MASLEIDOS

viernes, 7 de septiembre de 2012

La lucha por la papa


Escucho la expresión “pueblo contra pueblo” tan trillada como romántica, en la narrativa periodística de algún canal.  Que dicho sea de paso, suelen excederse en dramatización.  Yo no sé hasta qué punto el pueblo panameño se involucra en actividades tan bochornosas y perequeras como el “cogenalga” de las reformas electorales.  Dijo "cogenalga" parafraseando al titular de uno de estos periódicos (ya ustedes sabrán).  Los revoltosos, las tropas de choque de lado y lado parecían personas muy humildes, de aquellas que le vale un rábano la política.  De aquellas que le importa un rábano pasar dos o tres noches en la cárcel (por afectación del orden público) con tal de cobrar un par de dólares.  Esto es una guerra bien declarada entre partidos políticos, políticos y estamentos electorales.  Con tropas de choque, rangos medios muy bien protegidos (la asamblea) y supremos comandantes actuando en el más crudo anonimato...  Pueblo contra pueblo... NO, manifestantes prepago sí, igual a los callcenters y similares.  Aquí NO hay pueblo contra pueblo luchando por un ideal (como  tal vez pudo haber sido en otra época) sino políticos peleándose la papa a través de peones alquilados o propios. 




 Esas escenas, como otras tantas en “la nueva democracia post militares”, me recordaron tanto a los antiguos CODEPADIS,  BATALLONEROS y DOBERMAN, que sentí mucha pena por Panamá.  ¿Después de tanto tiempo seguir en las mismas?...En los eventos del nueve de Enero, un tío mío regresaba de Rusia después de haber estudiado algo de ingeniería eléctrica, cuando lo reclutó un grupo de conocidos y quedó envuelto en la revuelta.  Alguien le dio un revólver para que “matara a cualquier gringo”. Él no mató a nadie, simplemente le entregó el arma a una persona neutral y se alejó del enredo.  Con eso tampoco quiero entrar en polémica sobre lo que fue o lo que debió haber sido.   Sólo traigo el punto a colación para mencionar que, independientemente a quién tenga la razón, yo no creo en las revueltas violentas (peor si son pagadas).  Sin embargo, reconozco y apoyo el derecho natural de toda persona a manifestarse.  En la dictadura, a mis hermanos mayores los corretearon y golpearon los antimotines. Yo sólo marché cuando llegaron los observadores internacionales.  Jamás le encontré sentido a luchar con apenas un puñado de piedras, en contra de un soldado completamente cubierto y armado.



Tampoco le hayo sentido a lo que ha venido ocurriendo estos últimos días en la Asamblea.  El frente por la democracia no es santo de mi devoción (por sus raíces y esencia política) pero muchísimo menos le creo al gobierno y sus adláteres.  Total, ¡Alguien tiene que ponerle el cascabel al gato!!!.  Pero presiento que estoy de nuevo en esa terrible encrucijada de “irme por lo menos malo” (recordando la pasada elección).  Sin embargo, desde el cómodo anonimato de mi teclado, tampoco me siento moralmente apto para criticarlos.  Y en mi propia inacción reconozco por qué ese tipo de personas, cuando llegan al poder se olvidan del pueblo, cobrando con creces nuestra apatía social.  Aún así, en todo caso la verdad debe decirse: Allí no se lucha por el país, sino por “LA PAPA”.

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