MASLEIDOS

viernes, 31 de agosto de 2012

Especie en rehabilitación


El pensamiento ha venido ganándole terreno al comportamiento animal durante la evolución humana.  Nos costó mucho entender que éramos diferentes al resto de los animales, pero hemos seguido comportándonos como ellos durante mucho tiempo, hasta la actualidad. ¿Por qué?, porque hay algo que el hombre tiende a ignorar, más allá de sus pensamientos y acciones, que lo define como humano.  ¿Acaso pudiéramos hablar de un ente regidor, que en lugar de dirigirnos vive en constante conflicto con nuestras emociones, pensamientos y acciones?.  Dicho ente lo conocemos bien: El espíritu.  El gran director, el gran organizador de la constitución humana, lo que está detrás del cuerpo, la conciencia y todo lo demás.  Lo que nos une a Dios, lo que emana de Dios, el espíritu.  Tal parece que las emociones constituyen una interfaz, un punto de transición entre la conducta animal y el desarrollo del pensamiento.  De allí que muchas veces, al no controlarlas, actuemos como animales.  Otra cosa es el espíritu.  La cultura actual tiende a confundir la espiritualidad con la emotividad, como sujeto de lucro, pero son dos cosas totalmente diferentes.


Para muchos esto les parecerá tremenda estupidez, pero igual lo digo.  El hombre nutre su cuerpo, sus emociones, su mente y se olvida de nutrir su espíritu.  El espíritu se nutre de la interrelación con el resto humano, y del resto humano con Dios.  Si vivimos en un mundo que niega a Dios, y el resto humano está en conflicto permanente, el espíritu queda aplastado en el fondo de la persona.  Y con él, su capacidad de trascender (dejar de ser animales).  La esclavitud humana reduce al hombre a conductas primitivas, por no decir animalescas.  Refuerza tanto el dolor físico y la explotación en la persona, que ni el pensamiento, ni el espíritu humano pueden aflorar libremente.  Así vivió el hombre durante mucho tiempo de su  historia, e inclusive, en la actualidad todavía hay esclavos, inmigrantes ilegales, esclavos sexuales, políticos y de toda índole.  La esclavitud, la opresión, el avasallamiento tienen como objetivo principal, reducir al hombre a un estado primitivo, animal, y negar sus potencialidades espirituales.  Sin embargo, como alguien dijera por allí, la vida está diseñada para funcionar...  El crecimiento, la evolución no se pueden contener con un látigo o una cadena, ni con la muerte.  Por cada hombre que muere bajo los efectos represivos, nacen muchos más queriendo ser libres.  El hostigador, el opresor no entiende eso, él niega la esencia evolutiva (natural a la creación)  y se opone a ella.  Así que, su último recurso es: Matar, destruir o lograr que el ser se mate a sí mismo.  Por eso esta sociedad es tan violenta y ha adquirido posturas auto destructivas.  Todo lo que sale de ella va contra del individuo, directa o indirectamente, a corto, mediano o largo plazo.  


Sin embargo, nuestra humanidad ha llegado a un nivel de conciencia tal, que rechaza automáticamente los látigos, los palos y cadenas, o cualquier forma de sometimiento evidente.  El hombre de nuestra época ha sobrevivido al dolor, demostrando en sí la capacidad regenerativa y de auto sanación que nos da la vida misma.  Pero de igual forma, los modelos de esclavitud se han reinventado a sí mismos, cambiando el látigo, los palos y cadenas por el engaño sustentado en la propia concupiscencia, debilidad o carnalidad humana.  Utilizando  la economía, la tecnología y los medios de comunicación como métodos esclavistas y de auto alienación.  Estas tres cosas conspiran contra el hombre moderno, redefiniendo la antigua la esclavitud, ahora con latigazos virtuales, digitales/analógicos y económicos flagelando la conciencia colectiva.  Nos venden y promueven un estilo de vida hedonista, cómoda, de placer ilimitado, como si fuera algún tipo de moda “universal”, facilitándonos créditos, montados sobre una tecnología de “inmediatez” (on line) que nos da la falsa sensación, la irrealidad de estar viviendo una vida muy distinta a la que realmente tenemos.  Finalmente, ese “estilo de vida” se deshace (de la nada) y terminamos reconociéndonos mermados, succionados y derrotados por la vida misma.  Vivimos engañados, evadiéndonos en cuanta cosa nos pongan delante, cargando deudas enormes que no nos dejan vivir, o mejor dicho, nos plantean una vida de supervivencia, más que de crecimiento.  Tal es la supervivencia del esclavo, curiosamente, un esclavo que, contrario al esclavo de antes que se ahogaba en dolor, el esclavo de ahora se ahoga en placer.


