MASLEIDOS

viernes, 2 de noviembre de 2012

El silencio de la defensora, y el lamento de los inocentes


"Le prometo al pueblo panameño que así como prometí de niña hacerle justicia a mi padre, le haré justicia a cada ciudadano y ciudadana de este país, que sus derechos serán respetados y que exigiremos la justicia, porque la justicia no se pide, sino se exige"….palabras de Patria Portugal.


La defensora del pueblo, Patria Portugal,  prefirió no dar declaraciones mientras ocurrían los disturbios pasados,  para “no echar más leña al fuego”…según noticia publicada en www.prensa.com,  el 2 de noviembre de 2012 en artículo de Ana Teresa Benjamín.  Este tipo de argumentaciones, son las que no hacen cuadrar mi sentido común, para con el proceder de nuestras autoridades.  Este gobierno se ha caracterizado no por ser dirigido por un hombre “intenso” tal y como dice de sí mismo, el presidente de la república.  Sino por  la suma informalidad con la cual han llevado, y opinado sobre muchos asuntos álgidos.  La formalidad, aunque no se crea así, los protocolos, los procedimientos, controles y demás, más que un efecto decorativo, no pocas veces generan una barrera de protección del ciudadano para consigo mismo, una barrera de protección del individuo para con su propia “animalidad” (sobre todo, cuando opera en masa).  Peor aún si hablamos de “la cosa pública”.  Claro que, en los diferentes gobiernos se ha venido abusando tanto de la dichosa “formalidad”, que han generado lo que ya todos conocemos como coágulo burocrático.  La burocracia impide muchas veces que los procesos públicos fluyan con prontitud y efectividad.  Lo cual no ocurre en ciertas empresas privadas, en la que eventualmente “el dueño” agiliza cuanto proceso se le interponga en la ejecución de determinada obra.  El problema aquí,  es que el estado panameño no tiene “dueño”, por un lado (razón que quizás le cueste mucho entender, a este gobierno de corte privado).  En consecuencia, no se pueden obviar los controles y procedimientos gubernamentales “así porque sí”.  Y como el estado panameño no tiene dueño, y como el estado es de “todos”, o mejor dicho, todos somos el estado… si se cancelan los procedimientos y controles, la cosa pública se volvería tremendo desorden.  Desorden del cual bien pueden surgir eventos lamentables, léase corrupción y otros.  En consecuencia, las medidas de control, seguridad, procedimientos y protocolo, tienen su razón de ser.



¿Pero a qué viene toda esta parrafada de informalidad vs formalidad?... ¿Cómo es posible que la defensora del pueblo hable de esa forma, refiriéndose a acontecimientos tan crudos y lamentables como los que vivimos en Panamá hace menos de un mes ?.  “Echar leña al fuego”… lo mínimo que uno espera de una autoridad con investidura similar, es un poquito más de vocabulario, algo de cadencia tal vez.  Pero bueno, supongo que si este gobierno tiene a un individuo como “aquel”,  de presidente de la asamblea legislativa, y a un ministro bachiller, y a la máxima autoridad hablando de “pajas mentales”…¿Qué podemos esperar del léxico de la defensora del pueblo?.  Tengo entendido que la joven estaba en uno de los últimos años de derecho, o ya era abogada cuando la nombraron.  De igual forma pregunto, porque no es cualquiera que se gradúa de una universidad, y menos de tal profesión:  ¿Es preciso que nuestra defensora del pueblo, hable de “echarle leña al fuego”?, ¿Será que no pudo decirlo de otra forma?.  Sin embargo,  eso no fue  lo peor.  Lo peor surge del análisis completo  de todo lo que dijo, que prefirió no dar declaraciones por “no echar más leña al fuego”.  Hay un viejo refrán que dice: “El que calla otorga”, y me permito recordarlo en este preciso momento.  Siempre queda algún tipo de vínculo entre el ejecutor de una maldad, y quien sabiéndola, no la denuncia (peor aún, si es su responsabilidad).  Bien dijo Gandhi, que  “Lo peor de la gente mala, es el silencio de la gente buena”.  Si la defensora del pueblo de Panamá, prefiere callar por no polemizar, o por no empeorar el asunto… pues, ¿De qué nos sirve tenerla allí, pagando su salario de nuestros impuestos? ¿Para qué nos defienda en silencio (por no echar más leña al fuego)? ¿O para defender al pueblo, con liderazgo y valentía, independientemente al momento que sea?.  Porque mientras ella pensaba en “no empeorar el asunto”, hubo gente muriendo, que dio su cuerpo a las balas por defender nuestra razón social.   Pero no, nuestra defensora del pueblo, no defendió a nadie, sino que prefirió callar, por “no echar leña al fuego”, ¿Qué clase de actitud es esa? ¿Qué clase de excusa es esa? ¿Qué clase de defensora es esa?


Ahora manifiesta un informe preliminar (ni siquiera el definitivo, después de dos semanas) alegando que “prefirió no echarle leña al fuego”… ¡Qué bien!.  Entonces, llamemos al Chapulín Colorado.  Además, no sé si la defensora del pueblo sepa, que “justicia tardía, no es justicia”. Defender a un pueblo no se trata de contar bajas y heridos.  Defender a un pueblo no se trata de hablar “lo más informal” posible.  Ser defensora de un pueblo, no se trata de hacerse la “histérica” en otras situaciones de índole público.  No se puede defender a un pueblo callando cuando la situación aprieta,  “por no echarle leña al fuego”.  Cuando ella fue elegida, yo pensé que la elección había sido correcta, pese a la marejada de comentarios en contra (por su falta de  formación en el área, nivel académico etc.).  Ahora pienso que el puesto le quedó demasiado grande, no tanto así por la manera cómo se expresa y su precario recurso verbal, o por su nivel o tipo de preparación, o por su experiencia, sino por la misma trascendencia de los mismos acontecimientos, como dicen por allí “de palabra, pensamiento, acción u omisión”.  Bien lo dijo la Biblia: “Por sus frutos los conoceréis…” Mateo 7, 15-20. 

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