MASLEIDOS

martes, 28 de mayo de 2013

Como el perro que se muerde la cola


 
 
¿Podemos decir que un rayo no cae dos veces en el mismo lugar?...en Panamá no.  Mejor aún, respondamos la pregunta: ¿Cuántas veces tropieza un hombre con la misma piedra antes de aprender?, diciendo que ya por fin certificamos por qué Cambio Democrático no firmó el pacto electoral… Deprime, por no decir asquea la situación político-social panameña.  La sociedad panameña es como un zombi que camina medio muerto y medio vivo, con una nube de aves carroñeras picándole la espalda.  Si yo hubiera vivido antes del golpe de estado del 68, diría que Panamá está viviendo niveles de corrupción política muy similares a aquel entonces.  Y eso me preocupa, por la consecuencia inmediata que ha de esperarse según el buen ejercicio de la lógica…nada bueno, en resumidas cuentas.  Que los panameños estemos reviviendo tristemente  un déja vu,  más de dos décadas hacia atrás. Tenemos más carreteras, mejores salarios, mayor deuda, más edificios pero ¿Estamos mejor? ¿Igual? o ¡Peor!  Lo que le pasó al aspirante a alcalde del PRD, tropezar con la misma piedra, nos está pasando a todos los panameños.  ¡Ojo!

Yo escuché la grabación, y debo confesar que me parece increíble.  Pese a su anterior traspié con el caso Murcia, me llamó positivamente la atención que el señor Velásquez mantuviera la cordura, sin cogerse a insultos con nadie, como lo hicieron dos de sus precandidatos presidenciales en las campañas pasadas.    El nivel de decencia manifestado durante esta campaña interna del candidato, e inclusive su facilidad de expresión, por no decir el grado académico, me dificulta creer en aquella grabación (más propia de un maleante)  Sin embargo, desde el punto de vista técnico no tengo por qué dudarla, sin equipo especializado, me parece que no hay modulaciones extras, ni cortes, ni variaciones en el ruido ambiente ni nada que me haga sospechar que las frases más contundentes fueron prefabricadas.  Ahora, mucho menos he de repetir cuáles fueron.  Pero, hablando de “remembranzas”, cómo he de olvidar aquella grabación tan célebre de una tal “Raque” en los tiempos de la dictadura, exponiendo a una figura pública de aquel entonces.

Las grabaciones, los chantajes, los “recuerdos”, los regresos, las vueltas en círculo de las figuras públicas y políticas panameñas es algo triste.  Sobre todo porque parece que no avanzamos en el tiempo, estamos estancados en lo peor de nuestra historia social, cívica, no sé cómo decirlo.  Pareciera que estuviéramos predestinados a vivir revolviéndonos en el miasma. ¿Por qué el presidente fue una de las primeras figuras en hablar de la grabación?...no por eso podemos, ni debemos vincularlo a la misma. Sin embargo, crea una terrible suspicacia.  Sabrá el presidente que atribuyéndose la “exclusividad” de semejante primicia, más que mandar un mensaje de terror a la oposición, o a cualquiera que se le oponga, lo desluce (por no decir anula) como la primera autoridad del país.  Porque, en lugar de velar por la seguridad de la persona señalada, evitando que se cometa un delito, lo maneja a modo de bochinche de patio limoso.  Recordando también pues, que hace poco el gobierno le dio asilo a una figura acusada de espionaje interno, chantaje y soborno en un país hermano.  Nada de esto habla bien del gobierno, del presidente, ni siquiera de su partido político.


Pero, lo que más me deprime, por no decir asquea de la situación, no es la sorprendente actitud de los políticos, ni de las autoridades panameñas, ni el hecho de que vivimos inmersos en una vorágine vandálica de la peor calaña que define de antemano nuestro futuro nacional.  Lo que más me asusta y preocupa de todo esto es la indolencia del pueblo panameño.  Aparte de reducidos grupos sociales y los políticos (los mismos de siempre, o los nuevos de ahora) al panameño común, al panameño “de a pie” parece que le diera igual todo lo que le pasa al lado.  Como si aquí cada cual estuviera por robarse un pedazo de lo de todos, cuidar su hueso o mirar para otro lado.  Las personas comunes no exigen cuentas, no reclaman, no se involucran, no participan, sólo callan y se evaden como si nada estuviera pasando, o nada hubiera pasado.  Por esa actitud de olvidar tan pronto, o de no valorar los acontecimientos que nos vienen encima, por esa misma actitud regresamos siempre a revivir lo peor de nuestra historia (antes, durante y después de la dictadura) Porque no aprendemos, y tampoco queremos aprender a manifestarnos, y vivimos como el perro que da vueltas mordiéndose la cola.

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