Cada vez que tengo que despertar
a mis hijos de madrugada, para que lleguen a la escuela a tiempo porque el
tranque está insoportable, pienso que me engañaron y me da rabia. Cada vez que llego a casa de noche, y no
puedo estar con mi familia el tiempo necesario, por estar metido en un tranque
visceral e innecesario, pienso que me engañaron y me da rabia. Cada vez que pago tanto dinero para que mis
hijos reciban una buena educación, pienso que me engañaron y me da rabia. Cada vez que pienso en lo que ha servido la
transformación curricular, la división de trimestres (más material de estudio,
menos descanso y menos oportunidades de pase para los chiquillos) pienso que me
engañaron y me da rabia. Cada vez que me
pregunto de qué han servido las computadoras portátiles, la beca universal y la
mochila a lo que no aplico, ni yo, ni nadie de mi familia, me siento engañado y
me da rabia. Cuando no puedo ni siquiera
entrar a mi trabajo porque están emparchando grosera y torpemente la calle, sin
previo aviso, dejando tacos enormes y un desnivel abismal entre la acera y la
calle que se inunda cuando llueve, pienso que me engañaron y me da mucha rabia.
Cada vez que mi auto sufre los
parches y desniveles que dejan en las calles después de “reparadas” (porque a
algunas ni siquiera se les ve el daño previo) pienso que me engañaron y me da
mucha rabia. Cada vez que veo a esa
pobre gente formando filas enormes, bajo lluvia y sol inclementes, sin paradas,
esperando un Metrobús, me siento engañado y me da mucha
rabia. Cada vez que la niñera llega
tarde porque el Metrobús llegó tarde o “no había”, y yo (en consecuencia) llego
tarde a mi trabajo me da mucha rabia.
Cada vez que salta un nuevo tiroteo y matan a un inocente, me duele, me
siento engañado y me da rabia. Cada vez
que matan a alguien para robarle, me siento engañado y me da rabia. Cada vez que explota un nuevo escándalo de
tierras, sobre-costos y corrupción, me da mucha rabia, me siento robado y terriblemente engañado. Cada vez que se publica otra chambonada
nacional o internacionalmente, me avergüenzo y me siento engañado. Cada vez que veo los basurales en la ciudad,
las aguas negras, se me va el agua o la
luz y recuerdo que quieren eliminar el subsidio, me siento estafado, engañado y me da rabia.
Cada vez que escucho gente quejándose de los apagones y que se le queman los aparatos, me siento engañado. Cada vez que voy al supermercado, y todo está más caro, me siento engañado, me preocupa mucho y me da rabia. Cada vez que pago más impuestos, sube la gasolina, y la vida se encarece terriblemente sin que el gobierno haga nada, me siento engañado, explotado, robado, burlado, humillado y me da rabia. Cada vez que alguien cierra una calle, marcha, protesta y tira piedras porque las autoridades no los atienden, me siento engañado y me da rabia. Cada vez que veo a nuestras autoridades haciendo más política, que resolviendo problemas, me siento engañado y me da rabia. Cada vez que me dicen que el país está mejor, y yo sólo veo calles remachadas, aguas negras, basura sin recoger, tranques por todos lados, inseguridad social en crecimiento, la salud pública más descuidada, la vida encarecida, explosiones sociales en diferentes puntos, los mismos salarios (no el mínimo), me siento engañado porque creo que me tratan de estúpido y me da mucha rabia.
Cada vez que escucho gente quejándose de los apagones y que se le queman los aparatos, me siento engañado. Cada vez que voy al supermercado, y todo está más caro, me siento engañado, me preocupa mucho y me da rabia. Cada vez que pago más impuestos, sube la gasolina, y la vida se encarece terriblemente sin que el gobierno haga nada, me siento engañado, explotado, robado, burlado, humillado y me da rabia. Cada vez que alguien cierra una calle, marcha, protesta y tira piedras porque las autoridades no los atienden, me siento engañado y me da rabia. Cada vez que veo a nuestras autoridades haciendo más política, que resolviendo problemas, me siento engañado y me da rabia. Cada vez que me dicen que el país está mejor, y yo sólo veo calles remachadas, aguas negras, basura sin recoger, tranques por todos lados, inseguridad social en crecimiento, la salud pública más descuidada, la vida encarecida, explosiones sociales en diferentes puntos, los mismos salarios (no el mínimo), me siento engañado porque creo que me tratan de estúpido y me da mucha rabia.
Cada vez que veo a la gente
formando esas terribles filas de las ferias populares, pienso que vivimos en un
país terriblemente pobre, me siento engañado y me da rabia. Cada vez que veo esas camionetas de lujo
rebasándome con las luces y las sirenas puestas, a toda velocidad, me da rabia,
me siento robado y engañado. Cada vez
que escucho esas propagandas irreales, promoviendo un Panamá utópico, mientras
hay tanto problema en el país, me da rabia, siento que me insultan y me siento
terriblemente engañado. Cada vez que veo
y escucho esas campañas negativas, sucias o como les llamen, siento mucho asco
y me siento engañado. Cada vez que pienso en la deuda que nos va a quedar, me
siento engañado, preocupado y me da rabia.
Cada vez que veo al presidente, ministros, legisladores y demás
autoridades reírse o bailar el baile de
Bernie cuando el país se retuerce en problemas, me da muchísima rabia, me
siento terriblemente humillado, burlado y absurdamente engañado. Cuando vi al presidente de la asamblea decir
que se reforzará la seguridad en el palacio, porque una madre afectada les arrojó
huevos, me siento burlado, engañado y me da rabia.
Se entiende que ningún gobierno
va a resolver todos los problemas del país, menos en cinco años. Pero otra cosa es empeorar la vida de los
nacionales en cada aspecto, como ha hecho la actual administración, con una
actitud que parece maquiavélica y metódica.
Este nuevo gobierno, ha degradado considerablemente la calidad de vida,
y el estado anímico de la mayoría de los panameños con todo y las becas
universales, las mochilas, las computadoras, cien a los setenta, salario mínimo
etc. Me parece que tanta improvisación,
metidas de pata, errores y escándalos de corrupción, es saña, rabia, odio hacia
el pueblo panameño en general. Tal vez
despecho, dolor acumulado, por haberlos despreciado en campañas anteriores, no
sé... Porque vivimos constantemente
amenazados (que si las facturas cuando compramos, que si las impresoras
fiscales, que si las cámaras de velocidad, los callcenters, la represión, los
nuevos impuestos) enredados (el país está vuelto un desastre, con lo de las
supuestas reparaciones y el metro) pudriéndonos en los tranques, económicamente golpeados, temerosos de la
criminalidad campante, hostigados por
los supuestos mecanismos de vigilancia y extorción, y encima de todo tenemos que tolerar sus
excesos públicos, risotadas, burlas, ficciones, groserías y mamarrachadas. Sí, me siento engañado y me da rabia, pero
siento aún más pena por Panamá. Este ha
sido el peor fracaso democrático que ha vivido la república, una rotunda,
enfermiza, dolorosa y muy triste decepción.
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