MASLEIDOS

domingo, 3 de junio de 2012

¿Entre Dios y César, qué le queda al pueblo?



Hace poco escuché que monseñor Ulloa mandó un mensaje a los panameños, a que depusiéramos intereses personales por el bien común. Algo perfectamente válido, pero bueno, yo en lo personal siempre he esperado una actitud más definida de parte de la iglesia. ¿Por qué? Porque Cristo fue un hombre que vino a ponerse del lado del pobre y necesitado, de una forma tan determinante que le costó la vida. Sin embargo, estos mensajes tibios que nos envía monseñor…nos dejan en ascuas. Hace poco murieron varios indígenas en protestas contra la minería e hidroeléctricas, precisamente, por mantener una actitud aguerrida y claramente definida. ¿Qué papel jugó la iglesia en tales acontecimientos?...a mi consideración, un papel demasiado tibio. Recordando un poco, el ministro de seguridad acusó a la iglesia de estar mintiendo e incitando (padre de la Cruz, padre Adonai Cortés) a los indígenas en las revueltas pasadas. Lacunza rechazó estas acusaciones…Por un lado se nos plantea una iglesia mediadora (a través de Lacunza) por otro lado una iglesia supuestamente “opositora”.


La vida de Cristo, según lo que me han enseñado, fue precaria, por no decir austera. No era para menos, viniendo de un carpintero pobre, José. No estoy por la labor de discutir hechos históricos o leyendas religiosas, sólo digo la percepción que me ha llegado en casi cuarenta años de cristianismo. Sin embargo, hace poco pasaron la noticia de que el gobierno pagará nueve millones de dólares al Vaticano, por el espacio que ocupa la Nunciatura en Avenida Balboa. Considerando la subida del costo de la vida en Panamá, a un pueblo que pide aumentos salariales a gritos, enfermos que cierran calle suplicando mejor atención médica y un gobierno que dice que para algunas cosas no hay dinero, ¿Es Cristianamente correcto, que se le pague nueve millones de dólares a la iglesia? Por otra parte, el padre David Cosca pidiendo donaciones para realizar su espectáculo de “Semana Santa en Vivo”. ¿Acaso una obra teatral de tantos miles de dólares, hará más salvos a los salvos y cristianos a los cristianos, habiendo tantas necesidades reales en el pueblo de Dios panameño? Hoy, Viernes Santo, me pregunto, dónde quedó el ejemplo de austeridad promovido por la iglesia.
Hace poco Benedicto XVI visitó cuba y se reunió con Fidel Castro. Recordemos que para varios, Fidel Castro representa muchas muertes, hambre y la total miseria del pueblo Cubano. Sin embargo, recibe parabienes del máximo representante de la fe católica... ¿Qué podrá haber de malo en eso, que congratule y comparta un buen momento con quien tanto sufrimiento le habrá causado a un pueblo de paz?. E inclusive, ¿Qué podrá haber de malo, si el papa decide reunirse con las víctimas del narcotráfico en Méjico?. ¿Pero, por qué el mensajero de la Fe, Esperanza y Caridad no se reunió en Méjico, con los representantes de las víctimas de abuso sexual (refiero caso de Marcial Maciel)??. Es definitivo que la personalidad polémica del Santo Padre, es muy diferente al carácter de bondad universal que siempre manifestó el fallecido Juan Pablo Segundo. Sin embargo, como máximo jerarca de la fe católica, uno siempre queda a la espera de algo más, ¿O algo… mejor?.

La doble moral es atributo que uno espera en religiones nuevas. Como aquellas que ofrecen la salvación, apenas por adquirir objetos supuestamente bendecidos. O por lo bien que le caigas al predicador. O por cuánto ofrezcas en el diezmo. O cuántos brincos des bajo la carpa. Pero de la iglesia católica, uno espera, después de dos mil años y tantos tumbos, una actitud más coherente, por no decir recta. Pues sí, me dejan un terrible sin sabor, y lamento mucho tener que expresarlo de esta forma. Observando la actitud ambivalente de nuestra iglesia, que ocasionalmente coquetea con el poder y otras veces llora junto al afligido. Hemos de recordar aquella célebre expresión Cristiana: “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”… Luego, caemos en la terrible incertidumbre de saber ¿Cuánto le damos al César y cuánto a Dios? E inclusive, tal pareciera que a veces se nos va la mano en tanto “tributo al César”, y como que se nos olvida el asunto de la fe. O peor aún, se nos olvida el asunto del pueblo. Digo yo, que como hay quienes dicen por allí que “ahora le toca al pueblo”, pregunto yo: ¿Entre Dios y César, qué le queda al pueblo?...



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