Luego está la educación, la educación que no enseña nada, y que se renueva cada vez, para hacer al hombre más estúpido, más masa.  Esa educación que, malintencionadamente se hace “más fácil y menos comprometida”, “rápida” y directa, enredándose conceptualmente con un simple “entrenamiento”.  Así, sólo estudiaran los que puedan PAGAR un buen estudio, el resto apenas recibirá un entrenamiento, no pocas veces orientado a trabajarle, a esclavizarse a un tercero, que a su vez también sea esclavo de otro etc.  No somos libres porque vivimos en un esquema piramidal de esclavitud.  Una pirámide de muy poca altura, y base demasiado ancha.  Es lógico, quien avanza pisando al otro no sube demasiado.  Sí !!!, nos han esclavizado nuevamente, y el ciclo se repetirá hasta que el hombre no esté de cara a su propia naturaleza y Dios.  Sin embargo, la semilla del “crecimiento” sigue impuesta en nosotros, y aunque unos pocos quieran frenarnos, la naturaleza seguirá haciendo lo suyo...  Tal vez en una escalada violenta, que nos lleve a repetir la lección que humanamente no hemos aprendido, no hemos querido aprender, por seguir viviendo como animales.  La violencia, una de las consecuencias naturales de la explotación humana, nos regresa al primer nivel, a lo primitivo, a lo básico, sólo para iniciar el ciclo de aprendizaje nuevamente, como sociedad, como individuos fracasados o especie en rehabilitación.



¿La salida?, formar al individuo.  Repito: Formar, no educarlo (la educación se queda en la capa racional del ser, y de allí no trasciende más allá de sus comportamientos superficiales).  Hay que ayudar al hombre, desde chico, a que se conozca a sí mismo, perciba su propia naturaleza, descubra su línea de vida, viva de la libertad y viva en libertad.  Que crezca sincronizado a sus debilidades y fortalezas, percibiéndose él mismo como otro equilibrio, dentro del equilibrio de la creación.  Consciente de sus pensamientos, deseos, libre albedrío y responsabilidad para consigo mismo.  Yo sé que suena a baba esotérica, pero no tengo mejor forma de explicarlo.  Me disculpo.  En otros artículos he dicho que los movimientos populares panameños fracasan a corto o mediano plazo por dos sencillas razones: 1-)Quítate tú, pa’poneme yo,  2-)No forman a la persona.  No les interesa formar a la persona (en ningún aspecto, ni siquiera el cívico o político) porque una persona formada, es una persona libre, y ellos, todos estos grupos de poder y contra poder, sólo quieren ELIMINAR AL AMO SIN LIBERAR AL ESCLAVO.  Por eso no forman, ni les interesa formar a la población, porque todos, de una u otra forma son PICHONES de explotadores, e igual a todos sus predecesores, necesitan al esclavo no al amo.  


Así  salen unos y llegan otros iguales, con el mismo error dentro.  El pueblo sufre, se rebela, explota y el ciclo se repite infinitamente.  Aprender, es un atributo natural de la evolución humana, es un proceso natural y no debe ser forzado.  Formar a un individuo no significa enseñarle cosas (por eso digo que no es educar) sino que el individuo se descubra y se conozca a sí mismo a medida que crece, apenas con una guía, la guía del ejemplo.  Pero si el chiquillo no tiene padres al lado suyo mientras crece, o si los padres no dan el buen ejemplo y sólo se limitan a darle lo material e “implantarle conceptos” (entre buenos y errados) que los padres de ellos les implantaron cuando eran niños, pues, entonces no nos quejemos de que el hombre siga igual, dando vueltas en círculo, aprendiendo cada vez más cosas que no entiende, e  ignorándose a sí mismo.  En consecuencia, el humano “se desarrolla” (las famosas obras del actual gobierno) pero no avanza, y continúan con los mismos problemas de siempre (salud, seguridad, educación, economía estatal) pero agravados.  Un mundo convulso, en el cual, la mejor forma que tenemos de encontrarnos a nosotros mismos es, mediante el odio mutuo.  


Tal vez sólo tengamos que entender, que el verdadero aprendizaje FORMATIVO no nace de la imposición-transmisión conceptual (como el educativo) sino de la absorción, integración existencial del conocimiento, percibir la razón con todo nuestro ser (cuerpo, pensamiento, emociones, alma).  ¿Por qué tan simple?, porque todo lo que necesitamos saber de nosotros mismos, reside en nosotros mismos desde que se nos implantó el espíritu (reitero, el espíritu) durante la gestación.  Nadie tiene que enseñarlo, sólo tenemos que aprender la disciplina de cómo “redescubrirlo” en nosotros mismos.  El redescubrimiento en sí,  es un proceso que cada uno cuaja en su interior, no lo enseñan los maestros.  Ese tipo de conocimiento renueva al humano, porque le hace percibir su esencia divina, aceptando la naturaleza, la creación en función de nuestro ser y nuestro ser en función de la naturaleza y la creación.  Lo que enseñan los maestros son conocimientos académicos, cuya instrucción es meramente racional, pero debe ir paralela, simultánea al proceso FORMATIVO del individuo.  Así, no sólo tendremos personas completamente disfuncionales, que son excelentes profesionales; sino seres humanos íntegros, que se desempeñan como excelentes profesionales.  Más personas interesadas en ser mejores personas, que mejores profesionales.    

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