MASLEIDOS

miércoles, 1 de agosto de 2012

El milagro de Saladino



En una ocasión “jugué” baloncesto, y digo “jugué” si a lanzar el balón se refiere.  El baloncesto es un juego de contacto, muy violento sin árbitros, sobre todo bajo el aro.  Vi muchas peleas, por no decir linchamientos de barrio, por el sólo hecho de “tomar un rebote”.  Así que me acostumbré a tirar de afuera y desarrollé un tino realmente mágico, de tres, de dos, de hilo y o tablero.  Luego la escuela me obligó (no veía el tablero) a usar lentes, y hasta allí llegué con el baloncesto.  Probé con el beisbol y fui tremendo short stop, porque tuve un gran maestro.  Hacía unas atrapadas formidables, pero a la hora de tirar me equivocaba de base.  Finalmente, con el futbol jugué la posición menos "cómoda" para mí: Defensa, para evitar roces, disgustos, golpes e insultos sostenidos.  Y fue así hasta que anoté un autogol y se burlaron de mí durante mucho tiempo en la escuela.  Soy honesto,  no me gusta el deporte, sobre todo en Panamá donde se confunde practicar un deporte, con terminar peleando, insultando o libando.  Si yo voy a pelear, peleo de verdad y por una buena causa.  Pero, jugar para pelear ¿???...


El panameño ha destacado más en las disciplinas individuales, tal vez por nuestra idiosincrasia de no saber cómo trabajar en equipo.  En los últimos años, más por la comercialización y la publicidad, que por la madurez de su fanaticada o el apoyo gubernamental,  el futbol ha tenido cierto repunte internacional.  El panorama no varía mucho en las disciplinas olímpicas, menos conocidas.  Saladino surgió como atleta, como otros tantos deportistas han surgido en Panamá, rompiéndose “la vida” para ser considerado en el extranjero, porque acá no era nadie (tengo entendido, tampoco manejo a profundidad su historia).  Claro que después de que lo apreciaron e hizo un nombre en el extranjero, pues, no sé si por imitación o qué, los locales (fanáticos y autoridades) empezaron a seguirlo, promocionarlo y “apoyarlo” (dentro de lo que se apoya aquí a los atletas, deportistas, músicos, escritores etc.).  Lo que ocurrió con Saladino en las olimpiadas fue una tremenda y muy honrosa excepción, porque de haber sido por nosotros…  El gobierno se montó en su triunfo, hicieron tremendo espectáculo del evento, pero ¿Acaso la realidad de nuestros atletas y deportistas cambió en algo con ello?


He escuchado a ciertas autoridades locales,  prometer bolsas atractivas a nuestros futbolistas si ganasen.  ¿Pero acaso eso cambia la realidad de nuestros deportistas en general?.  Pues, de la misma forma como “el subsidio” no mejora la calidad de vida de los ciudadanos, de la misma forma que vender comida a precio barato (casi regalada) en ferias populares no mejora la economía del país, sencillamente no creo que eso ayude a desarrollar el deporte en Panamá.  Es un incentivo, cierto, pero como lo sería para un niño llevarlo a comer comida rápida,  o regalarle juguetes, o mochilas, o portátiles en lugar de hacer efectivo su derecho a una buena educación pública, sin que sus padres tengan que endeudarse para pagarle un buen colegio privado. Tristemente el panameño y maliciosamente nuestras autoridades también, tienden a confundir un buen gobierno no con al que crea facilidades de desarrollo sostenible y generales, sino al que obsequia “cosas”.  El mismo concepto de los legisladores o representantes reelectos por sus dádivas, no así por su real desempeño en el desarrollo integral comunitario.



Ahora el pueblo se “decepciona” porque nuestra delegación ha cosechado algunas derrotas.  Y yo pregunto acaso: ¿Tenemos base para creer que el glorioso triunfo de Saladino, pudo por sí solo cambiar la manera como se lleva el deporte en Panamá, de modo que ahora esperemos una o más medallas de oro en las subsiguientes olimpiadas, o trofeos en los futuros campeonatos?.  No creo, ni me parece.  Lo que hizo Saladino, como tantos otros artistas, músicos, científicos, escritores y deportistas panameños,  fue SALTAR la barrera de la mediocridad y el conformismo aberrante que nos corroe como sociedad.  Y ése fue su principal y más grande salto. Demostrarnos que en Panamá hay calidad de triunfo internacional.  Pero de allí a que eso nos cambie la realidad de siempre…no lo creo.  Porque Saladino inspirará a muchos, eso es cierto, pero no puede contra las discusiones públicas y bochornosas de nuestros directivos del deporte, la falta de inversión privada, el apoyo real del gobierno en un desarrollo sostenible del deporte (políticas de estado), la madurez de nuestra fanaticada etc.  Así que yo, con el corazón en la mano y sin tener ningún familiar en las delegaciones actuales, le pido al común de los panameños que sea realista,  apoye verdaderamente y deje de criticar tanto a los muchachos que nos representan en el extranjero.  Porque, para representar a un pueblo como el nuestro en el extranjero, sacrificando tiempo, esfuerzo y vida, sin el apoyo pertinente, sin una fanaticada madura y consciente (que sólo critica por hacer daño) y un gobierno piñatero… hay que tener igual o más corazón, que habilidad en cualquier disciplina.

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