MASLEIDOS

viernes, 6 de julio de 2012

¿Así quién no odia a este gobierno?



En campaña electoral, Ricardo Martinelli dio un discurso en el que presentaba la figura de un humilde trabajador panameño que pasaba muchas horas en un tranque vehicular tratando de llegar a su trabajo o a su casa. Palabras más, palabras menos. El ejemplo que dio me pareció insulso y cursi, por no decir falso. Mi sentido común no conciliaba las imágenes de un empresario sumamente exitoso, del que se dijo tanta "cosa" en campaña, capitalista (salvaje o no) preocupado por un peón cualquiera, saliendo de cualquier recóndito lugar istmeño. Digo, a muchos empresarios les importa un rábano si sus empleados viven lejos o viven cerca y mucho menos las horas que tomen en ir y venir. A ellos sólo les interesa que el peón cumpla con su horario laboral. También los hay que no cumplen con lo del salario mínimo, no reportan al seguro social, no pagan horas extras, ni dan tiempo por tiempo. Con ello no quiero decir que tal sea el caso de Martinelli (porque no me consta) ni mucho menos negar la existencia de empresarios magnánimos. Pero ese discurso me hizo mucho ruido en la cabeza, me costaba mucho creerle. Sin embargo, algo hizo o dijo, o algo dejó de hacer o de decir en el momento que quise darle el beneficio de la duda.

Pero que ha hecho nuestro flameante gobierno para solucionar la tragedia existencia de tantos humildes panameños, como el citado en aquel discurso, que pasan tanto y tan valioso tiempo de vida enterrados en el tranque. Pues, no mejoró su calidad de vida, sino que empeoró la del resto de los panameños. Nos sumió a TODOS en absurdos tranques viscerales, a cualquier hora y en cualquier punto de la ciudad. Como si la gente no importara más que las obras. El clamor popular reza que se han reparado calles que no necesitaban arreglo inclusive, en largos periodos de tiempo, primero un paño, luego el otro, haciendo el tránsito miserable a quienes la transitan a pie o en auto. Dejándolas finalmente englobadas por baches, a desnivel con la acera y todo sucio alrededor. Terrible!!! ¿Tiene eso sentido?

Muchos panameños odiábamos a los diablos rojos. ¿Qué ciudadano, alguna vez en su vida, no fue víctima del brutal manejo de aquellos choferes, de sus choques, atropellos, insultos, intimidaciones, muertes y mutilaciones? Sacarlos de las calles panameñas era todo un sueño, ¿Pero acaso esa era la solución? No era mejor disciplinarlos, pero hacerlo requeriría de algún grado mínimo de autoridad. ¿Autoridad en Panamá? Aquí sabemos de insultos, trompones, gritos, muertos, desaparecidos, amenazas, habladurías, miedo, pero ¿Autoridad? Peor si el dueño del bus era un diputado, militar, político o cualquiera con suficiente dinero para malear leyes, multas, pagar coimas etc. Luego, muy al contrario de sancionarlos o disciplinarlos, se les premió con una indemnización (no a la gran cantidad de víctimas) sino a los dueños del negocio, a los micro empresarios. Y aún así, se descubre un gran escándalo de corrupción que involucró autoridades en "el negociado de las indemnizaciones" cuyo origen y final aún se desconoce. Luego, a quién le pasaron el negocio, a una empresa extranjera que en teoría pondría orden al transporte. Pero hicieron las cosas al revés, y trajeron los buses antes de construir las paradas. ¿Tiene eso sentido? Forzaron al pueblo a utilizar una tarjeta, de costo superior y caducable. Como siempre, quedaron unos pocos (extranjeros, o los tradicionales juega vivo del patio) rebuscándose con el dinero y el sufrimiento del panameño, ungidos por la complicidad gubernamental. ¿Por qué digo sufrimiento del panameño? Porque ahora el panameño no tiene paradas, y forma filas exageradamente enormes a la intemperie, paga más, no le permiten llevar bolsas, espera más mucho más por un autobús y llega mucho más tarde a su hogar y a su casa. ¿Eso es mejorar la calidad de vida del panameño humilde?

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