Un consejo
A mí me recibió una universidad
bastante golpeada después de la invasión, la tecnológica en 1990. Aunque mi grupo de clases era en Tocumen,
recuerdo que frecuenté salones en la sede con el techo destruido. Me contaban que los estudiantes de la
tecnológica tuvieron un papel muy
importante en la gesta civilista, para la democracia. Pero cuando yo llegué la política estaba
pasando o había pasado. Como luego me
dediqué a “sobrevivir” académicamente (confieso que la casa de estudios era
sumamente difícil) jamás supe qué llevó al tecnológico a ser lo que es ahora, y
todavía no lo sé. Sólo puedo decir que
tuvo rectores excelentes y un fundador extraordinario. Muchos estudiantes guardarán sus propios
recuerdos de la tecnológica, yo tengo los míos.
Ahora, de que hicieron algo bien…mucha gente tuvo que hacer muchas cosas
buenas hasta ser lo que son hoy. Entre
ellos, pues, sacar la política de las venas académicas.
Cuando fui profesor de la
Universidad Nacional, orgullosamente lo digo, vi estudiantes de extracto
popular superando limitaciones económicas y personales de alto calado para
obtener una licenciatura en la principal casa de estudios de Panamá. Espíritu de lucha y superación muy similar al
que experimenté como estudiante de la tecnológica. Dos universidades públicas, dos orgullos
nacionales, una más vieja que la otra, y una que encontró la forma de curarse a
sí misma quizás con la autogestión.
Cuando fui profesor de universidades privadas, igual constaté el
espíritu de superación. Gente cansada de
trabajar, luchando por una titulación.
No pocos de ellos con familias constituidas y responsabilidades mayores,
asumiendo un gasto considerable para
sacar su título. Todos ellos estudiando,
estudiando en cualquiera de sus formas, luchando, insistiendo. No haciendo política.
Pero ocurre algo, los estudiantes
tienen derecho a manifestarse, más aún en un pueblo tan dócil y conformista
como el nuestro. Dije manifestarse, no
dije linchar. En una sociedad en la que
se sataniza a todo el inconforme, estigmatizando de comunista a cualquiera que
se oponga, o de “negativo” a quien se pregunte un poco más allá de lo evidente,
los mecanismos de protesta son perfectamente válidos. Dije protesta, no linchamiento. Sobre todo para con un gobierno sordo e
impositivo, de corte dictatorial. ¿Por
qué atacar, casi linchando a un camarógrafo?.
La simple provocación (caso tal) no justifica el desenfreno aprovechado,
en desventaja y cobarde. ¿Acaso no han
entendido que al hacerlo, se colocan del lado adverso de la abalanza y actúan
como quienes critican? Como si pactaran
de forma tácita, en su naturaleza, con
quienes adversan, y eso los desluce aún más.
Se rumora de estudiantes cuya profesión es nunca dejar de serlo. Sujetos que pasan de carrera en carrera,
inmortalizados en el cáncer politiquero.
Se rumora que son “comunistas” (como si serlo fuera un pecado). A mí nada de eso me consta, sólo la evidencia
gráfica televisada que los señala como tales, aunque tal vez puedan no
serlo. Yo no afirmo nada, ni señalo a
nadie.
Mi recomendación, de forma muy
independiente a todo lo que se diga o pueda decir, e independiente a todo lo que pueda ser,
resultar o efectivamente resulte, es bastante sencilla y está dirigida para
quienes puedan haber perdido la luz a la mitad del camino: “No le hagan el
juego al poder, siendo como ellos…brutales”.
Aquellos momentos de dulce juventud y fuertes ideales, muchas hormonas,
cerebros en compromiso académico de algún tipo.
Panamá necesita menos políticos, más profesionales inteligentes y
personas, personas mejor formadas. Este
país no necesita más antimotines, ni CODEPADIS, ni batalloneros de la
dignidad. Porque a veces, jóvenes, la vida cotidiana es más difícil de resolver,
que resolver al mundo mismo.
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