MASLEIDOS

martes, 21 de mayo de 2013

Ciudadanía Indolente



Ahora este nuevo escándalo de patio limoso que se ha formado entre el presidente de la república y el periodista aquel.  Sin contar lo del decreto de la alcaldía y los supermercados del presidente, supuestamente vendiendo bebidas alcohólicas aún bajo el efecto de la ley zanahoria. Peor aún, la polémica presencia del candidato de CD en los actos gubernamentales de inauguración de obras.  Primero que todo, analizando la respuesta del presidente, descubrimos que hemos dado otra vuelta al círculo vicioso en que opera este gobierno.  Más de aquella política de “ataca al mensajero, no al mensaje”.  El presidente reacciona contra el periodista diciéndole que es un acosador sexual y coimero… ¿Pero acaso eso qué tiene que ver con la veracidad de la noticia publicada?  A mí no me interesa saber si el periodista es o no es un coimero y acosador, a mí me interesa saber cuáles son los vínculos de poder del presidente, y si mal invierte (o no) el dinero del estado (mí dinero, nuestro dinero).   En cuatro años de gobierno, el presidente aún no sabe comportarse como tal, ni controlar sus impulsos, recordando lo ocurrido con aquel otro periodista y el asunto de las drogas.  Y salen sus más viperinos y rastreros defensores, con la absurda excusa de que el presidente es un “hombre común y corriente” y por ende reacciona así cuando lo atacan. 



Qué pensamiento más estúpido, qué justificación más imbécil, e imbéciles la que la replican, y más imbéciles (morones o tarados) los que se la creen.  Si las enfermeras de este país estudiaron tan difícil profesión, aún sabiéndose desactualizadas en la escala salarial nacional, y los médicos y los maestros tienen que laborar estoicamente por “vocación”, es decir, no se les permite pedir mejores salarios porque la supuesta “vocación” les borra cualquier necesidad humana de alimentación o sustento decoroso… ¿Por qué al presidente sí debemos perdonarle que actúe tan incordio, e impropio? ¿O será que debemos cuestionar la vocación de nuestro presidente, que no se sacrifica estoicamente por sus ciudadanos, aunque lo cuestionen y les publiquen turbios escándalos?  En la empresa privada, los altos cargos están ligados a altos salarios generalmente, y esos altos salarios, esos altos cargos implican alta responsabilidad y  “manejo de presión”.  Ahora bien, entonces, ¿Qué debemos esperar del presidente de la república?  ¿Un sujeto que a veces se comporta como tal, y otras veces como presidente?   ¿A veces cuerdo, y a veces no tanto?


¿Por qué el tribunal electoral, u otra autoridad no se manifiestan con pantalones con relación al candidato de CD y su “oportuna” compañía gubernamental?   Hace unos días, con esto de la “crisis de energía”, la ASEP salió a multar cualquier cantidad de comercios pequeños y medianos (los grandes, supuestamente tenían plantas) ¿Ahora quién se atreve a multar a los supermercados aquellos, caso tal hayan cometido alguna falta? ¿O van a modificar las leyes, para no multar a los negocios del ciudadano presidente? ¿Quién carajo tiene cojones en este país? ¿Peor aún, dónde se ha escondido la oposición panameña, que más bien parece taparse tras la sotana del “pacto ético” para que el sujeto de poder no le saque los trapos sucios en público? ¿O será que las relaciones comerciales entre unos y otros les impiden hablar, cerrándoles la boca con un taco de billetes?  Este gato suelto, o “loco de atar” hace que todos ellos luzcan como pequeños ratones.  O cucarachas, que prefieren la oscuridad porque la luz las vuelve vulnerables.   De cualquier forma, parece que detrás de la  fachada del pacto ético, hubiera un pacto de maldad oposición-gobierno, para desangrar al pueblo y repartirse el país.  La ciudad destruida, por todos lados huecos, charcos de aguas negras, basura, escándalos de corrupción explotando a cada rato como palomitas de maíz, pero ¿Qué hace la gente en medio de este paraíso gótico? 




La misma gente que forma filas durante horas para ir y venir de casa, que no le alcanza el dinero (con o sin subsidio, con o sin beca) porque todo está más caro, que esquivan las balaceras de su barrio, que no encuentra medicinas ni tratamientos a tiempo en los centros públicos, que no llega a ver a sus hijos por culpa de un tranque anormal, como anormal tienen a todo el país.  A mí lo que más me asquea de semejante podredumbre, no son los asquerosos de siempre, ni los nuevos de ahora, sino la miserable resignación del pueblo panameño.  Esclavos, burros de carga, o definitivamente cobardes.  Una tierra de campeones mundiales de boxeo, con un pueblo tan flojo y cobarde, indolente e indiferente.  Parece que la gente estuviera encantada, embrujada, porque mientras más cochinadas les sacan en cara, mientras más le dicen: “Hey, están robando tú plata, la de tus hijos, la de tus parientes enfermos” menos hacen, menos quieren oír, más rápido se venden y más pronto se evaden.  Como el avestruz, bajando la cabeza cuando se siente en peligro.  Así las cosas, en un pueblo de esclavos cualquiera es faraón. ¿Dónde ha quedado la gente honesta de este país, de este paraíso gótico?  Y como si fuera poco, sale una bufonada estadística diciendo que el panameño prefiere votar por el relevo de la corrupción. ¿Verdad o mentira? Nadie sabe, pero de cualquier forma, da pena por lo que está pasando Panamá.  Mucho crecimiento económico, mucho desarrollo y un pueblo, un ciudadano cada vez más reducido.

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