MASLEIDOS

jueves, 13 de junio de 2013

El patio limoso que llevan dentro



A veces escucho a personas decir con algún tipo de orgullo: “Yo salí del barrio”… entonces les pregunto: “¿Y habrá salido el barrio de ti?”.  En cierta ocasión alguien me aclaró que “chombo” no es un color, sino una actitud.  Entiéndase, hay blancos con actitud de chombos.  También me explicaron que uno puede ser total y perfectamente pobre, sin ser chusma.  Porque la chusma existe aún en las clases adineradas. Como panameños y como individuos nos hemos acostumbrado a percibir el lado emotivo de las cosas, no el racional.  Vivimos de estereotipos, prejuzgamientos e intolerancia.  ¿Falta de educación?...no, cada día vemos más y mejores profesionales que como personas dejan mucho que desear.  ¿Mala crianza?...no siempre.  ¿Cultura?...quizás un poco.  En resumen, hablo del conjunto de factores (casa, escuela y sociedad)  que yo denomino “Formación personal”. Nuestra sociedad, tan hedonista e inmediatista,  deforma en lugar de formar. Lo malo se convierte en bueno porque todo el mundo lo hace, y las mentiras en verdades porque todo el mundo las repite.
El patio limoso no sale de la cabeza de muchos panameños, incluyendo notables políticos y autoridades.  Dicho sea de paso, varios de los cuales jamás han compartido experiencias in situ.  ¿Fenómeno socio-cultural?...  Sería muy triste tener que aceptar, que los panameños sólo mantenemos en común actitudes vivenciales de tan bajo perfil (juega vivo y poco importa)  Sin embargo, el aberrante mutismo de la gente decente de Panamá, ha empezado a tomar proporciones epidémicas.  Estos últimos años la política criolla ha dado un giro avieso, por no decir escatológico (cito lo del Lomotil) y violento (citando aquella grabación de los huesos rotos) 
En el patio limoso no cesan las trifulcas, en las cuales casi siempre gana el más vulgar o el que más grita, no así quien tenga la razón.  Lo de “limoso” es evidente, digo, una ciudad que no sabemos si están re-construyendo o destruyendo.  La acumulación de las aguas negras, la recolección de la basura, la actitud higiénica del ciudadano.  En el patio limoso todos los vecinos conviven en un espacio tan pequeño, compartiendo casi la misma realidad socio-económica.  El nivel formativo individual (que antes mencionaba) es muy similar entre los huéspedes, que tampoco desean mejorar sus circunstancias.  No pocas veces  bajo una perspectiva de vida parasitaria, “subsidiados” por decirlo de una forma más política (beca, tanque de gas, electricidad, pasaje)  En el patio limoso no hay autoridad, o mejor dicho, la autoridad se manifiesta inútilmente y casi siempre después de trágicos acontecimientos.  Existe mucho terror cotidiano (sostenidas amenazas)  y un par de “elementos controlando el área”...  La autoridad termina mimetizándose en mediocre comensalismo con el barrio (corrupción nacional) y triunfa la bribonada  en cualquiera de sus formas.  En el patio limoso los vecinos también se espían los unos a los otros, ya fuera para generar habladurías, o sacarse los trapos entre ellos, jamás en beneficio de alguien.
En el patio limoso los inquilinos se quejan de que no tienen forma de suplir sus necesidades básicas existenciales, sin embargo poseen modernos equipos de entretenimiento.  Podrán compartir el mismo baño,  pero no tanto como el plasma o el celular inteligente.  No tendrán comida, pero sí “bebida”.  Y ese mismo carácter vacuo de suplir lo superfluo más allá de lo realmente necesario, lo vivimos a macro escala en este “progreso” que sólo construye, pero no baja el precio de la comida, el combustible, nos ha encarecido la vida y ni siquiera recoge bien la basura de nuestro patio limoso. En el patio limoso también vive mucha gente honesta, inteligente, capaz y honrada, que se esconde y calla mientras se alborotan los escándalos, la campaña sucia, las trifulcas, los insultos, la balacera.  En consecuencia, sería conveniente reflexionar un poco más cada vez que veamos un reportaje del gueto, barrio, o patio limoso.  Pensando si de verdad estamos excluidos de semejante realidad, o acaso vivimos tan inmersos en ella que no la vemos, o no queremos reconocer en nosotros mismos.

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