MASLEIDOS

lunes, 29 de octubre de 2012

¿Cuáles derechos, los tuyos o los míos?

A mí me llama mucho la atención, la facilidad con la que las personas refieren ser víctimas de algún tipo de abuso.  Mientras más gente haya conformando la protesta, más histriónicos y dramáticos se ponen. Definitivamente, cuando el hombre se levanta en grupo porque sus derechos están siendo violados, existe una gran posibilidad de que efectivamente sus derechos estén siendo violados.  No lo puedo negar.  Inclusive, muchos de estos grupos se conforman para exigir derechos sociales, tales como el agua, el aseo, la seguridad, la salud y algunas veces hasta por la educación.  Los derechos sociales tienen una fuerte base en los derechos individuales. Sin embargo, ¿Por qué tenemos que asociarnos en grupo, para exigir nuestros derechos individuales?, porque no desarrollamos la conducta, la cultura del respeto personal.  De ser así no habría necesidad de levantar revoluciones, grupos de linchamientos, segregación, racismo, sexismo  etc.  Lo curioso del caso es que el ser humano se agrupa para exigir sus derechos, dándose golpes de pecho por ser “victimas”.  Y de ser víctimas terminan convirtiéndose en victimarios, porque de ser explotados pasan a ser explotadores.  Se imponen grupos, doctrinas, sectas, legiones, roscas a favor de los derechos de unos, pero en contra de los derechos de otros.  Entonces los habrá aún más díscolos, que se piensan “elegidos” por el destino, para ser líderes, caudillos, y los habrá muchos más que consideren ser superiores al resto, predestinados, elegidos etc.  La naturaleza humana presenta esta falla integral que no es más que egoísmo en su máxima expresión, como si fuéramos niños que aún no hemos terminado de crecer.  Y de adultos armamos tales berrinches, pataletas, que definen guerras, invaden países, destruyen naciones, matan montones de personas, muchas veces sustentados en intereses económicos de algunos pocos.  Los nazis porque se creían superiores, la iglesia porque se consideraba la elegida (inquisición, cruzada, evangelización), Napoleón porque era Napoleón,  los faraones, los monarcas, los políticos, ninguno de ellos respeta la individualidad, tratan al ser como parte de la masa, y sólo velan por sus intereses o los de sus allegados.




La historia de la humanidad es la cronología escrita del hombre abusando del hombre.  Dicho sea de paso, las leyes, los diversos contratos sociales, incluyendo el matrimonio mismo es apenas un protocolo, un pacto entre nosotros mismos para no terminar matándonos los unos a los otros.  Todos reconocemos que hay que respetar al prójimo, pero nadie lo respeta siempre que el respeto implique su restricción.  Sabemos que está mal, porque no nos gustaría que nos lo hicieran a nosotros mismos, pero si podemos racionalizar el evento y conseguir un grupo de abusadores o interesados similares, el débil espectro de nuestra conciencia quedará sometido por los intereses personales propios y los de mi grupo (que dicho sea de paso, son versiones muy similares a la mía).  Estos contratos sociales de agresión y no subsistencia, que impiden que nos matemos los unos a los otros, subsisten gracias a la hipocresía colectiva de no ver lo evidente, engañándonos a nosotros mismos.  Creyendo que porque lo hago yo, y los míos, es correcto y los demás están equivocados.   Estos contratos sociales que impiden nuestra auto extinción como especie, de una u otra forma nos han hecho progresar como grupo, no así como humano, no así como una sola especie.  Sí, no sólo no nos hemos matados los unos a los otros, sino que hemos avanzado mucho, pero divididos.  Los chinos por un lado, los panameños por otro, los judíos por acá, los árabes por allá, los negros de un lado, los blancos de otro, los menos negros más cerca, los más negros más lejos, los budistas en el oriente, los cristianos en el occidente, los católicos en muchas partes, los evangélicos tratando de sobrepasarles  y así…  Sí, hemos progresado cada cual por su lado, pero sabemos como especie que no hemos hecho bien las cosas.  Hemos crecido en un sistema socialmente hipócrita, egoísta, desigual, y opresivo. Por eso vivimos en una zozobra colectiva, apocalíptica, de tercera guerra mundial, anticristo y muerte, e inclusive, curiosamente vivimos esperando un mesías, un líder, un maestro, que Jesucristo vuelva por segunda vez a la tierra y nos salve de quién???...de nosotros mismos.  Luchas de poder, luchas de grupos, aplastando al humano en la mitad. ¿Acaso eso es evolución?



Todos los días enciendo el televisor, casi siempre a la misma hora y veo las noticias.  El patrón es el mismo, lo único que ahora podrán mandar los que antes se quejaron, y ahora se quejan los que antes mandaron.  ¿Pero hemos avanzado como país? ¿Por qué asombrarnos de que vuelvan antiquísimas posturas y costumbres, que pensamos erradicadas de nuestra realidad política y social?  Si seguimos perpetuando el modelo opresivo que nos constituye como humanos.  A saber, la madre (o el padre) no escucha al niño porque está ocupada, tal vez demasiado ocupada para compartirle media hora de amor, pero le impone una conducta específica de urbanidad y disciplina que no la altere porque viene cansada del trabajo (y sino trabaja, la familia no come).  Vemos entonces un chiquillo criado sin afecto, y con normas de crecimiento impuestas para favorecer la comodidad de un tercero, que en lugar de brindarle amor, lo maltrata directa o indirectamente.  Brindar amor no significa maltratar al individuo, sólo regocijarlo como ser que existe, compartir la gracia de que esté vivo, incorporarse a su vida.  Pero los padres ahora, no tienen tiempo para dedicarle a sus hijos.  Sin embargo criticamos que los muchachos sean recogidos por la policía, ingiriendo bebidas alcohólicas, en una fiesta clandestina…  La respuesta tradicional es bastante sencilla y conservadora: “Castíguenlos más fuerte”.  En la escuela, si el educando no sigue el procedimiento del educador, pues no saca una nota correcta, ni habiendo llegado a la respuesta que era, porque no siguió el procedimiento.  El individuo en nuestra sociedad, desde chico se acostumbra no a tener conciencia de lo que hace, sino a evitar el castigo.  Bajo estos conceptos, cómo podemos hablar de ser responsables en función a nuestra propia naturaleza.  Jamás lo haremos, simplemente adoptaremos una conducta “socialmente aceptable” porque sino me castigan.  Responsabilidad aplicada a chorros de imposición y violencia.  Luego no entendemos por qué hay tanta droga en las calles y porque la violencia crece en nuestra sociedad como un cáncer que nos corroe.  Porque la droga, o el vicio en cualquiera de sus formas,   “evade”  al individuo de su propia insatisfacción al adaptarse a un sistema que no termina de entender, ni le permite ser dentro de los parámetros humanos, sino ser dentro de los parámetros contextuales de un código moral, ético, o legal impuesto por el castigo.  Así las cosas, jamás creceremos como personas, jamás seremos responsables y siempre viviremos en el obscurantismo como especies.  Y desde luego, la violencia aumentará, porque es el único mecanismo más efectivo e inmediato que conocemos para que el individuo “haga lo que tenga que hacer” como le digo yo.



La sociedad en que vivimos se ha acelerado y apretado tanto, que no nos da tiempo de repasar y corregir nuestra propia conducta.  Sin embargo, nos presentan mil y un mecanismos de evasión, por eso es que hemos perdido la lucha contra la droga, los vicios y la violencia.  Porque los vicios, la evasión (en forma de la hipocresía social)  y la violencia son los pilares que sostienen a nuestra sociedad como tal cosa.  Desde que estamos chicos, hasta que nos entierran. ¿Solución?...yo diría que un poco más de tiempo para realizar introspección, reconocer y corregir errores propios.  Aprender a vivir según nuestras propias limitaciones y aprender a vivir de acuerdo a ellas, jamás entendiendo error por limitación.  Un error es una cosa, una limitación es otra.  La limitación no nos hace feos, ni miserables, ni pobres, reconocer una limitación nos hace mucho más responsables y conscientes sobre nosotros mismos y nuestros actos.  Las limitaciones nos hacen ser parte acorde de un grupo, no así la estrella.  Vivimos en un mundo donde todos quieren ser estrellas, y peor aún, quieren ser estrellas estrellando a otros.  Las limitaciones nos dicen, eres humano, pero puedes ser mejor.  Una limitación es el verdadero reto evolucionista, que se podrá o no superar, y nos hará más entretenida o sabia la vida.  El error es un derecho natural y parte fundamental del proceso de aprendizaje, y a diferencia de la limitación, el error si debe ser subsanado.  Tener menos miedo y más fe, fe en Dios o como quiera llamarle; aprender a dejar la vida en manos de Dios, desde que nos levantamos, hasta que dormimos, en lo chico y en lo grande, en lo complejo y en lo simple.  Y por último dar un poco más de amor al entorno que nos rodea, especialmente a nuestra propia familia.

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