a cualquiera que se oponga, o de “negativo” a quien se pregunte un poco más allá de lo evidente, los mecanismos de protesta son perfectamente válidos.  Dije protesta, no linchamiento.  Sobre todo para con un gobierno sordo e impositivo, de corte dictatorial.  ¿Por qué atacar, casi linchando a un camarógrafo?.  La simple provocación (caso tal) no justifica el desenfreno aprovechado, en desventaja y cobarde.  ¿Acaso no han entendido que al hacerlo, se colocan del lado adverso de la abalanza y actúan como quienes critican?  Como si pactaran de forma tácita, en su naturaleza,  con quienes adversan, y eso los desluce aún más.  Se rumora de estudiantes cuya profesión es nunca dejar de serlo.  Sujetos que pasan de carrera en carrera, inmortalizados en el cáncer politiquero.  Se rumora que son “comunistas” (como si serlo fuera un pecado).  A mí nada de eso me consta, sólo la evidencia gráfica televisada que los señala como tales, aunque tal vez puedan no serlo.  Yo no afirmo nada, ni señalo a nadie. 



Mi recomendación, de forma muy independiente a todo lo que se diga o pueda decir,  e independiente a todo lo que pueda ser, resultar o efectivamente resulte, es bastante sencilla y está dirigida para quienes puedan haber perdido la luz a la mitad del camino: “No le hagan el juego al poder, siendo como ellos…brutales”.  Aquellos momentos de dulce juventud y fuertes ideales, muchas hormonas, cerebros en compromiso académico de algún tipo.  Panamá necesita menos políticos, más profesionales inteligentes y personas, personas mejor formadas.  Este país no necesita más antimotines, ni CODEPADIS, ni batalloneros de la dignidad.  Porque a veces, jóvenes,  la vida cotidiana es más difícil de resolver, que resolver al mundo mismo.

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