

Esto me recuerda mucho al cruel cuento de la globalización, que dicho sea de paso, no ha traído la “optimización” que se esperaba en el mundo. En lugar de “subir los estándares de vida” de los pobres, lo que ha hecho es bajar los de la clase media (mismo esquema de nuestra actual administración) generando aún más pobreza, y haciendo a los más grandes y poderosos, aún más grandes y poderosos. Hoy escuchaba por la televisión a esa autoridad poner de ejemplo a Perú…uno de los países más pobres de sur América. Yo no he escuchado mucho revuelo con esto, tal vez porque viene de otros gobiernos, pero le cae como anillo al dedo al actual. Yo no sé si el frente por la democracia y las demás fuerzas “vivas” del país, no han visto la potencialidad negativa de todo esto. Peor aún, en un país donde las riquezas están tan mal distribuidas, en uno de los peores países del mundo en dicho aspecto, nuestro tan querido y abusado Panamá. Esta es otra triquiñuela, ahora implantada en nuestro territorio como aquella MEGA tormenta Sandy, como una segunda invasión, esta vez, económica. ¿Y qué debemos esperar de ese “noble” intercambio comercial? Productos y bienes especialmente fabricados para importarse al tercer mundo… Por suerte, como dijo el sujeto de la televisión hoy, Panamá tiene altos niveles de regulación fitosanitaria, mejores que en la misma gringolandia. ¡Ya aburren con ese cuento, que vienen repitiendo desde la pasada administración! El asunto no es qué controles tenga Panamá, sino con qué frecuencia y a qué cantidad tendremos que estar “aguantando” goles de Estados Unidos, ¿Tendremos la capacidad?. En un abrir y cerrar de ojos, contemplando la reactividad y baja pro actividad de nuestras autoridades, en lo que un exportador masivo de esos nos meta un producto dañado, y los panameños nos demos cuenta…tendremos a media población intoxicada. Recordando el caso funesto del jarabe envenenado, ahora posiblemente multiplicado a la “N”, con el TPC. Estos esquemas de erradicación y exterminio gradual, que implantan las “modas” de las grandes potencias, sobre los países menores (tercermundistas) siempre encuentran eco y aceptación en gobiernos impopulares, débiles, de baja justicia social, no pocas veces represivos, y muy proclives a la corrupción o a las torceduras de brazos. Así lo han implantado en algunos países de Latinoamérica, y cuando Latinoamérica tenga la capacidad de “hacer recuento de daños”, entenderá por fin que se vendió a muy bajo costo.
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