MASLEIDOS

lunes, 25 de junio de 2012

¿Publicidad engañosa o gobierno?

Escucho decir a muchas personas, que este gobierno por lo menos está haciendo “algo”, haciendo cosas.  Que los otros gobiernos esto y lo otro, y que este gobierno…bla, bla, bla.  El discurso es que tenemos que agradecerle al presidente, ojo,  no al gobierno, ni a los otros gobiernos, sino directamente al presidente la bonanza de Panamá.  Digamos pues que los otros gobiernos hicieron nada, si nada podría llamarse a la Cinta Costera, si nada podría llamarse al Puente Centenario, si nada podría llamarse la ampliación del canal, si nada podría llamarse recuperar al país después de una guerra con la primera potencia del mundo.  Todos los gobiernos han reparado calles, las jumbo ferias de este gobierno son las ferias compita del otro, el metrobus de uno es el transmóvil del otro.  Es un discurso absurdo, desgastante, aburrido, repetitivo.  Cansa oír la voz del presidente en cada propaganda, en tantas propagandas, hablando tan pausado, como si nos estuvieran hipnotizando o lavando el cerebro.

 Pero el gobierno está haciendo “cosas” eso no se le puede negar: La beca universal, el ángel guardián, metro bus, metro, carreteras, soluciones habitacionales, cien a los setenta, las computadoras, salario mínimo  etc.   Digo, sin contar que el mismo pueblo lo haya solicitado o sea el capricho de alguien (caso del metro) sin poder evaluar la efectividad de cada solución, sin contar que sean medidas que benefician a un sector de la población y no medidas que  promueven al país en general, se puede decir que “se está haciendo algo”.  Pero, ¿Acaso esa no es la obligación de todos los gobiernos, hacer algo?    

No es un favor que nos hace el gobierno al comportarse de esa forma, primero que todo, no es un favor que hace Martinelli, ni Cambio Democrático, es una obligación gubernamental hacerlo.  En consecuencia, esto no es cosa de dar gracias (porque no son “limosnas”) sino de responsabilidad, obligación y deberes.     En la empresa privada se trabaja por lo que se devenga, y aunque las gracias no son obligatorias, el empleado debe ser consciente de cuál es su responsabilidad, para qué lo nombraron y para qué le pagan.  Los  “ungidos”, “indispensables” o “intocables”, sencillamente no la llevan bien e igual son destituidos, o reemplazados por alguien que hace más por menos. Luego, ¿Por qué exaltar la figura del presidente, o del gobierno en el cumplimiento de sus responsabilidades? No son dioses, ni héroes, ni emperadores, ni monarcas, ni santos, sino empleados públicos comunes y corrientes.

 
Gran cantidad de esas “obras” que tanto pregona el gobierno,  sale directa o indirectamente de nuestros bolsillos, de nuestros impuestos. No proviene de ninguna persona en especial, empresa o fondo privado (a no ser que se hable de una donación, no pocas veces del extranjero). No, nos regalan nada.  Al contrario, siempre se ha especulado lo contrario, que nuestras autoridades “venden” demasiado “alto” sus servicios al estado.  Fuera de todos los escándalos relacionados con la cosa pública, en los que frecuentemente se ven involucrados.  E inclusive, nosotros también costeamos  tanto atiborramiento de anuncios, dando a conocer la gestión gubernamental (por no decir casi beatificándola) Es como si yo utilizara mi jornada laboral, para pregonar por los pasillos “que trabajo demasiado”.  Algo que en lo personal me parece demasiado ridículo.
He escuchado a personas decir que “hacer cosas” implica que no nos están robando, o nos están robando poco, porque las obras se ven… Aparte de que tampoco podemos probar que así sea  (que nos estén robando, o no) el consuelo me parece realmente patético.  ¿A qué hemos llegado como ciudadanos, cuando como pueblo aspiramos sólo a que un gobierno nos robe poco, o no nos robe,  y ya por eso lo catalogamos bien?  Eso es algo terriblemente deprimente, si como sociedad amparamos la mediocridad o la ineptitud de nuestras autoridades bajo el consuelo de ser o no ser ladrones.  Aquello me recuerda tanto a aquel eslogan de “meter la pata, pero no la mano”… como si nuestros representantes apostaran a la mediocridad. ¿Acaso eso es correcto?


  ¿Finalmente, aquello de “hacer obras” justifica la estrangulación económica de todo un pueblo?...  Obras que benefician sólo a diversos sectores, maltratan profundamente a la clase media, obras que nadie ha solicitado, obras que de pronto se hacen todas al mismo tiempo sumiendo al país en un terrible enredo existencial, colapso urbano, en medio de tranques vehiculares, escándalos, deuda,  gastos, desesperación, inflación y no sé qué cuántas cosas más... ¿Todo por el simple hecho de “hacer cosas”?, no tiene sentido.  Uno tampoco puede volver su presente tan miserable, para después decir que se hizo gran cosa.  Sobre todo porque la “gran” cosa esa, parece dar soluciones de tercera mano al común de los panameños, volviendo aún más ricos a los ricos y poderosos de siempre.  El país está revuelto, las medidas que se aprueban son totalmente repudiables, cada vez se nos hace más difícil vivir en Panamá aunque se diga lo contrario y el pueblo se esconda. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario