Hace poco escuché que monseñor Ulloa mandó un mensaje a los panameños, a que depusiéramos intereses personales por
el bien común. Algo perfectamente válido, pero bueno, yo en lo personal siempre
he esperado una actitud más definida de parte de
la iglesia. ¿Por qué? Porque Cristo fue un hombre que vino a ponerse del lado
del pobre y necesitado, de una forma tan determinante que le costó la vida. Sin
embargo, estos mensajes tibios que nos envía
monseñor…nos dejan en ascuas. Hace poco murieron varios indígenas en protestas
contra la minería e hidroeléctricas, precisamente, por mantener una actitud
aguerrida y claramente definida. ¿Qué papel jugó
la iglesia en tales acontecimientos?...a mi consideración, un papel demasiado
tibio. Recordando un poco, el ministro de seguridad acusó a la iglesia de estar
mintiendo e incitando (padre de la Cruz, padre Adonai
Cortés) a los indígenas en las revueltas pasadas. Lacunza
rechazó estas acusaciones…Por un lado se nos plantea una iglesia
mediadora (a través de Lacunza) por otro lado una
iglesia supuestamente “opositora”.
La vida de Cristo, según lo que me
han enseñado, fue precaria, por no decir austera. No era para menos, viniendo
de un carpintero pobre, José. No estoy por la labor de discutir hechos
históricos o leyendas religiosas, sólo digo la
percepción que me ha llegado en casi cuarenta años de cristianismo.
Sin embargo, hace poco pasaron la noticia de que el gobierno
pagará nueve millones de dólares al Vaticano, por
el espacio que ocupa la Nunciatura
en Avenida Balboa. Considerando la subida del costo de la vida en Panamá,
a un pueblo que pide aumentos salariales a gritos, enfermos que cierran calle
suplicando mejor atención médica y un gobierno que dice que para algunas cosas
no hay dinero, ¿Es Cristianamente correcto, que se le pague nueve millones de
dólares a la iglesia? Por otra parte, el padre David Cosca
pidiendo donaciones para realizar su espectáculo de “Semana
Santa en Vivo”. ¿Acaso una obra teatral de tantos miles de dólares, hará
más salvos a los salvos y cristianos a los cristianos, habiendo tantas
necesidades reales en el pueblo de Dios panameño?
Hoy, Viernes Santo, me pregunto, dónde quedó el
ejemplo de austeridad promovido por la iglesia.
Hace poco Benedicto
XVI visitó cuba y se reunió con Fidel Castro. Recordemos que para varios, Fidel Castro
representa muchas muertes, hambre y la total miseria del pueblo Cubano.
Sin embargo, recibe parabienes del máximo representante
de la fe católica... ¿Qué podrá haber de malo en eso, que congratule y comparta
un buen momento con quien tanto sufrimiento le habrá causado a un pueblo de
paz?. E inclusive, ¿Qué podrá haber de malo, si el papa decide reunirse con las
víctimas del narcotráfico en Méjico?. ¿Pero, por qué el mensajero de la Fe, Esperanza y Caridad no se reunió en Méjico, con los representantes
de las víctimas de abuso sexual (refiero caso de Marcial
Maciel)??. Es definitivo que la personalidad
polémica del Santo Padre, es muy diferente al carácter de bondad universal que
siempre manifestó el fallecido Juan Pablo
Segundo. Sin embargo, como máximo jerarca de la fe católica, uno siempre queda
a la espera de algo más, ¿O algo… mejor?.
La doble moral es atributo que uno
espera en religiones nuevas. Como aquellas que ofrecen la salvación, apenas por
adquirir objetos supuestamente bendecidos. O por lo bien que le caigas al
predicador. O por cuánto ofrezcas en el diezmo. O cuántos brincos des bajo la carpa. Pero de la iglesia católica, uno espera, después
de dos mil años y tantos tumbos, una actitud más coherente, por no decir recta.
Pues sí, me dejan un terrible sin sabor, y lamento mucho tener que expresarlo de esta forma.
Observando la actitud ambivalente de nuestra iglesia, que ocasionalmente
coquetea con el poder y otras veces llora junto al afligido. Hemos de recordar
aquella célebre expresión Cristiana: “Dad al César lo que es del César y a Dios
lo que es de Dios”… Luego, caemos en la terrible incertidumbre de saber ¿Cuánto
le damos al César y cuánto a Dios? E inclusive, tal pareciera que a veces se
nos va la mano en tanto “tributo al César”, y como que se nos olvida el asunto
de la fe. O peor aún, se nos olvida el asunto del pueblo. Digo yo, que como hay
quienes dicen por allí que “ahora le toca al pueblo”, pregunto yo: ¿Entre Dios
y César, qué le queda al pueblo?...
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